No Sudden Move: la no tan nueva de Soderbergh

El ecléctico director Steven Soderbergh se mete de lleno con un policial negro en la década dorada de las empresas automotrices. Hablamos de los años 50, post guerra mundial con el apogeo del “sueño americano” y con la ciudad insigne de ese crecimiento económico e industrial: Detroit. Para interiorizarse sobre lo que significó y significa esta ciudad para la historia de EE. UU., y también para el mundo cinematográfico, en el libro Compendium de la Revista 24 Cuadros tienen un dossier al detalle de Mariano. Pero bueno, vamo’ a reseña’.

Curt Goynes (Don Cheadle) y Ronald Russo (Benicio del Toro) son dos delincuentes caídos en desgracia ante los capos del hampa de la ciudad y son reclutados por el misterioso Doug Jones (Brendan Fraser) para asistir a un tercer cómplice, Charley (Kieran Culkin) en el robo de un importante documento de una empresa automotriz. La tarea para ellos dos es simple, vigilar a la familia del contador Matt Wertz (David Harbour) mientras este va con Charley para hacerse con el documento. Claro que no todo sale bien, y pronto se encuentran en un embrollo que desde un principio los tenía como elementos descartables. Para salir del bolonqui, dejan sus diferencias raciales de lado para unir fuerzas y descubrir quiénes quieren sus cabezas, por qué es tan importante el documento, quién o quiénes lo quieren y cuánto dinero pueden sacar de este.

Así puesto sobre la mesa parece una historia de enredos al mejor estilo de los hermanos Cohen, porque Curt tiene pasado y cuentas pendientes con la mafia negra liderada por Aldrick Watkins (Bill Duke) mientras Ronald es ninguneado por sus congéneres, además de tener un amorío con la mujer del capomafia Frank Capelli (Ray Liotta), el cual lo busca para vengarse. Cada uno tiene su meta, Curt: tener el dinero para irse a Kansas y ser libre, Ronald: tener el dinero para escaparse con la mujer de Capelli y obtener el prestigio de un buen golpe. Pero desde mi punto de vista, se convierte en una historia de grandes nombres pero personajes chatos, no logran empatizar como en las historias de los Cohen, como nos puede suceder con cualquier personaje de Fargo (1996) o El Gran Lebowski (1998). Las comparaciones son odiosas, y en este caso sin sentido, lo asumo, porque los tonos de esas películas no son el mismo que en esta, pero inconscientemente me hizo pensar en estos films, lo siento. Borrón y cuenta nueva. Prosigo. Las actuaciones son buenas pero en roles a los que ya nos tienen acostumbrados, incluso en los papeles secundarios de Jon Hamm como un detective que no sabemos qué pito toca, Liotta como un mafioso italoamericano getón y Bill Duke como un jefe del crimen frío y de pocas palabras. No quiero ponerlo como algo malo porque es una cuestión subjetiva mía, creo que todxs queremos ver a Bill Duke como un tipo frío y de pocas palabras como en Depredador (1987, John McTiernan) y a Ray Liotta gritando y riendo como escolapio. Lo bueno en el punto actoral es la vuelta del gran Brendan Fraser, que al parecer revitalizó su carrera con la serie Doom Patrol.

La fotografía de Peter Andrews me gustó mucho, por la paleta de colores utilizada en distintos momentos de la película, en especial, porque me dio la sensación de estar a tono con la genial banda sonora de David Holmes, mucho jazz, blues.

Soderbergh es un tipo que cuando puede le tira un palito al mundo de las corporaciones, al capitalismo, lo obvio es ir a su film de dos partes Che (2008), pero podemos recordar La lavandería (2019) sobre la corrupción del sistema capitalista y los Panamá Papers en tono de comedia negra, y una crítica al corporativismo de la NBA en High Flying Bird. En este caso, el ansiado documento que funciona como McGuffin, SPOILER ALERT, es nada más y nada menos que el prototipo de una tecnología que reduce las emisiones de dióxido de carbono de los caños de escape de los automóviles, y que las cuatro grandes corporaciones que lo fabrican acordaron mantener oculto. Es el llamado escándalo de los catalizadores.

Claro que no solo encontramos este rasgo distintivo del buen Steven, su ojo en la composición se nota a la legua, en especial, en la presentación de los dos personajes principales. Curt puesto en libertad, caminando por la calle con planos abiertos y fluidos, mientras que Ronald, en un lugar sin colores, cerrado, desordenado, marcando que no tiene control sobre nada, ni por el orden de su casa. Igual, lo más distintivo de Soderbergh es cuando sorprende. El tipo te quiere filmar una película con celular y lo hace, y en este caso, el tipo quiso usar el lente ojo de pez, y lo hizo. La verdad es que no lo aprecié mucho, no le encontré sentido, pero será porque lo vi en una pantalla chica, quizás esta apreciación cambiaría de verlo en el cine o en una pantalla de pulgadas generosas.

En conclusión, debo decir que el inicio es atrapante, genera intriga y engancha para saber qué va a pasar. Pero después de los primeros 15 minutos es como que se cae el relato, comienza a titubear e ir lento, creo yo porque en el primer acto se presentan tantas líneas secundarias con diferentes nombres y personajes que puede confundir un poco y hasta, quizás, hacer perder interés en el film. Lo más probable es que yo sea lento, ojo. Por eso, recomiendo tener paciencia y estar atentxs al principio. Tiene buenos giros, pero recae en la segunda parte. En el tercer acto, con la aparición de un personaje que no voy a spoilear, por arte de magia todas las piezas encajan y repunta hacia un final digno.