Ridley Scott: Un recorrido por el honor y la venganza

Cuando me llegó la propuesta para el nuevo número especial de la revista, pensé: “¡en esta no participo!”. Ni el cine de acción, ni el de ciencia ficción, ni las grandes producciones estilo Hollywood atraen mi atención. Ridley Scott (el tema propuesto) aparece en mi imaginario como un director que encuadra en esas categorías. Thelma & Louise me interesó por el tema, por las actuaciones y también por la dirección. También 1492: la conquista del paraíso fue una película que me pareció buena. Son las únicas de este director a las que me asomé. Pensé que no pasaba nada si en esta ocasión no participaba, pero claro, integrar el staff de un número especial de Revista 24 Cuadros es una tentación muy grande. Vencido por Lucifer y el narcisismo me puse a investigar un poco sobre la obra de Ridley Scott y buscando un hilo conductor seleccioné tres películas: The Duellists (1977) y Black Rain (1989) y su laureada Gladiator (2000). Opté por ellas pese a que todas estas historias suceden en toponimias y en tiempos históricos muy disímiles, pensando que hay temas y mitos que las atraviesan por igual. Además, hay una película de Scott que aún no se estrenó y que se llamará nada más y nada menos que The Last Duel.

Elegí The Duellists por dos motivos, uno cinematográfico y el otro literario: el primero porque este film es el primer largometraje de Scott, lo cual me pareció un detalle interesante para tratar de descubrir por dónde pensó encaminar sus interrogantes este realizador. El segundo porque esta película está basada en la obra The Duel, de Joseph Conrad, uno de los mejores escritores de principios del siglo XX, toda una promesa en cuanto a novela de aventuras. 

Detrás de la idea del duelo, ya sea como lance caballeresco o como lucha de antagonistas, salen a escena el honor, la hombría, la venganza por el insulto, la ofensa o el daño, y tras de estos conceptos, siempre anida la idea de que el vencedor será acreedor de la Justicia Divina, del Designio del Juicio de Dios. Desde David y Goliat los hombres han combatido en nombre del valor, en aras del favor de la Verdad Revelada. 

La primera imagen de The Duellists presenta el cuadro en negro y la voz en off de un relator, continúa con una leyenda que sitúa el lugar y la época, para luego abrir con un impresionante paisaje de un bosque al borde de un lago en el que aparece una niña que lleva una bandada de gansos. Esta imagen de la niña y los gansos, al modo de la pintura de Pissarro o de los prerrafaelistas, preanuncia el marco del conflicto que se desencadenará entre dos oficiales del cuerpo de Húsares del Ejército de Napoleón, Gabriel Feraud (Harvey Keitel) y Armand d’Hubert (Keith Carradine). Un hecho aparentemente equívoco e insignificante se convierte en el motivo desencadenante de un encono que dura quince años y provoca varios duelos entre ambos. La nimiedad del hecho (la detención de Feraud ordenada por su jefe, llevada a cabo por D´Hubert y en presencia de una dama) provoca una reacción que no es totalmente comprendida por D´Hubert ni tampoco por el espectador. Revela una herida en la integridad del personaje de Keitel que solo él conoce. 

Fotografía, iluminación, vestuario y ambientación, la música original de Howard Blake, además de la verosimilitud histórica, todo este impecable conjunto, le valieron a The Duellists el elogio de la crítica y el premio a la mejor ópera prima en el Festival de Cannes (1977). 

Black Rain es una típica película de acción y suspenso. Nick Conklin (Michael Douglas) y Charlie Vincent (Andy Garcia) son dos policías de New York que deben trasladar a Osaka a Sato (Yūsaku Matsuda), un criminal japonés, sanguinario y psicópata. Al llegar al aeropuerto en Japón, Sato burla a sus custodios y se escapa ayudado por la mafia local. Ken Takakura interpreta a Masahiro Matsumoto, el policía japonés que ayuda y secunda a los neoyorquinos.

Nuevamente Ridley Scott utiliza el fondo negro en la primera escena, integrando un gran sol rojo que se convierte en la imagen de una escultura de un globo terráqueo, delante de la cual aparece Michael Douglas, campera negra y anteojos de sol, piloteando una moto (sin casco). Con el sol rojo ya se anuncia el escenario japonés, acompañado de escenas de motos a la carrera, hombres rudos con camperas negras y mafia oriental. Humo, niebla, cielos nublados y almacenes abandonados ponen un marco de caos, marginalidad y “ciudad gótica”.

Michael Douglas y Andy Garcia actúan el cliché que tantas veces hemos visto en la pantalla. 

El fracaso de la tarea encomendada se convierte en una obsesión para Nick Conklin, una cuestión de honor profesional. A partir de ese momento recapturar a Sato se convierte es su único objetivo. Luego la venganza será el elemento que, adicionado al orgullo herido, impulsará la acción. El duelo queda planteado: Conklin o Sato.

Black Rain fue nominada para el Óscar como mejor sonido y mejores efectos de sonido.

Gladiator es una película que bien puede encuadrarse dentro del género de la acción, a la vez que se inscribe en lo que conocemos como drama histórico o también como péplum, es decir “cine histórico de acción”.

En el año 182 (d. C.) Marco Aurelio (Richard Harris), emperador romano, presiente que morirá pronto, por lo que decide designar como su heredero a Máximo (Russell Crowe), uno de sus generales, para que este devuelva el poder al Senado y Roma se convierta nuevamente en República. Cómodo (Joaquin Phoenix), hijo del emperador, se resiste y discute con su padre. En la escena siguiente Marco Aurelio aparece muerto, no tuvo tiempo de nombrar a Máximo como su sucesor al trono del Imperio. La causa de la muerte no aparece explicitada, solo se sospecha. Cómodo manda apresar a Máximo y matarlo. Máximo, atado de pies y manos logra liberarse de sus ejecutores y huye, pero no puede evitar que Cómodo haga asesinar a su mujer y a su pequeño hijo. El daño y la ofensa están planteados y el duelo final será inevitable. 

Máximo termina herido y capturado como esclavo en el norte de África y es comprado por Antonio Proximo (Oliver Reed) y convertido en gladiador, podría decirse un supergladiador, invencible, sagaz y poderoso. Pero el objetivo y la obsesión de Máximo es enfrentar y matar a Cómodo, a la sazón, emperador del Imperio más grande de la Tierra. Antonio Proximo logra un contrato para llevar a sus esclavos a Roma, a luchar en el mismísimo Coliseo, y allá va Máximo con el resto del grupo.

En este film, Ridley Scott no repitió la performance de su ópera prima, no aplicó ningún rigor histórico, pese a los historiadores que contrató, y el vestuario muestra anacronismos, todo lo contrario con lo sucedido en The Duellists.

En esta película Scott vuelve sobre el tema del duelo como instrumento para la venganza y también como herramienta para restaurar lo justo. Con la eliminación de Cómodo mediante la lucha podría restaurarse el “buen gobierno” en Roma, como si con una acción tan individual y personal pudiera cambiarse el curso de la historia de uno de los imperios más grandes de la historia.

La película tiene una duración de dos horas cincuenta minutos. La acción intenta sostenerse y por momentos se hace llevadera. Cuenta con una importante banda sonora y numerosos efectos especiales y todo lo que se necesita para pensar en una gran producción. Se dice que gozó de un presupuesto cercano a los cien millones de dólares.

Gladiator recibió cinco Óscar en la 73º edición de la Academia, a mejor película, mejor actor para Crowe, mejor diseño de vestuario, mejores efectos visuales y mejor sonido. Además, recibió el Globo de Oro a la mejor película dramática y al mejor sonido.

En The Last Duel, film aún en proceso, protagonizada por Matt Damon, Ben Affleck y Jodie Comer, Ridley Scott retomaría las cuestiones del honor defendido mediante el duelo, en una historia que sucede en el siglo XIV. Un hombre reta a su mejor amigo ante la afirmación de su mujer de haber sido violada. Pero bueno, deberá esperarse el estreno para poder integrarla en este análisis.

En las tres películas que recorrimos, en la que se anuncia como próximo estreno, y más aún, en la historia del cine y la literatura, el duelo como herramienta de venganza y amparo del honor es una acción exclusivamente masculina. Las mujeres, en el mejor de los casos, cumplen el papel de víctimas ofendidas que deben recurrir a hombres fuertes y valerosos que las defiendan. El duelo se convierte en una forma de afirmación de la masculinidad.

Ridley Scott comenzó su carrera como realizador con un muy buen film donde se plantea hasta dónde el honor y la autoestima de los hombres se defienden a través de la confrontación violenta como modo de tener la razón, la Verdad Revelada. Parecería que desde The Duellists hasta Gladiator la idea del duelo, de la Justa de Dios, se iría consolidando. Esperemos al estreno de The Last Duel para ver si nos muestra una nueva mirada sobre el mismo tema.

Ridley Scott dio sus primeros pasos en su largo periplo como autor de largometrajes, a sus 40 años, explorando el mundo de los duelos, el honor y la venganza, y se acerca al cierre del ciclo, a los 84 años, delineando el mismo asunto. 

Esta y más notas en el Nro. 36 de la Revista 24 Cuadros