Bloodline: Sangre entre hermanos
Bloodline: Sangre entre hermanos.
Uno de los disparadores favoritos del drama es la reunión familiar. Guionistas y dramaturgos han empezado la página en blanco con esto en mente, muchas, pero muchas veces. De las que recuerdo: The Dead (Desde ahora y para siempre – John Houston – 1985), Home for the Holidays (Jodie Foster – 1995), Parenthood (Ron Howard 1989), Six Feet Under (Serie / Alan Ball – 2001), Brothers and Sisters (Serie / Jon Robin Baitz – 2006), August Osage County (John Wells – 2013, basado en la obra de teatro de Tracy Letts), Festen (Thomas Vintenberg – 1998) y cortamos acá porque puede ser agobiante.
Este plot requiere ciertos elementos específicos, aunque es verdad que no siempre están absolutamente todos presentes. De la lista siguiente, suelen reiterarse varios:
- La casa familiar suele estar apartada, o tener características especiales que la transforman en un personaje más.
- El patriarca o la matriarca son muy particulares. Del tipo de particularidad que lleva a sus hijos al psiquiatra.
- Para la reunión, uno de los hermanos está volviendo a casa después de un tiempo alejado de la familia. Usualmente, retorna con la frente marchita. Opcionalmente, finge éxito.
- Otro de los hermanos es “el que se quedó.”
- El pasado esconde un misterio. Y ya sabemos, porque lo dijo Alfred: todo pasado es un thriller.
- Hay algún conflicto de índole económico. No siempre por falta de dinero, muchas veces es por el reparto entre los descendientes.
- El “negocio familiar” es uno de los conflictos.
- Las relaciones secundarias (yernos, nueras y cuñados) son problemáticas.
- El patriarca o la matriarca mueren, ocasionando la reunión, o bien durante su organización, o brevemente después.
Bloodline cumple con todos estos requisitos. Es la “reunión familiar” de manual. Por supuesto, al ser una serie, la reunión es el desencadenante. Lo importante viene después. Pero vamos desde el inicio.
En una playa junto al mar.
La familia Rayburn posee un próspero negocio hotelero en los Cayos de Florida. Un hotel junto a la playa, con servicio de excursiones, pesca, buceo y demás, emplazado en un lugar paradisíaco. El patriarca, Robert Rayburn, es interpretado justamente por uno de los patriarcas preferidos del cine y de las series de los últimos años, el mítico Sam Shepard. Su esposa, Sally, es la siempre efectiva Sissy Spacek, a décadas luz de la adolescente conflictuada de Carrie. Nota al margen: devuélvanle la nariz a Sissy. Da miedo.
Los hijos son, de menor a mayor, Meg interpretada por Linda Cardellini, Kevin un magnífico Norbert Leo Butz, quien es una estrella de Broadway hasta ahora poco habituado a las cámaras, John, el gran Kyle Chandler, a quien vimos en Friday Night Lights (serie), The Wolf of Wall Street y Super 8, entre muchas otras y Danny, actuado por Ben Mendelsohn.
No es casualidad que escriba actuado. No se ven todas las días actuaciones como la que hace Mendelsohn, un australiano que se destacó por primera vez en la genial Animal Kingdom, como el líder de una banda familiar de delincuentes, y que luego lo llamaron todos, desde Christopher Nolan hasta Ridley Scott para papeles de reparto en The Dark Knight Rises, Exodus: Gods and Kings, pasando por la tremenda Starred Up de David Mackenzie.
La reunión familiar se organiza por el Aniversario del casamiento de los padres y la inauguración de un muelle en honor a los Rayburn´s , verdaderos pioneros del Turismo en los Cayos de Florida. El hijo que vuelve es Danny. Los padres tienen su esqueleto en el ropero. En el pasado pasó algo terrible. Hay un conflicto económico. Las relaciones secundarias son un tremendo bardo. Y el patriarca sufrirá un accidente, bien temprano en la trama.
Como les decía, sacada de manual.
Twist
En estos casos, el hermano que vuelve es uno de los ejes de la historia. Oveja negra, descarriado y mal llevado. Un tipo jodido. Preferido de la madre, Danny, el hijo mayor, no es querido por su padre.
Meg, Kevin y John saben que la vuelta de Danny significa problemas. Meg es abogada, John es Policia y Kevin… bueno, Kevin es un diletante que regentea unos botes para ir a pescar.
La estructura, técnicamente, es un racconto. La voz de John Rayburn nos anuncia que hicieron algo muy malo. En las imágenes que acompañan a la voz en off, vemos al mismísimo John llevando el cuerpo inerte de Danny por una zona de aguas bajas, una suerte de Delta, ambos vestidos para una fiesta.
John, como punto de vista, es interesante. Kyle Chandler es una suerte de Kevin Costner moderno. Un americano medio. No un cowboy, ni un Marlboro Man, sino más bien un hombre común en circunstancias extraordinarias. Un actor dúctil en su rango limitado. Muy efectivo en esa zona. Chandler puede ser el padre de familia, el hombre responsable, el coach del equipo, el agente de policía, del FBI. No puede hacer films de época que vayan más atrás del siglo XX, su phisique du rol es el de hombre contemporáneo. No puede hacer de Drag Queen. Y por ahora, no puede ser un villano muy maloso. Se ha cometido el pecado de menospreciar a Kevin Costner, y creo que no se está aprovechando del todo a Chandler. Veremos si en la venidera Carol, de Todd Haynes, puede explotar su talento.
La serie salta desde esos flashes del presente, en lo que no se comprende muy bien que pasa, al pasado reciente. Y ese pasado reciente es la vuelta del hermano a tiempo para la fiesta de sus padres. No será el único salto en el tiempo en la serie, que si bien está estructurada como racconto, a partir de la escena que se detallaba anteriormente, se permite otros saltos al pasado, 30 años antes, cuando ocurrió “ese hecho terrible del que no se habla”, típico de estas estructuras. Estaremos esperando la fiesta en la que se ponen la ropa con que vemos vestidos a John y a Danny semiahogados en el Delta durante 10 capítulos.
Autopista y Colectoras.
El eje central de la serie es la vuelta de Danny. Al final del primer capítulo se ve envuelto en un incidente con su padre. Levantará sospechas sobre si lo atacó o no. El patriarca detesta a su primogénito. Como ambos son actores de primera categoría, las escenas entre ellos no caen en lo pueril. Bloodline es un buen ejemplo de lo que puede hacer un elenco de profesionales con un texto que no brilla por su originalidad, pero que les da libertad para componer. Reitero lo que ya dije: es una serie maravillosamente actuada. Es su gran fuerte.
Danny, no solo altera la vida familiar con su vuelta. Danny está alterado. Enseguida se mezcla con sus viejas amistades. Delincuentes de poca monta, y lo peor del barrio. Es alcohólico, fumador y le gusta la cocaína. Nada de esto lo define, por supuesto. Además, al parecer, una extraña presencia le habla al oído. No voy a develar más sobre esto, porque los propios guionistas descreen de esta línea, pero digamos que las capas que definen a Danny son múltiples. Es el personaje que quiere cualquier actor. Las series de los últimos años han dado oportunidad a muchos actores de brillar. No hablo de los grandes protagonistas (Tony Soprano, Don Draper, Dr. House), que de por sí deben brillar para llevar adelante un relato. Hablo de los más modestos, escondidos en elencos corales. Carol en The Walking Dead es un gran ejemplo. Allison en Homeland, Matt en The Leftovers. La serie The Wire, a la cual jamás dejaremos de citar, hasta que todo el mundo se sepa sus diálogos de memoria es un gran ejemplo de elenco lleno de puntos brillantes.
Volvamos al hilo: la vuelta de Danny y todo lo que acarrea es la línea principal. Se van desprendiendo de aquí las secundarias. En una suerte de regla matemática, digamos que cuanto más lejos está de Danny la línea narrativa, menos interesante es. Es así que John, el hermano responsable, policía, se ve directamente afectado por la relación de Danny con los delincuentes. Meg, la hermana abogada, se ve indirectamente implicada, y por eso es menos interesante. Kevin y sus problemas matrimoniales aún menos implicados, y así. Lo inteligente es que no hay prácticamente subtrama que Danny no afecte. El flaco es un virus.
Responsables
Glenn y Todd Kessler son los creadores de Bloodline. Su serie anterior fue Damages, drama legal que contaba con una primera espada al frente del elenco: Glenn Close.
La forma de contar es el punto de contacto entre ambas obras. Tanto Damages como Bloodline son Raccontos. Los personajes que cuentan saben más que nosotros en todo momento. Es una forma interesante de generar suspenso. No del todo lograda en el caso de Bloodline. No tanto porque esté mal planteada, sino porque el misterio no es tan grande ni tan profundo.
Los 13 episodios de la primera temporada dejan muy pocas líneas abiertas. Veremos cómo se las arreglaron, puesto que la segunda temporada está filmándose.
Bloodline no es una obra maestra, pero engancha con su misterio y asombra por su interpretación. Un ejemplo de serie de esas que provocan el “binge watching” de manera automática. Y si todo esto no los convence, hagánse un favor y véanla por Mendelsohn, el cual les prometo que estará en boca de todos en los próximos años. Tanto que, al día de hoy, es uno de mis tres actores favoritos.
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