Historias Breves: el semillero del Cine Nacional

Semillero: lugar donde se siembran las semillas de las plantas para, una vez nacidas, trasplantarlas a un criadero u otro sitio. La definición en el diccionario es clara y concisa, por esta razón utilizamos esta palabra en el fútbol cuando nos referimos a las divisiones inferiores de todos los clubes, donde si se trabaja bien se nutre de promesas el futuro. En lo audiovisual, a veces, la misma analogía podría hacerse con la televisión. En el caso argentino, lamentablemente, en las últimas décadas la caja chica ha caído en una decadencia que ya poco o nada se apuesta por las producciones nacionales, y lo poco que se genera es repetitivo y de baja calidad, con las mismas dos o tres productoras detrás. Ante este triste panorama nacional, por suerte, surge gracias al Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y la Empresa Argentina de Soluciones Satelitales SA (ARSAT) la plataforma Odeón, luego renombrada Cine.ar, como alternativa a las plataformas de contenidos, pero pura y exclusivamente argentina. Cortos, largometrajes de ficción, series y documentales nacionales, cine clásico e independiente, incluso, producciones de reciente estreno, todo al alcance de un solo clic.

Como estudiante de cine, gracias a Cine.ar, unx tiene la posibilidad de ver obras de quienes nos enseñan y forman, extender de este modo las clases un poco más, viendo de primera mano los resultados, como por ejemplo en su momento Como una novia sin sexo (2016) y el documental Carlos Jáuregui: el puto inolvidable (2016), ambos de Lucas Santa Ana. También en catálogo estuvo La inocencia de la araña (2011), de Sebastián Caulier, presente ahora con El Corral (2017). Fabio Vallarelli con su ópera prima Tierra II (2017) y su cortometraje ¿Por qué te vas? (2018), y casualmente esto último encauza el tema antes de seguir por las ramas: la importancia y revalorización del cortometraje en Argentina, en un grito que dice “acá estamos” desde hace más de 25 años, gracias a Historias Breves, una antología de cortos que reúne el INCAA a través de un concurso anual: el semillero de nuestro cine, donde se curten las promesas del futuro, donde se forman lxs técnicxs que nutrirán la industria audiovisual y donde nacen o se reflejan estilos e ideas del contexto social y económico del país.

Historia breve del Historias Breves

Cuentan lxs que saben que hacia fines de los 80 y principios de los 90, el cine argentino pasaba por una crisis acuciante que se reflejaba en la baja cantidad de producciones nacionales en el lustro 88-93, que a duras penas pasaba de la docena. Ante los bombos y platillos de la elección de Gatica, el mono (1993) para ser representante de Argentina para una posible candidatura a los Óscar, su realizador, el gran Leonardo Favio (1938-2012) renunció a tal honor para hacer un llamado con respecto a la situación agonizante que atravesaba nuestro cine y, así, ser uno de los impulsores de una Ley de Cine que lo revitalizaría, por lo menos en parte, logrando la autarquía del INCAA (en ese momento llamado Instituto Nacional de Cine-INC) y su forma de financiamiento, con uno de los propósitos de que aumentara la producción nacional anual de películas.

Los inicios de los 90 llegaron con un auge en el crecimiento de estudiantes de cine y la creación de nuevas instituciones abocadas a la educación cinematográfica como la Universidad del Cine (FUC) y la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU), sumadas a la ya conocida CERC (hoy ENERC) y la llamada escuela de la resistencia IDAC (comúnmente, “la de Avellaneda”). Es decir, a pesar de la crisis había un interés descomunal en el estudiantado para volcarse al arte audiovisual con respecto a otros años. No soy sociólogo como para estudiar el fenómeno, pero es llamativo el dato. En especial, con el choque posterior que ocurre entre la nueva generación de cineastas (aquellos que conformarán el Nuevo Cine Argentino) con la generación predecesora. 

En 1992, Parisier, presidente del INCAA, presenta un concurso de cortos y el instituto financia la producción de los seleccionadxs y ganadores, y los proyectan a la medianoche antes de algún film. Claro que esto generó confusión entre lxs espectadores que pagaban una entrada para ver determinada película y les ponían antes un cortometraje. Imagínense las caras que miraban para todos lados y expresaban “me equivoqué de sala”. A pesar de esto, la semilla estaba sembrada, sentaba un precedente en que debajo había cineastas emergentes esperando su momento para demostrar su valía, y el tiempo, este concurso tendría su lugar en la historia renombrándose Historias Breves 0, la prehistoria de la muestra/concurso que nos compete.

Con este precedente, un par de años después, finalmente se hace la convocatoria del Historias Breves inaugural, que reúne 9 cortometrajes en 1995, dirigidos por Lucrecia Martel, Bruno Stagnaro, Daniel Burman, Sandra Gugliotta, Israel Andrés Caetano, Andrés Tambornino, Ulises Rosell, Pablo Ramos, Tristán Gicovate y Jorge Gaggero. Nombres más o menos conocidos en su mayoría, y que cualquier cinéfilx puede asociar con el surgimiento del Nuevo Cine Argentino. Este Historias Breves, al ser el primero (oficial), marcó un antes y un después, porque no solo reunió cineastas que obtuvieron renombre y lograron grandes óperas prima y cinematografías destacables, sino también porque marcaron un cambio con los modos de producción, más al alcance de la mano de una persona de a pie con el deseo de filmar. Plantaron el ejemplo para que el cine no se cerrara en 4 o 5 personajes de renombre reciclando historias con caras conocidas. Nos presentaron un cine más franco y creíble, con un lenguaje reconocible, naturalidad en sus personajes. El ruido se escuchó, porque este Historias Breves se mantuvo por semanas en cartelera y logró convocar entre 12 y 18 mil espectadorxs. Se revalorizó el cortometraje y había un nuevo cine emergente pidiendo pista. 

Cabe aclarar que Historias Breves y la Ley de Cine corrieron por caminos separados, fueron dos hitos casi simultáneos que incidieron de una manera positiva en el posterior cine nacional. Si bien hubo y habrá puntos para debatir y mejorar, la Ley de Cine marcó un mojón para fortalecer la industria cinematográfica argentina en ese momento. Hay una base para trabajar. 

Las siguientes ediciones, la 2 y 3, salieron con dos años de diferencia (1997 y 1999, respectivamente), se retrasaron por problemas de financiamiento, y entre que sí y que no, terminaron saliendo con productos de valor y nuevos nombres que se asentaron con el tiempo, como Santiago Loza, Quatrini, Liliana Romero, Hernán Belón y la figura del momento Andy Muschietti. 

A fines de los 90 y principios de los 2000, es sabido lo que ocurre en el país: corralito, crisis, Cavallo, helicóptero, mil presidentes. Historias Breves pasa a ser un lindo recuerdo en un cine que se mueve entre el NCA y producciones de Pol-ka y Telefé para la pantalla grande.

Con la llegada de cierta estabilidad en 2004 vuelve Historias Breves con, precisamente, historias que interpelan al público en general en esos años de ausencia, situándonos en un pueblo, en la crisis y el desempleo, la pasión argenta del fútbol. No es casual, el cine (el buen cine) refleja como ninguno las sensaciones y palpitaciones del pueblo según la época, y la vuelta del HB 4 no fue ajeno a esta sensación.

Con otro paréntesis entre idas y venidas, por un tiempo muchxs pensaron que el HB 4 sería el último. Por lo menos, ya se hablaba de cuota de pantalla, exhibición alternativa, permanencia en sala, y varias resoluciones del INCAA apuntaron a reforzar la producción de nuestro cine. Quienes tengan memoria recordarán los debates por una nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (Ley 26522), comúnmente llamada Ley de Medios, que tendría un impacto en el cine nacional, ya que era una iniciativa de contenidos audiovisuales y de fomento de la industria nacional. Buscaba reconocer y contemplar la capacidad productiva de la industria local, casi la misma premisa por la que se inició el Historias Breves en 1995. Así, en 2009 se hace el HB 5 y de manera ininterrumpida tendremos uno todos los años.

Las divisiones inferiores del Cine Nacional

La cantera de Argentinos Juniors es popularmente conocida como el semillero del mundo por la cantidad de grandes jugadores de fútbol que saca de forma constante. Es inevitable hacer un paralelismo con Historias Breves. Es el semillero del cine nacional.

Repasar uno a uno todos los cortometrajes y revisar las fichas técnicas no solo nos demuestran que salieron grandes cineastas, en especial en la primera edición, sino que estas figuras nutrieron la producción argenta en todos sus sectores. Muchxs directorxs de cortos del Historias Breves, si bien no continuaron con una ópera prima, pasaron a conformar departamentos de producción, fotografía, montaje, sonido, arte. 

Aunque con los tiempos que corren ya no tiene el mismo impacto en el público debido a la gran cantidad de oferta de contenidos en diversas plataformas online, contar con un espacio donde concursen cortometrajes de estudiantes de cine de todo el país es un acontecimiento que enriquece la formación de cineastas y técnicxs del cine. Y porque en cada muestra puede haber una vanguardia del cine nacional que pida pista. 

Pensar en cine de género en Argentina siempre fue mala palabra, siempre está el desmerecimiento de “en Argentina no se puede hacer terror, acción, ciencia ficción”, sin embargo, el coraje de hacer cortometrajes y mostrarlos revela que se puede. En Historias Breves se puede ver una diversidad de géneros y temáticas que abren las puertas para que otrxs cineastas y guionistas se animen.

Hablar del HB 1 ya es redundante con todo el material que circula y lxs grandes cineastas que salieron de ese primer certamen, Rey Muerto, de Lucrecia Martel, Guarisove, de Stagnaro, Dónde y cómo Oliveira perdió a Achala, de Rosell y Tambornino se volvieron, entre otros, en modelos para estudiar en las escuelas de cine. Pero ¿qué más podemos rescatar de las demás ediciones? Si vamos de cortometraje a cortometraje, tendríamos al finalizar un libro, y destacar a uno o dos solamente sería desmerecer al resto. 

Cabe también mencionar el corto Líneas de teléfono del HB 2 (1997), de Marcelo Brigante, con una trama fuerte y convincente que mezcla los viajes en el tiempo y la crudeza de los años de dictadura. En 1997 por un problema de líneas de teléfonos cruzadas un joven entabla una conversación con una joven, que resulta estar en 1980. Con un par de nominaciones, es uno de los cortos que más trascendió por fuera de esta antología. Pero si decimos trascender, vale la pena nombrar a Alberto Ponce, quien dirigió Vete de mí, uno de los poquísimos cortos documentales de todo el Historias Breves desde donde construyó una carrera sólida en montaje y edición, en películas como Tiempo de valientes (2005) y Crónica de una fuga (2006), y Fabián Forte, eléctrico en una de las producciones de este año y parte de la industria entre la dirección, cámara o como asistente de dirección y segunda unidad.

Con varios retrasos por la crisis económica que empezaba a asomar en el país –el cine siempre sufre antes que todxs los síntomas–, finalmente logra salir el HB 3 (1999). En sintonía con las anteriores ediciones Nostalgia en la mesa 8, de Andy Muschietti, destacó, y hoy en día más al tomar tanta notoriedad el director con su llegada a Hollywood. Fue una edición que nutrió el futuro del cine nacional con Vanessa Ragone en el área de producción (El secreto de sus ojos, Todos tenemos un plan), Pedro Onetto como compositor, Liliana Nadal, Rafa Menéndez y Nicolás Goldbart en montaje, Rodrigo Pulpeiro (El niño pez, 2009) como director de fotografía entre tantxs técnicxs más con suerte dispar en sus carreras.

La crisis fue larga, pero con un nuevo rumbo en 2004 sale el HB 4, con uno de los mejores cortos de todas las ediciones: Más que el mundo. Es destacable desde lo emotivo de la historia, pero aún más al revisar la ficha técnica. En 2020 su director Lautaro Núñez de Arco formó parte del equipo de guionistas de Tóxico, de Ariel Martínez Herrera. En sonido, Diego Gat (departamento de sonido en series como Castle Rock, Atlanta, Desencantada, de Matt Groening, y el film Relatos Salvajes), que no conforme con este corto participó en el sonido de otros tres cortos de esta edición. También remarco a la productora Agustina Llambi-Campbell (El estudiante, Muere, monstruo, muere) y al compositor Gabriel Chwojnik, quienes repitieron labores en la película de Llinás, La Flor (2016). Y para afirmar un poco más el por qué es uno de mis cortos favoritos en 26 años de Historias Breves, como coprotagonista tenemos a Betún, el perro de Los simuladores

Para el HB 5, nuevamente la espera fue larga, pero esta edición sería un mojón, si la primera en 1995 lo fue por la calidad y trascendencia, esta lo sería por la continuidad, dada la seguidilla de Historias Breves anuales. Me gustaría destacar el trabajo de Sebastián Caulier con un corto de género terror, Los extraños, para estudiar y apreciar cómo se trabaja el fuera de campo. Revisando las fichas de todos los seleccionados de esta edición, otra vez notamos nombres que aparecerán en producciones trascendentes del futuro, como el director de fotografía Julián Apezteguia (El Clan, El Ángel), Benjamín Naishtat (Rojo, 2018), o Laura Caligiuri en el departamento de arte (Muere, monstruo, muere).

Encontrar nombres es una sorpresa de cada Historias Breves, incluso aquellos que recién ahora hacen su camino, como por ejemplo Gwenn Joyaux, guionista en la serie Maradona, sueño bendito (2021) y con un logrado corto en el HB 7 llamado Cenizas. O el cortometraje Videojuegos del HB 10, con una nominación en la Berlinale de 2015. 

Las 18 ediciones en 26 años (19 contando el HB 0 de 1993) nos dejan una gran variedad en cuanto a los géneros y los temas tocados en el cine, un espejo de lo que llegaría más adelante a las pantallas grandes nacionales, como es la apuesta al cine de género. En su mayoría, cortos de gran calidad técnica, y en aquellos en los cuales pueda reprocharse una puesta en escena, la foto o el sonido, debería tenerse en cuenta que lo que prima en la elección de lxs ganadorxs de los Historias Breves es la idea.

Historias olvidadas

Como dije al inicio, Cine.ar da la posibilidad de ver qué filmaron aquellxs que enseñan, y tener todas las ediciones de Historias Breves disponibles también nos permite ver y aprender qué hacen y cómo lo hacen personas que arrancaron como unx. Nos permite soñar. 

En el último lustro, el concurso del INCAA es un reflejo de la situación política y económica del país. Las convocatorias de los últimos 5 años prácticamente fueron fantasmas, con una pésima comunicación. Había que estar muy atentxs para saber que se hacía el concurso, porque todos los años estaba en duda. Y no es casual que el HB 19 aún no se haya expedido sobre lxs ganadorxs, por lo cual no habrá Historias Breves en 2021, ¿será 2022 el año? ¿Se seguirá haciendo? ¿Habrá un interregno de varios años como en las primeras ediciones? 

Cuando me enteré de este concurso por un profesor del ISER, las condiciones eran sencillas, mandar storyline, sinopsis, argumento, guion, en fin, una carpeta de producción, indistintamente si eras estudiante de cine o cajero de un supermercado, pero desde hace unos años los requisitos se volvieron un poco más exclusivos, y se comprueba con el hecho de haber más cineastas de las instituciones amigas del INCAA. Esto pasa a ser una confirmación más de que el cine argentino se está volviendo a cerrar entre las calles Lima, Moreno y Giuffra de la Capital Federal. 

En fin, pase lo que pase, podemos vivir de lo pasado. De lo hecho. No sabemos si tendremos más Historias Breves para soñar, pero en y gracias a Cine.ar tenemos 18 ediciones, un total de 157 cortometrajes de distintos géneros (más 9 del HB 0, que hacen un número de 166 relatos) para recordar, revalorizar y… sí, otra vez, soñar.

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