Better call Saul, en el camino a casa

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En febrero de este año se estrenó la que muchos supusimos última temporada de Better Call Saul. Por suerte, entre los anuncios de sus creadores y el final que vimos este martes 21 de abril, sabemos que por lo menos queda una temporada más de la serie que se ha puesto a la altura y por momentos por encima de una de las mejores de todos los tiempos, Breaking Bad. Es que lo que surgió como un spin-off (y también como precuela) en la cabeza de Vince Gilligan y Peter Gould nos deja la sensación de superar al maestro: supo construir el equilibrio perfecto entre la autonomía y el diálogo con Breaking Bad. Cada vez que la recomendé, y lo hice muchas veces confieso, aclaraba que si se había visto la monumental serie protagonizada por Bryan Cranston seguramente se iba a disfrutar “más”, pero que, si no, se podía ver perfectamente.

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Y esto es claro en la quinta temporada de Better Call Saul, para mí la mejor hasta ahora. Porque este equilibrio, este juego “a dos puntas” se ha perfeccionado a tal punto que hemos visto a los personajes crecer y al mismo tiempo la historia encaminarse al inevitable final: Jimmy McGill (Bob Odenkirk) se convertirá definitivamente Saul Goodman, el abogado todoterreno del caos. Entonces, lo que sucede nos entusiasma y angustia en igual medida, vemos a nuestros queridos personajes encaminarse hacia ese abismo (que Better Call Saul estuvo mostrando tan bien en las intro blanco y negro) y sabemos que asistimos a los momentos finales de varios. Creo que la pregunta que en esta temporada ya se hace insostenible es ¿qué va a pasar con Kim (Rhea Seehorn)? Es, quizá, el personaje que más ha crecido durante las cinco temporadas y con el que más comprometidos afectivamente nos vemos, porque sabemos que Kim no está en el futuro de Jimmy. De él sabemos qué esperar, y sin embargo, los niveles de tensión que maneja la serie, en general, pero sobre todo en los capítulos 8 y 9 de esta temporada tienen un impacto fuertísimo en el espectador que, entrenado por Breaking Bad y por la misma Better Call Saul, mira la serie esperándolo. Ambas en este sentido han logrado hacer sentir a sus espectadores como adictos y ese es un diálogo “forma y fondo” interesante. Es curioso que teniendo la información sobre el futuro de la mayoría de los personajes igual atravesemos la quinta temporada con sentimientos que rozan la desesperación. La serie en este sentido es muy inteligente, ha encontrado el perfecto equilibrio entre contar una historia nueva y hablarnos de un universo conocido.

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Las tramas de todos los personajes se ven aceleradas en esta quinta temporada que, como la anterior, nos fue llegando en dosis semanales. Esta también es una apuesta interesante, Better Call Saul no es la sustancia fácil de digerir, muchas veces de mala calidad, que vemos a montones en Netflix; hay un compromiso en Better Call Saul por contar una historia con tiempo y belleza. Las actuaciones de todo el cast son impecables, Giancarlo Esposito (Gus Fring), Jonathan Banks (Mike), Michael Mando (Nacho), Tony Dalton (Lalo), Patrick Fabian (Howard), Mark Margolis (Héctor Salamanca) y los ya mencionados Odenkirk (Saul) y Sheehorn (Kim). El guion permite brillar a cada uno en esta especie de encrucijada de historias que es, lisa y llanamente, la convergencia de las dos vidas de Jimmy/Saul, de sus dos existencias posibles: el (ya casi del todo) pasado abogado de cierto prestigio y el (no tan) futuro abogado de los narcos y delincuentes. Hasta, incluso, creo que está plasmado en la forma este encuentro crucial, en ese escenario recurrente de la temporada que es el punto del desierto en el que los personajes intercambian, droga, dinero, lo que sea, donde los personajes se cruzan. Y este es el corazón de la quinta temporada. El cruce en cuanto encuentro, pero también el cruce, podemos pensar, en el sentido de “pase” al otro lado. El personaje de Kim nos sorprende en este sentido, ha ido corriendo su propio límite de manera insospechada. Nacho, Mike, el propio Jimmy, ya habían hecho esto de “pasarse”, de cruzar ese límite y llegar al otro lado, sin embargo, se intensifica este movimiento en los últimos capítulos. “Breaking bad” es bastante intraducible para nosotros, algo así como “volverse” malo; en el español tenemos una expresión que seguramente el inglés no, la de “sarparse”, que es esta idea de “pasarse” pero dicha al revés. Bueno, creo que esta palabra me sirve: la quinta temporada de Better Call Saul se sarpa. Se sarpa en la fotografía, en el soundtrack, en las actuaciones, en el guion, la dirección, cada detalle está por una razón, no sobra una palabra de los personajes, cada capítulo tiene la duración justa y necesaria. Creo que estamos ante un caso de perfección en una serie, afirmo, a riesgo de sarparme.

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No sabemos de cuánto será la espera para seguir la historia; quienes ya vieron el capítulo final acordarán en que cualquier tiempo será excesivamente largo y agotador, nos tendrá pensando en el final, que es el regreso al “origen”, a una casa en la que sabemos que nadie se sentirá cómodo, pero es un cruce inevitable.