Reseñas BAFICI: PARTE I
No tiene demasiado sentido hacer un prólogo muy extenso. La situación ya fue aclarada y pueden leerla aquí.
Personalmente, como la persona de la revista que usualmente se encarga de realizar y coordinar estas coberturas sólo quiero agregar que el contexto brindado para poder trabajar es lamentable. Tradicionalmente escribimos sobre todo lo que veamos, nos guste o no. Lo hacemos con buena leche, intentamos rescatar los elementos más relevantes de los films, ya que el objetivo siempre es difundir. Si la película es espantosa, directamente no escribimos.
Este año, la situación se modifica. Los motivos son dos :
En primer lugar, por estricta decisión del festival, pudimos ver menos películas. Esto es indudable y no se debe sólo al dinero para comprar una entrada. No nos avisaron, nos dieron otra acreditación y sólo nos enteramos al retirarla. Con tiempo nos podríamos haber procurado nuestras entradas para las funciones que nos interesaban; hoy, con el festival ya comenzado, esto no es posible ya que muchas de las entradas están agotadas.
Luego, en segundo lugar, decidimos nosotros escribir sólo sobre aquellas películas que entendemos que tienen valor o merecen ser reseñadas. Obviaremos las que no nos gustaron y aquellas que probablemente tengan estreno comercial.
Ahora sí, dejando los preámbulos de lado, este es el primer posteo de reseñas.
Competencia Internacional
“Hoy Partido a las tres” Dir. Clarisa Navas
Hoy partido a las tres presenta una serie de elementos que se podrían considerar recurrentes en un tipo de narrativa cinematográfica nacional cada vez más presente. La película podría fácilmente ubicarse al lado de lo que sería la obra de Rosendo Ruiz o José Campusano –más el primero que el segundo-. Sin embargo, el resultado es completamente diferente.
La relación con los realizadores citados aparece dada por varias cuestiones. Por un lado la salida de Buenos Aires como el epicentro del relato audiovisual. Por salida no me refiero sólo a lo territorial, se trata de la mirada y el modo de contar. Muchas películas nacionales transcurren en otras ciudades, sin embargo se filman como se filma Buenos Aires. Acá es donde Ruiz innova y acentúa sus películas para retratar cómo serían el cine si ocurriera en Córdoba, con cordobeses y su idiosincrasia. Navas emprende entonces un camino similar con relación al Litoral y sus personajes, y digo litoral porque no hay muchas referencias concretas respecto a donde suceden específicamente los hechos, y es por eso que considerarla una película argentino-paraguaya cobra un sentido político y no sólo productivo.
La realizadora emprende un relato atravesado por muchas mujeres. Mujeres protagonistas, mujeres líderes y mujeres que ocupan espacios que en cualquier película serían ocupados por hombres. Los personajes masculinos, casi inexistentes, sólo aparecen como funcionales a la trama. Disparan conflictos o situaciones mínimas y poco relevantes que ayudan a avanzar en el relato.
El argumento, del que no he dicho una palabra hasta ahora, tampoco es relevante. No es una película sobre una serie de equipos de fútbol femenino que van a un torneo organizado por un puntero de un candidato a intendente litoraleño. Lejos de todo eso, es una película acerca de un grupo de chicas que esperan para jugar un partido de fútbol. Partido que se retrasa hasta el cansancio, casi como un elemento surrealista digno de Buñuel.
En esa espera está la construcción de una película humana. En la que sus personajes con complejos y expresan problemáticas y contradicciones sin ser juzgadas o victimizados. Sin ser glorificados tampoco. Se apela entonces a la naturalidad y normalidad con la que se debe aspirar que estas situaciones se den en nuestra sociedad. Son sólo chicas que juegan a la pelota y tienen sentimientos –entre ellas y con terceros/as-.
Navas entonces va un paso más y logra algo que películas como las de Campusano no alcanzan. Retrata con un nivel de naturalidad a sus personajes de un modo en el que la ficcionalización pega la vuelta completa y convierte a la imagen en realidad. No estereotipa, no humilla a los no actores; todo lo contrario, trabaja con ellos, los hace interpretar y lograr que esa interpretación sea lo más genuino que la representación permite alcanzar.
Selección Oficial Fuera de Competencia
“Atrás hay relámpagos” Dir. Julio Hernández Cordón
La nueva película del director de “Gasolina” y “Te prometo anarquía” vuelve a poner el foco en el retrato generacional de la juventud latinoamericana. Esta vez no es Guatemala o México sino Costa Rica el epicentro donde la acción toma partido. Sole y Ana son dos adolescentes –bordeando la post-adolescencia- que tienen una de esas amistades longevas e inquebrantables.
Sucede algo, un disparador insospechado (que no tiene sentido spoilear y que, además, es inexplicablemente abandonado luego). A partir de este hecho una serie de reflexiones van apareciendo con relación a como se construyen los vínculos en un momento determinado de la vida y cómo estos jóvenes emplean cotidianamente su vida diletante.
Estéticamente la película es preciosa, con secuencias muy logradas con escasos recursos. Belleza en los recorridos -de la cámara y de los personajes-, con un cariño y nostalgia que invade la pantalla de forma muy precisa. Sin embargo, la película construye todo el tiempo sobre la nada. Los disparadores narrativos se pierden, no se retoman y no hay ninguna reflexión sobre eso. El film entonces rompe con ciertas convenciones de un modo caprichoso e innecesario. No toma una postura, no tiene un justificativo y ahí es donde cualquier interés se desvanece por completo. Una verdadera pena, porque realmente el material y los personajes eran más que los indicados para generar un relato que tuviese una entidad mucho más profunda.
Cinefilias
“Como me da la gana II” Dir. Ignacio Agüero
A mediados de los 80’, en plena dictadura militar, el realizador chileno Ignacio Agüero decidió acercarse a varios colegas que por aquellos días estaban en rodaje de futuras películas. Ese acercamiento tenía una finalidad muy clara, discutir qué sentido tenía hacer películas durante un gobierno de facto.
Ahora, 30 años después, Agüero vuelve tras sus pasos pero de un modo mucho más adolescente. En esta segunda entrega, el realizador realmente le da una entidad cinematográfica al título del film y hace decidida y caprichosamente lo que “se le da la gana”, a través de un documental que prácticamente se convierte en un autoretrato con el cual se busca expresar las complejidades y contradicciones ideológicas de la sociedad chilena.
Sí claro, una premisa así suena muy ambiciosa, pero lo cierto es que Agüero construye una película de modo tan antojadizo que el resultado aparece de forma más inconsciente que como producto de una decisión cinematográfica pensada y pergeñada con anticipación.
De esta forma, Agüero recorre algunos rodajes hablando con realizadores como Pablo Larraín, en búsqueda de la explicación de qué es lo verdaderamente cinematográfico. A su vez, por otro lado, realiza una retrospectiva de su propia obra audiovisual volviendo a lugares y personajes ya conocidos.
Resulta imposible intentar explicar aún más una película como esta que decididamente es un capricho. Capricho autoconsciente y cinematográfico, por momentos un poco confuso, pero que rotundamente se transcribe en una declaración de principios y una carta de amor al cine como institución.
Comedias
«Sundowners» Dir. Pavan Moondi
Tradicionalmente el cine norteamericano que llega a nuestras pantallas es el que proviene de los sectores más altos de la industria. Películas cuyo costo de producción –incluso en las condiciones más austeras- superan altamente el de la película argentina más cara. Para contextualizar, Manchester by the Sea es una película independiente para ellos. Sí, una ridiculez.
Fuera de todo eso, Estados Unidos tiene una verdadera tradición de cine independiente o, como le decimos por acá, “de guerrilla”. En los últimos 30 años el género que más ha explotado esto y que más ha crecido es el mumblecore. Estas películas empezaron siendo sobre personajes que constantemente estaban hablando frente a cámara o dialogando sobre diversas problemáticas –generalmente jóvenes de veinti o treinti preguntándose por el devenir-. Con el correr de los años la tecnología se modificó, los costos se abarataron, y si hoy por hoy en Argentina se puede hacer un largometraje con mínimas condiciones de producción, imagínense lo que sucede en el imperio.
De este modo el mumblecore mutó y adquirió mejores condiciones de realización. Más presupuesto, mejores posibilidades técnicas y un mayor trabajo estético. Los festivales de cine de multiplicaron, las películas consiguieron más visibilidad y, en la actualidad, ya se puede hablar de un público y un mercado definido al que estos films pueden aspirar.
BAFICI desde hace varios años, pero especialmente en las últimas dos ediciones, ha posado su mirada en la selección y difusión de estas películas. Es entonces en dentro de este contexto que aparece Sundowners, una película que narra las desventuras de dos amigos que viajan a México a filmar un casamiento.
Los dos personajes llevan una vida mediocre, los dos no tienen lo que querían y ninguno tiene motivos para volver a su hogar. Ahora bien, tampoco logran capitalizar la expectativa de festividad que les genera a priori el viaje a México: se quedan dormidos, pierden las cosas, no aprovechan el tiempo.
Como en todo buen mumblecore la película no es sobre el viaje, o lo que pasa en el viaje. Se trata de personajes. Personajes en un momento muy particular de su vida y con ciertos miedos y temores. También como todo buen mumblecore, la película hace virtuoso el patetismo y trabaja con el humor y el absurdo situaciones dramáticas.
El resultado es un relato divertido, fresco, con cierto ingenio estético y que permite generar mucha empatía con los personajes y sus problemáticas. Un ejemplar más que digno de un género que no para de crecer y ocupar pantallas.
Competencia Argentina
“El pampero” Dir. Martías Lucchesi
En su segunda película el director de Ciencias Naturales se adentra en un relato menos entrañable, más áspero y mucho menos amigable. El pampero es una película donde Julio Chavez, enfermo por alguna razón, deja todo para viajar en su velero hacia algún lugar. En el camino aparece Pilar Gamboa cubierta de sangre de polizona, escapando de una mafia. Y luego, más tarde, César Troncoso es un agente de prefectura un tanto extraño en un día de franco que aparece para complicar las cosas.
Esa es medio la premisa: dos personajes divagando por el río de la plata en un viaje repleto de silencios y miradas, con alguna que otra complicación. Ahora bien, en determinado momento, la película abandona esto por completo. Se termina la construcción ficcional y comienza otra cosa. Una suerte de duelo actoral entre el trío protagónico donde todo se transforma en un ejercicio performático de acumular y soltar lo mínimo y necesario para no vaciarse. Los tres personajes se alejan de sus lineamientos –que son pocos y no muy desarrollados- y constituyen otra cosa, alejada de cualquier physique du rôle primigenio.
Esto, al comienzo, es notable. Con muy poquito el trío (especialmente Troncoso y Gamboa) logran generar una tensión que quiebra la pantalla. El problema es que en determinado momento –en lo que podríamos denominar “tercer acto”- la situación ya se vuelve insostenible y roza lo inverosímil. Por supuesto, esto no es tan problemático. El camino que emprende Lucchesi es dificilísimo y lo que logra ya es de por sí sumamente notable. De más está decir que la película presenta una imagen muy lograda, y supera con creces las dificultades que implican grabar la totalidad del film en pleno río de la plata.
En defenitiva, “El Pampero”, más allá de sus problemas, le sirve al realizador para dar un paso adelante en su carrera y consolidar el reconocimiento y los elogios conseguidos con “Ciencias Naturales”.