Swallow: tragando mandatos patriarcales

Swallow es la ópera prima de ficción del neoyorquino Carlos Mirabella-Davis, quien, hasta este momento, solo había realizado cortometrajes y codirigido un documental. La obra es una coproducción entre Estados Unidos y Francia, estrenada en el festival de Tribeca en 2019 y disponible en nuestro país en la plataforma MUBI.
El film narra la historia de Hunter (Haley Bennett), un ama de casa que parece salida de una publicidad de los años 50. Recién casada con Richie (Austin Stowell). Viven en una impresionante casa que sus adinerados suegros (Elizabeth Marvel y David Rasche) les obsequiaron. Sin embargo, más allá de su esposo y de su familia política, Hunter no tiene vida social: pasa su día decorando, limpiando y esperando a su marido con la cena perfecta.
El detonante en el primer punto de giro sucede cuando Hunter queda embarazada y desarrolla un trastorno de la alimentación llamado pica, un tipo de fagia basado en un deseo irresistible de comer o lamer sustancias no nutritivas y poco usuales; en el caso de la protagonista, elige una bolita, chinches, alfileres, pilas, adornos, dedales y otros tipos de piezas mucho más filosas. Mediante la ingesta de estos elementos, descubre el control que posee sobre lo único que es suyo en su vida: su cuerpo.

Los únicos momentos cuando se la ve con genuina satisfacción son después de tragarse los objetos: los expulsa, los limpia y los coloca sobre una vitrina, como si de trofeos se tratasen. La colección crece gradualmente hasta que todo se descubre cuando se va a realizar el primer ultrasonido y el feto no es lo único que se observa dentro de Hunter.
Richie, junto a sus padres, desarrollan una exhaustiva vigilancia sobre ella para proteger al futuro heredero de la familia a toda costa. Al principio llevan a Hunter con una psicóloga que le reporta todo a su marido; luego le ponen un cuidador que controla todos sus movimientos. Finalmente, cuando nada resulta, deciden internarla en un psiquiátrico hasta que finalice su embarazo.
Sin embargo, Hunter logra escapar de esa prisión de cristal y es allí donde se enfrenta a su terrible pasado familiar. La resolución final de la película se presenta a partir de un enfrentamiento con su pasado: cuando logra entender y superarlo, decide cómo resolver su presente. Una conclusión con un hecho mucho más cotidiano que el resto del film.

Si bien la puesta en escena trasmite esa atemporalidad de mitad del siglo XX, el film transcurre en la actualidad. El director utiliza este recurso para acentuar lo que la sociedad espera de muchas mujeres, incluso hoy en día: priorizar la maternidad y dejar de lado el control de nuestras vidas y de nuestros cuerpos.
La paleta de colores consta de colores vivos y apastelados que van reflejando el estado psicológico de la protagonista. El uso que se hace del color acentúa aún más el rol de Hunter en la casa, tomada como una parte más del mobiliario. El vestuario de la protagonista también lo subraya: refleja la viva imagen de una digna stepford wife: sumisa, dócil, joven y bella.
Haley Bennett entrega una actuación brillante, la cual le valió el premio a la mejor actriz en el festival de Tribeca. Logra capturar un personaje con muchas capas: la muñeca con voz suave y gestos delicados, una Hunter frágil que niega un devastador secreto sobre su origen, con un pasado carente de afectos que la lleva a estar en un presente similar, y finalmente, una mujer que poco a poco se va despojando de todo lo que socialmente le fue impuesto.

El director basó el personaje en su abuela, un ama de casa de los años 50 que, presa de un infeliz matrimonio, desarrolló una obsesión con la limpieza. Su marido la institucionalizó en un psiquiátrico donde le aplicaron terapia de electroshock y más tarde le realizaron una lobotomía. De allí parte la idea de Mirabella-Davis de darle a Hunter un final un poco más feliz, empoderada y con la posibilidad de una libertad que nunca le fue concedida a su abuela.
No obstante, y más allá de la temática, es una película muy lograda a nivel técnico. Con un trabajo de puesta en escena muy estilizada en contraposición con las impresionables imágenes de la protagonista cuando traga filosos objetos, logra un buen uso del tiempo para generar suspenso, y a la vez crea momentos realmente incómodos, mas no desagradables. Por momentos los planos parecen salidos de una pintura de Edward Hopper, donde se refleja la soledad de Hunter y el encierro que ella padece.
Swallow habla sobre el rol de la mujer, el control sobre nuestros cuerpos y de los mandatos a los que estamos sometidas. Uno de los grandes méritos de la película es que deja claro el mensaje que el realizador intenta plasmar: se nota una mirada sensible que critica a las estructuras patriarcales.
Sorprende gratamente que sea una primera película.
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