Los Ilusos #11: a malos estrenos, buenos clásicos

Hola, ¿cómo están? La verdad es que ya se me acabaron todos los chistes o las aperturas ingeniosas para romper el hielo. Quería decir algo perspicaz con relación al dólar, tarjetas de crédito y todas esas cosas, pero no se me ocurrió nada. Al final la señora tenía razón, cada vez estamos más cerca de ser Valenzuela.

Esta semana, además, me costó mucho armar la columna. No vi nada demasiado recomendable del radar de novedades y no me llegó la invitación para cubrir San Sebastián y Toronto. Más allá de eso, de algo vamos a charlar. Hace unos días Netflix estrenó Cuties o Guapis (qué carajos es esa traducción), una película que levantó muchísima polémica antes de su lanzamiento, pero que después nadie se encargó de mirar; el monopolio rojo también estrenó un documental sobre el uso de las redes sociales; y por último, en Mubi van a encontrar un ensayo documental sobre la perra Laika y su fantasma que deambula por las calles de Moscú.

Tenemos también algunas misceláneas atemporales, que son las que me salvaron esta semana: la ópera prima de Arturo Ripstein, una película de Antonioni y una protagonizada por Bette Davis.

Por supuesto, hay algunas cuestiones para actualizar en la situación del Instituto que vamos a mencionar y, no podía faltar, un libro para recomendarles.

Sin más dilaciones, arranquemos. No vaya a ser cosa que esto se alargue hasta que Japón termine su Gundam tamaño real.

Estrenos no tan buenos: Cuties, The Social Dilemma y Space Dogs

Cuties (Mignonnes, en el título original francés) es la ópera prima de la cineasta francesa Maïmouna Doucouré, que fue duramente criticada por izquierda y derecha en una polémica inentendible durante los días previos al lanzamiento digital de su película, luego de haber sido galardonada en el último festival de Sundance.

Grosso modo, la película cuenta como Amy, una niña musulmana con descendencia senegalesa, se hace amiga de una serie de niñas que le hacen experimentar nuevas vivencias a partir de la influencia de la cultura de internet y la sexualización de las infancias.

Por supuesto, nadie había visto la película y ya había férreas voces en su contra. Tanto de sectores conservadores como progresistas, se le achacaba la idea de promover o incitar a la sexualización infantil. La verdad es que la película es bastante mala, pero por ninguna razón como esa, más bien lo contrario: intenta hacer una crítica a la forma en la que se impone la cultura occidental a los niños, pero lo hace desde el señalamiento más burdo y subrayado posible.

La crítica se pierde en el momento en el que la realizadora comienza a bajar línea y a forzar una empatía con su discurso señalador de estas conductas. En el panfleto, todo termina bastante impostado y banalizado. Los únicos momentos bellos del film los aportan las niñas que lo protagonizan, que tienen una gran frescura y comodidad en pantalla, pese a su corta edad.

Si vale la pena o no ver esta película, eso decídanlo ustedes. A mí no me convenció nada, pero no por los motivos que levantaron polvareda. Más que promover la sexualización infantil, la película hace una crítica muy obvia y muy poco profunda del asunto.

Otro de los estrenos más o menos recientes del monopolio rojo es un documental que se llama The Social Dilemma, que es básicamente como si los mayores desarrolladores de las redes sociales se arrepintieran de forma masiva ante algún juez rancio de Comodoro Py, pidiendo que los perdonen y entregando la fotocopias de los cuadernos de Zuckerberg y sus amigos para que los vayan a buscar a todos.

También es una película bastante problemática. Tiene una línea de ficción robada de Intensamente, de Pixar, que es bastante floja y además, aunque el punto de partida es interesante, las conclusiones son un tanto erradas. Según estos muchachos, el desarrollo voraz del capitalismo no tiene nada que ver con la forma en la que utilizamos las aplicaciones, y no solo eso, por momentos pareciera que sus principales beneficiarios son los populismos latinoamericanos. Tenés que tener una confusión muy grande en el marote para unir así esos puntos.

Por fuera de eso, al igual que sucedía con Nada es privado, el documental sobre Cambridge Analytica, la película pierde de vista que en su mayoría estas redes sociales no determinan los comportamientos, sino que orientan ideas que las personas ya tienen en sus cabezas y las ubican dentro de su dinámica de funcionamiento. El tema se aborda desde una posición muy problemática que cae en el determinismo y en la idea de que las redes sociales definen los comportamientos humanos, como si no hubiera ninguna responsabilidad nuestra al interior de esas dinámicas. Insisto, un buen punto de inicio, una buena problematización, abordada en clave de charla TED, y ni siquiera una de las más logradas.

Finalmente, Mubi estrenó Space Dogs, una suerte de ensayo documental/documental observacional dirigido por Elsa Kremser y Levin Peter, que compitió en Locarno el año pasado y que tuvo un recorrido más que interesante en festivales temáticos hasta su lanzamiento en la plataforma.

La película cuenta la relación espectral entre la perra Laika (el can que fue lanzado en 1957 al espacio por la Unión Soviética y que falleciera horas después por un sobrecalentamiento, mientras la nave estaba en órbita) y una perra callejera que deambula por las calles de Moscú en el presente.

Si no fuera porque tiene una secuencia completamente innecesaria, más abyecta que el travelling de Kapo, les diría que me gustó y que me parece una propuesta interesante para entender un poco más sobre Rusia y su idiosincrasia (dato de color, el film es austriaco aunque está filmado en las tierras de Putin). Esta secuencia que les comento es tan repugnante y tan poco ética que la verdad me hace difícil poder recomendar este film a alguien. Y lo voy a decir, porque ya fue, convengamos que me importa muy poco spoilearles: en un “dudoso” fragmento los realizadores muestran cómo la perra caza un gato y lo mata en cámara. La forma en la que lo representan es como un acto de diversión, por supuesto, esa lógica no es aplicable a un animal, pero el regocijo en esa intención documental casi me hizo sacar la película.

Misceláneas atemporales: Tiempo de morir, La noche y Cautivo del deseo

En el marco de un ciclo que viene llevando Fernando Martín Peña en el canal de YouTube del MALBA me encontré con Tiempo de morir, la primera película del realizador mexicano Arturo Ripstein. La película es una historia que vimos muchas veces, pero contada de una forma maravillosa: un hombre que cometió algunos pecados regresa al pueblo para continuar con su vida y no es muy bien recibido. Les diré solo eso y además agregaré que presten atención al final, el film tiene la mejor secuencia de duelo de pistolas que yo recuerde. Es una verdadera joya.

Una película que había visto, pero que volví a ver porque me la comentaron en una conversación es La noche de Michelangelo Antonioni. Un hermoso relato sobre el fin del amor de una pareja burguesa en crisis. Dura dos horas, menos que la bosta de The Devil All the Time, y está protagonizadoña por Jeanne Moreau y Marcello Mastroianni. Imagino que la mayoría que está leyendo esto ya la vio, si no lo hicieron es el momento. O no, todo depende de cómo anden las cosas en casa.

Por último, una película que encontré buceando en Mubi es Of Human Bondage o Cautivo del deseo, un film de 1934, dirigido por John Cromwell, y por el que Bette Davis fue nominada al Óscar por primera vez en 1935. Es, por supuesto, una historia de sufrimiento y desamor que no pasa ninguno de los filtros actuales, donde el personaje de Davis es el más malo del mundo, solo por estar en una situación de vulnerabilidad y tratar de sobrevivir como puede. Más allá de eso, la construcción dramática de la película es notable y tiene momentos de puesta en escena que son brillantes. Posee, además, una duración más que amigable de 83 minutos.

Un poco de polémica no hace daño: Crímenes de familia a los Goya y otras cosas en el INCAA

Se nota que es un año un tanto turbulento y con estrenos módicos para que Crímenes de familia haya sido elegida para representar al país en los premios Goya. No la eligió su productor, no seamos malos, fue la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina. Una lástima, era la oportunidad de Carnevale. Pobre Marcos, ya va a llegar.

Es difícil pensar en lo devaluadas que están estas discusiones en el país. Una industria poco robusta, con escasos «exponentes» para exportar para estos eventos, y una decisión institucional de no apostar por películas más pequeñas y personales hacen que lo mejor de nuestro cine argentino trascienda en el mundo solo por los festivales de cine. Cada vez más, hacemos películas para un público muy pequeño, que se conoce entre sí y que se festeja los chistes. No muy distinto es lo que ocurre en la crítica y en la escritura cinematográfica. Algo de todo esto, y muchas otras cosas más, las mencionaba Llinás en su polémico –pero muy atinado y recomendable– artículo publicado en la Revista Crisis.

La producción tendría que tender a encontrar un mayor equilibrio en la distribución. En un año donde CineAr y las plataformas digitales fueron tan importantes, algunas pistas deberían poder vislumbrarse. No es razonable que grandes películas tengan públicos tan pequeños, y no creo que solo se pueda culpar de ello a la falta del cumplimiento de la cuota de pantalla de los grandes complejos. Se me vienen a la mente, como mínimo, cuatro o cinco películas más interesantes que Crímenes de familia estrenadas durante este año para ocupar esa representación, pero claro, jamás elegirían a un ensayo documental o a una película pequeña. En fin, es una discusión de nunca acabar, sobre la cual en algún momento deberíamos abocarnos más en profundidad desde este espacio.

Siguiendo con el tole tole de todas las semanas, la RAFMA publicó en este hilo una serie de impresiones a partir de un primer diálogo establecido con los representantes regionales ante la Asamblea Federal del Instituto. Más allá de lo valioso de este acercamiento, todavía no hubo respuesta formal al reclamo, que aún continua.

Como comentamos en otras entregas, la red de festivales de cine supone que la medida del INCAA de descentralizar los fondos asignados al Programa Nacional de Festivales de Cine en las carteras de cultura de cada provincia puede significar la muerte de muchísimos espacios, que dejarían de contar con el apoyo de los gobiernos locales por una falta de interés directa en la materia. Insisto en que es un problema que rápidamente el INCAA debería despejar y zanjar. No se entiende cómo siguen sin comunicar nada al respecto.

¿Qué estoy leyendo? Cómo analizar un film, de Casetti y di Chio

Hay varios libros y textos para entender cómo se articula el lenguaje cinematográfico y cómo funcionan las diferentes herramientas que componen la puesta en escena; sin dudas, el de Francesco Casetti y Federico di Chio es de los mejores.

Es un libro breve, poco rebuscado y que además plantea de inmediato una relación directa entre su finalidad y los contenidos. No busca ni más ni menos que la posibilidad de que el lector incorpore mejores herramientas para analizar un texto fílmico, entendiendo como funcionan nociones básicas de cinematografía:

  • Puesta en cuadro, puesta en serie y puesta en escena.
  • Articulación del espacio y tiempo cinematográfico.
  • Focalización y punto de vista.
  • Utilización expresiva de la imagen y el sonido.

Pero, además, propone técnicas y formas para estructurar un análisis y un texto sobre una obra cinematográfica.

Se consigue con mucha facilidad en el país (de hecho, se los dejo en PDF), tiene varias reediciones de Paidós Comunicación.

Y bueno eso fue todo, nos vemos la semana que viene.