The Rental: como en casa

El mundo se cae, pero los cines estadounidenses estrenan películas. Así como el capitalismo de plataformas, Hollywood no para, y en julio de este año Dave Franco pudo hacer su debut como director de largometrajes con The Rental. De las películas de terror de este año pandémico, me pareció de las mejores.
No es un guion original: dos parejas alquilan una opulenta casa en las afueras para pasar el fin de semana y relajarse antes de entrar de lleno en el proyecto laboral de los dos amigos, Charlie (Dan Stevens) y Mina (Sheila Vand). Él está en pareja con Michelle (siempre brillante Allison Brie, esposa de Franco en la vida real) y ella con el hermano de Charlie, Josh (Jeremy Allen White), un joven con un pasado un poco violento que logró enamorar a la inteligente Mina. La película plantea de forma efectiva la tensión erótica entre Charlie y Mina, los vemos brevemente al comienzo mientras eligen una propiedad por Airbnb (o una plataforma similar) que, aunque cara, les garantizará el disfrute por esos dos días que no pasen en sus propios hogares. Es obvio que ellos se gustan y que la convivencia, aunque sea también con sus respectivas parejas, traerá algún problema. Podemos pensar que la primera parte de la película solo se dedica a este conflicto, haciendo entrar muy lateralmente la amenaza externa. El hombre que les alquila la propiedad (Toby Huss) es un poco racista, y desestimó la solicitud de Mina y aprobó la de Charlie, sin más razón aparente que el apellido de la joven. Además es un poco misógino, se dirige solo al hombre, al macho alfa y rebaja las intervenciones femeninas. Al contrario de Michelle, que al comienzo parece sumisa y tranquila, Mina es una mujer frontal que se indigna con la injusticia.

Los personajes toman éxtasis la primera noche en la casa y en una secuencia, que me hizo recordar la de The House Beach, todo se enrarece, pero esta vez no para el lado sobrenatural. Dije que no era original, dos parejas en una casa alquilada (equivalente a la cabaña para el género en este caso) empiezan a sufrir los embates de una amenaza externa. Es difícil no hacer spoiler, tengo que adelantar algo de la trama: Charlie y Mina descubren que la casa tiene cámaras ocultas que los han estado registrando en su intimidad: duchas, camas, etc. La ajenidad y extrañeza de la casa no pasa por la presencia de un ente sobrenatural sino por alguien que los observa en contra de su voluntad. Porque, por supuesto, los personajes han hecho algunas cosas que no quieren que sean vistas. La relajación del fin de semana, la comodidad de la casa, propició el comportamiento censurable, y Charlie y Mina temen que sus parejas se enteren de cómo terminó la noche de éxtasis.
Los personajes son consistentes, las relaciones entre ellos se van moldeando a medida que actúan y más allá de algunos parlamentos sobreexplicados lo que va ocurriendo en la escalada de terror resulta verosímil. Y esta es la clave de The Rental: la resolución del conflicto interpela al espectador que ha estado en una situación similar, alquilando una casa ajena en unas vacaciones o un fin de semana de dispersión. La cosa termina como tiene que terminar, obediente a las convenciones del género, pero es durante los títulos que recibimos una información visual que logra convertir en algo mucho más terrorífico lo que acabamos de ver.

Parece que Franco dijo que estaba interesado en hacer una franquicia, sinceramente espero que no, porque convertiría a The Rental en otro slasher y, al menos en esta primera entrega, el film logra ser algo más. Lo que sí espero son otras películas dirigidas por él, porque es un digno debut que logra integrar un miedo muy de esta época a un género perteneciente a otra y juega adecuadamente con la idea de la intimidad y lo difícil que es sentirse cómodo en un lugar ajeno o, directamente, confiar en los demás.