Cronenberg: un recorrido mutante y pensante

Los cuerpos cambian, mental y físicamente. Hay algo raro en el ambiente, se puede oler la enfermedad y oír los fluidos chorrear. Nada corre por azar, las mutaciones ocurren producto de planes inquietantes y subyacentes. Estás dentro del mundo de uno de los cineastas más prolíficos e importantes de la historia. Aviso, va a ser un viaje turbulento. Abróchense los cinturones y no teman si su piel comienza a desgarrarse, sus extremidades caen o surgen nuevos órganos en su cuerpo… es solo parte de La Nueva Carne.
Orígenes
David Cronenberg nace en Toronto, Canadá, el 15 de marzo de 1943. Cobra un gran interés en la literatura a una corta edad. Con vocación de escritor, lleva a cabo varios cuentos, algunos de ellos publicados en revistas. Sin embargo, el cine llama su atención y lo hace ingresar en un mundo poco conocido para él, pero que rápidamente se vuelve su hogar. Cronenberg comienza a marchar por las salas de trasnoche, allí donde se ven filmes oscuros y perturbadores.

Como primeras aproximaciones cinematográficas, realiza dos cortometrajes: Transfer (1966) y From the Drain (1967), junto al largometraje, Stereo (1969) y mediometraje, Crimes of the Future (1970). Desde este comienzo, ya se vislumbraban los aspectos claves del primer periodo de su cine. Poderes mentales, enfermedades contagiosas y lo más importante… los cuerpos y sus transformaciones.
Experimentos, infecciones y otros horrores
El éxito de sus primeras obras audiovisuales, en los cines underground, le abre puertas al joven Cronenberg. Motivado y con intenciones de forjar una carrera cinematográfica, escribe un guion de largometraje titulado: Orgy of the Blood Parasites. Esta idea había surgido en los recovecos oníricos del cineasta, donde una araña emergía de la boca de una mujer dormida, deambulaba por el lugar y luego retornaba al orificio bucal e interior del cuerpo de la muchacha. Los parásitos invasivos, como pilar de este nacimiento creativo. Esta idea principal desemboca en el proyecto Shivers (1975), cuya historia se ubica en un complejo de edificios donde criaturas rastreras, producto de un experimento fallido, ingresan en los cuerpos de los habitantes del lugar, infectando y convirtiéndolos en seres ansiosos de sexo.
La siguiente película en su haber es Rabid (1977). De nuevo un experimento es el causante de los horrores. Luego de un accidente, la protagonista (interpretada por Marilyn Chambers) recibe un nuevo injerto de piel, pero esto, en vez de ayudarla, la convierte en una especie de vampira que chupa sangre a través de su axila. Las víctimas, al igual que en Shivers, pasan a convertirse en seres zombificados y agresivos. Acá permanecen las bases de su primera obra, pero no sin antes dotar a la narrativa con una mayor complejidad, con personajes interesantes y una ambientación terrorífica bien lograda.

Nos salteamos unos años para llegar a la película concluyente de esta especie de trilogía corpórea. The Brood (1979) ubica al espectador en el relato de una paciente, embarazada y con problemas mentales, que es sometida (nuevamente) a la experimentación de un doctor. Las cosas no salen bien y nacen niños deformes y asesinos, además de generarse nuevos órganos en el cuerpo de la mujer.
Shivers, Rabid y The Brood comparten aspectos más que similares entre sí, y además abarcan el inicio de la filmografía de Cronenberg. Realizadas en su tierra natal, y con ayuda de institutos cinematográficos canadienses, el director supo aprovechar todas las ventajas concedidas. Marcó a fuego su nombre, en una industria que venía generando nuevas voces. Esto no hacía más que empezar.
Mecanofilia
Los autos siempre interesaron al director canadiense, y por ello no es de extrañar que tenga dos obras donde los vehículos cobran preponderancia en el relato. Desde las carreras tradicionales, los placeres sexuales, al medio complementario del humano, las cuatro ruedas funcionan como vínculo inherente, desde lo corporal a lo sentimental.
Si bien no se establece otra trilogía, este corpus funciona como un motor en buenas condiciones y rugiente. Fast Company (1979) y Crash (1996). Los autos son personajes principales y conviven con el resto de los actantes. Extrañas parafilias con ellos y carreras increíbles.

Cronenberg es un gran narrador, logra complementar y vincular sus relatos con sus propios intereses e incertidumbres. Este selecto grupo de películas parecen no tener nada entre sí, pero se vinculan más allá de las cuatro ruedas. Son una forma de catarsis de su creador, con el fin de brindar nuevas historias a los demás. Ya sea de una adaptación, a obras completamente originales, estos relatos son únicos entre sí. Uno no puede aislarse y verlas por arriba, sino que nos interpelan de amplia manera. Ya sean asiduos conductores o simples peatones, los automóviles son el caparazón del humano. Ofrecen protección y movilidad, pero a su vez pueden llevarnos a una muerte lenta y dolorosa.
La fama y reyes del VHS
Su período más prolífico y llamativo ocurre en la década de 1980. Estas películas poblaron todo tipo de cines, con pósteres aterradores y atrayentes. Para luego formar una dinastía en el mundo del VHS. Todo cinéfilo/a alguna vez oyó nombrar estas obras, o al menos conoce las imágenes promocionales. Quien esté leyendo esto sabe de qué estoy hablando.
Primero y principal, Scanners (1981). Telepatías y poderes mentales que destruyen cabezas, como sandías y melones. Un proyecto que había escrito tiempo atrás y que logró abordar gracias a la carrera que estaba forjando. Conspiraciones y luchas por lo bajo de la sociedad. Esta es una de las mejores películas de ciencia ficción/horror, no solo de su tiempo, sino de toda la historia. A través de un relato envolvente, se vive el relato de estos sujetos denominados scanners, los cuales son capaces de todo tipo de actos y que si se lo proponen (como el antagonista) pueden dominar al mundo que conocemos.

Continuamos con una obra cúlmine en el período de oro del director. Videodrome (1983). Max Renn, un programador televisivo, busca proyectos eróticos que lleguen a los televidentes y muevan su interior. Así, se cruza con una señal escondida y prohibida que parece transmitir asesinatos en vivo. De esta manera comienza una odisea de horrores, mutaciones, muertes y órganos sexuales en los lugares menos esperados. A lo largo del tiempo, llegó al estatus de película de culto y creó un fanatismo enorme entre espectadores. Las críticas negativas y la incomprensión ante lo visualizado no movieron de su pedestal a esta colosal obra cinematográfica.
Por último, viene The Fly (1986). Basada en una película previa de 1958, esta adaptación cambia radicalmente la estética y narrativa de la versión anterior. El relato se centra en la relación entre un científico (interpretado por Jeff Goldblum) y una periodista (Geena Davis). Todo parece ir bien entre ellos, hasta que uno de los experimentos, realizados por este, genera que su cuerpo se fusione con el de una mosca, modificando su ADN. Así, su físico comenzará a mutar, hasta llegar al horror corporal y nauseabundo. Esta es el epítome del body horror, una obra que demuestra el poderío perturbador e insano de Cronenberg. También de culto, marcó un antes y después en la industria cinematográfica de la ciencia ficción y el fantástico.

Para ese entonces, ni el mismísimo Martin Scorsese se atrevía a conocer al realizador canadiense, temiendo que se tratara de un perturbado mental. Lo más sorprendente es que aquellos cercanos a Cronenberg lo describen como un tipo tranquilo, preciso y que expresa de manera clara lo que quiere. El famoso “no juzgues a un libro por su portada”.
Retornando a esta época de gloria, se asentó el talento de Cronenberg. Recibía propuestas de los estudios más grandes. Todos querían una porción de la gran mente creadora canadiense. Pero, de manera progresiva, las mutaciones y los horrores comenzaron a mermar en las siguientes obras. La vinculación se dio en los procesos mentales de los protagonistas. Un nuevo Cronenberg estaba por surgir.
El escritor que vivía en él
Como dije al principio, la escritura siempre formó parte de este director. Si bien el cine le permitió, en una medida razonable, escribir, su interés por la prosa literaria continuaba en su ser. Su máxima expresión llegó a partir de las adaptaciones. Nos quedaremos con dos principales en su filmografía, cuyos autores originales son palabra sagrada en el mundo literario.
Si bien el primer borrador de Stephen King no convenció a Cronenberg, el resultado final de The Dead Zone (1983) dejó a gusto al autor estadounidense, como a la crítica y a la audiencia. Se retornó a las bases de los poderes mentales, pero esta vez desde una perspectiva, en principio, ajena, pero luego apropiada y modificada. Un accidente que permite ver el futuro, y con ello llegar a evitar la extinción de la humanidad, suena bastante cronenberiano. Un relato convencional, pero ejecutado de forma magistral. Los dotes de autor y escritor, tanto de King como del mismo Cronenberg, se unieron para consagrar una obra notable y de los puntos altos en la no tan fácil carrera de adaptaciones de King. Si bien no llega a los talones de The Shining (1980), podría erigirse en un digno tercer o segundo puesto en dicha lista.

Es difícil colocar a la siguiente película en las diferentes secciones. Extraña, provocativa y cautivante. Naked Lunch (1991) puede sostenerse por sí sola en cualquiera de sus aspectos. A través del autor de la novela homónima, William S. Burroughs, Cronenberg supo comprender los pilares centrales de la obra. Conspiraciones, alucinaciones, cambios de identidad. Esta es una (sino la principal) de las películas más extrañas del director. Un exterminador de insectos asesina accidentalmente a su mujer, para luego escapar y verse metido en una situación delirante y rara, llena de alucinaciones, personajes extraños y presencias humanoides. Llena de misterio y productora de dudas, Naked Lunch es una de las obras más veneradas del realizador canadiense. Con la aprobación del mismo Burroughs, esta adaptación no hizo más que aumentar el estatus de genio de Cronenberg. Algo que parecía inadaptable fue llevado a cabo con maestría para lograr una de las mejores películas del siglo XX.
La psiquis de un nuevo autor
Las películas que continuaron fueron muy distintas entre sí. Hermanos gemelos con un extraño vínculo, el amor y el engaño entre un hombre y otra mujer que esconde un gran secreto, un futuro donde la realidad esta mezclada con la ficción de los videojuegos, la mente enrarecida y llena de traumas de un sujeto alienado en el mundo, y el mismísimo origen del psicoanálisis. La lista de estas tramas la componen: Dead Ringers (1988), M. Butterfly (1993), eXistenZ (1999), Spider (2002) y A Dangerous Method (2011). Estos relatos ahondan en la mente de sus protagonistas. Reflexionan sobre el accionar de cada uno/a y dejan la interpretación en manos de los espectadores. El “nuevo Cronenberg” tiene lugar en este popurrí de historias. Diferentes pero similares. Ya lejos (pero solo un poco) del horror corporal, ahora lo perturbador e inquietante viene de la mente. La violencia psicológica que causa secuelas, e incluso, la percepción que se tiene sobre el futuro no tan lejano. Similar al cambio de estilo del director estadounidense, Paul Thomas Anderson, en que este autor pasa de la espectacularidad de los movimientos de cámara y narrativa clásica, a lo introspectivo y personal. Cronenberg hace algo parecido, pero de manera más extensa. De los efectos prácticos y sustancias viscosas, pasa a los rincones del subconsciente.

Violencia sin fin
A partir del siglo XXI, Cronenberg consigue a un actor fascinante, quien logra interpelar sus relatos. Viggo Mortensen protagoniza una serie de películas junto al director. La ya nombrada A Dangerous Method, y las que respectan a esta parte: A History of Violence (2005) y Eastern Promises (2007). En ambas, Mortensen interpreta a personajes de violencia desmedida. Uno que guarda en secreto su pasado e instinto animal, y otro que lo ejecuta con total normalidad. Ambas obras se vinculan con el término “violencia”. Los personajes que se van interrelacionando se golpean, maltratan y asesinan con completa naturalidad. Si bien son dos relatos con culturas contrapuestas (Estados Unidos y Rusia), el director logra encontrar un punto común entre estos mundos, a primera instancia, distintos. Un análisis crítico entre la maldad humana y los secretos que cada uno/a guarda para sí mismo/a, pero que, ante situaciones críticas, afloran de la manera más horrenda posible.

La sociedad estadounidense
Aproximándonos al final, tenemos a dos películas recientes. Cosmopolis (2012) y Maps to the Stars (2014). Dichas obras se centran en la sociedad de consumo de Estados Unidos. De qué manera los sectores de más poder se manejan con total impunidad, pasando por arriba a los sectores más bajos. Desde el niño rico de Cosmopolis a las estrellas hollywoodenses de Maps to the Stars. Hay retazos de violencia desmedida, respectivas a las obras anteriores, pero estos dos relatos se sostienen por sí solos. Cronenberg ahora se mueve por aguas turbulentas y un tanto autorreflexivas. Su mirada respecto al mundo que recorrió durante gran parte de su carrera. No fueron bien recibidas por la crítica ni la audiencia, pero parecen tener un papel importante en las generaciones próximas. De aquellas películas adelantadas a su época.

¿Retorno?
La edición del Festival de Cannes de 2022 concibió el estreno de Crimes of The Future (2022), la última película de David Cronenberg. Con el mismo nombre que su vieja primera experiencia, allá por la década del 70, parece que el director canadiense vuelve a las bases fundacionales de su cine. Con el regreso de su actor fetiche, Mortensen, además del horror corporal, nuevos órganos, e incluso, la violencia, parece que se está ante una reversión, y a la vez, novedosa visión, por parte de Cronenberg.
Un autor con todas las letras, y merecimientos consecuentes de una larga y maravillosa trayectoria. Muchos dicen haber salido de las salas del festival francés, completamente asqueados y perturbados. Quizás estamos ante una tercera etapa de David Cronenberg. Puede que haya mutado, cambiado, pero siempre con la misma función; maravillar al mundo con historias únicas y sorprendentes.
Cronenberg tiene para rato, espero que ustedes también.