High Score: esos raros jueguitos nuevos

Subido a la ola de la nostalgia con más emoción que Berni en una armería, Netflix nos trae otro producto de visionado simpático y de fácil digestión para todos aquellos que alguna vez gastamos nuestras monedas en casas de videojuegos: High Score. La premisa aborda los inicios de esta multimillonaria industria, la cual surgió casi por accidente, con personas que aprendían y creaban como podían, entre la intuición y la genialidad.

Sin embargo, vale hacer una aclaración: para ver High Score hay que tener en cuenta que es imposible condensar la historia de los videojuegos en 6 episodios de aproximadamente 45 minutos. Hay que aceptar que, inevitablemente, quedarán cosas afuera. Por eso, lo ideal es definir a High Score como una docuserie que desarrolla hitos específicos dentro de los primeros años de los videojuegos.

Así, cada episodio está centrado en un hecho particular: el primero sobre el fenómeno Space Invaders y Pac-Man, el segundo sobre la llegada de la NES y Mario Bros., el tercero sobre los RPG inspirados en Dungeon & Dragons, el cuarto en la guerra Nintendo vs. Sega, el quinto en el boom de los juegos de pelea como Street Fighter II y Mortal Kombat, y el sexto en la aparición del 3D y Doom con su modo de juego online. Todo perfectamente condimentado con entrevistas a los principales responsables de cada proyecto, los cuales brindan por momentos información rica en anécdotas y situaciones que, al día de hoy, suenan extrañas e imposibles. Acompañan cada historia la narración de Charles Martinet, mejor conocido como la voz de Mario, y coloridas secuencias de pixel-art acordes a la estética de los 8 y 16 bits.

Destaco, además, las declaraciones de aquellos deportistas electrónicos iniciales, como ser la primera campeona de un torneo oficial de videojuegos, Rebecca Ann Heineman, jugando Space Invaders; o Chris Tang, ganador del Rock the Rock, un evento que promocionaba la salida de Sonic & Knuckles con una final a todo trapo en Alcatraz, lugar apodado justamente, La Roca. Además, merece una mención especial y un párrafo aparte la historia de Howard Scott Warshaw, programador del nunca bien ponderado E.T. the Extra-Terrestrial para la Atari 2600, quien hace una aparición para explicar su versión de los hechos.

Hay algunas digresiones, como por ejemplo el capítulo de la guerra entre Nintendo y Sega que en realidad cuenta la versión de Sega y su plan para competir con el gigante japonés. No hay un palmo a palmo, sino más bien una narración del plan de marketing que llevó a la Génesis a patear el tablero con un irreverente Sonic. O la historia del John Madden Football, algo que pasará inadvertido para quienes no comulguen con este “deporte” estrella de Estados Unidos.

Pero, en general, High Score es un documental entretenido y cómodo de ver. Cada capítulo es un cúmulo de información interesante y, particularmente, me encontré con elementos sorpresa al saber que en la base de grandes videojuegos estuvieron involucradas mujeres de las que poco o nada se sabía (como el caso de Roberta Williams y las aventuras gráficas de la empresa Sierra).

Sí, por supuesto, quedan cosas afuera, como la aparición del CD y la alianza rota entre Sony y Nintendo, que llevó al desarrollo de la PlayStation (La Estación de Poder, diría Iorio), el impulso en las consolas portátiles, o los juegos de estrategia de la segunda mitad de la década del noventa. Sea lo que sea que haya quedado afuera, siempre hay posibilidades de una segunda temporada. Y allí estaremos, porque a mí también me roban con el curro de la nostalgia.