Bloodline: Breaking Bad con playa
Hay una decisión superior a la cosmética en la locación elegida: los Cayos de Florida. No es una elección inocente. Hay algo que se quiere transmitir con el lugar, algo superior. Es cierto que es algo normal que las series americanas estén desperdigadas por diferentes estados. Desde Seattle, pasando por Nebraska, New Orleans, Baltimore, y las mas comunes, Chicago, New York y Los Angeles. Sin embargo, Florida, y sus costas cumplen el mismo rol que Albuquerque en Nuevo México. La cercanía a la frontera en ambos casos. La vida suburbana americana con sus secretos ocultos también en ambos casos.
“Bloodline” es una serie creada por Todd y Glenn Kessler junto a Daniel Zelman, los mismos creadores de la gran serie “Damages” en la cual Glenn Close protagonizaba a una despiadada socia de un estudio de abogados. Hay un germen en la narrativa que se percibe. Pero a nivel argumental no son series similares. La segunda temporada de “Bloodline” estrenada hace unos días, pone de manifiesto la cercanía de la serie con el gran éxito que fue “Breaking Bad”.
Paralelismos
No busquen igualdades. Sino acercamientos. Empecemos con el protagonista de cada serie. John Rayburn es interpretado por Kyle Chandler, un eterno secundario/terciario en el cine que supo tener su protagonismo en series como “Friday Night Lights” y “Early Editions”. Siempre hace de buen tipo o de típico padre americano. Incluso en su reseña sobre la serie, el director de esta revista, lo detalla. Tiene un cierto atractivo pero no le sobra de ningún lado. Tampoco tiene las facciones adecuadas para hacer de un villano y es por eso que le han sobrado los roles de policía. Es en definitiva uno de esos buenos y sólidos actores quintaesencia americanos que por su apariencia física quedó atrapado en un prototipo de rol. Bryan Cranston venía de la experiencia de “Malcolm in the Middle” y de una sucesión de papeles en series y miniseries en el olvido cuando inició su carrera como Walter White.
Dos hombres buenos se ven enfrentados con un problema por arriba de sus posibilidades. En el caso del policía John Rayburn es Danny, su hermano mayor, que volvió de Miami con deudas, conspiraciones y sociopatías para poner patas para arriba el tranquilo pasar del clan Rayburn. Danny Rayburn (el brillante Ben Mendelsohn) es el cáncer de pulmón de la familia. Y hay metástasis. Muy pronto, todos están afectados. John decide hacer lo que en su crisis, mejor le sale. Terminar con el problema de la peor manera. Y entonces mata a Danny.
Walter White no puede pagar sus cuentas médicas. Decide hacer lo que en su crisis mejor le sale, utilizar sus conocimientos como químico para producir metanfetaminas y venderlas.
Las decisiones de ambos son nefastas para los familiares que están al tanto y en un principio, se comprometen a ayudarlos a tapar el crimen. Hay aliados circunstanciales y enemigos brutales entre los que parecen buenos. Hay un policía amigo (Marco/Hank) que es cuñado/concuñado que empieza a sospechar e inicia a preguntar. Y por no “pisar con cuidado”, así termina.
Caminos conjuntos
Hay un pasado que explica la psicología de los personajes. En “Bloodline” este pasado va hasta la misma infancia del clan Rayburn donde Danny se convierte en la oveja negra de la familia después del accidente donde muere ahogada una de sus hermanas. Su padre comienza a odiarlo y lo convierte en lo que Danny termina siendo. Vuelve como cáncer años después.
En Breaking Bad, es “Grey Matter”, la empresa química que tenía con su mejor amigo y su interés romántico hasta que por razones no del todo resueltas, se va para convertirse en profesor mientras la empresa se hace multimillonaria. No hay relación directa o clara entre su pasado y lo que lo lleva a convertirse en criminal (el cáncer de pulmón fase 3), pero puede sugerirse que, dado que Walter no fuma mas que el ocasional porro medicinal, algo en su pasado laboral hay. En sí, ese aspecto es irrelevante. Todo lo malo del pasado no es justificativo de las elecciones del presente o del futuro. Y por eso tanto John como Walter están en todo momento intentando solucionar lo que hicieron. John con su habilidad como detective y sus años como líder en todo aspecto. Familiar, laboral, comunitario. Walter con su inteligencia superior. Ambos dudan todo el tiempo. Ambos sufren el miedo cuando el peligro los rodea y por eso mismo cometen errores que no cometerían y esos mismos errores los descienden aún mas al infierno particular que viven, empujándolos de alguna manera a lo que en verdad son.
Es fundamental mover lo que no sirve. Los dispositivos argumentales para empujar la serie para adelante. En el caso de Breaking Bad son las tramas de Jesse (que es coprotagonista, pero en definitiva, no es importante más que en cómo su accionar afecta o no a Walter), Skyler, Hank y Marie. Todos sus plots son importantes en tanto y cuanto modifican algún aspecto de la vida de Walter de manera concatenada. En el caso de John, son las vidas de Kevin (Norbert Leo Butz), Meg (Linda Cardellini), Danny, y su madre Sally (Sissy Spacek). Todos y cada uno, asi como los secundarios Marco (Enrique Murciano al deben recordar por “Without a Trace”) y Eric O’Bannon (Jamie McShane) tienen su propia linea argumental que se conecta con John. A todos afectan las decisiones de John y de Walter. Ambos son señalados como los culpables de todos los males. Y no es una falsa premisa. Sin embargo, nosotros, como espectadores, esperamos que ellos ganen, y esto es porque nosotros, en nuestra visión panorámica, entendemos que sus decisiones, en tanto malas, también fueron las únicas que resolvían efectivamente el cáncer. Skyler decide volver a trabajar para conseguir algo de dinero y en el interín tiene un amorío con su jefe. Meg y Kevin hacen lo suyo para alejar a Danny pero eso los convierte en blancos móviles para la mente para el crimen de Danny y ambos terminan con los dos pies en el pantano. Es John/Walter quien da el paso adelante. Incluso contra su propia seguridad. John tiene mucho que perder. Walter no tanto. En definitiva, sabe que se va a morir.
Es esa quizás la mayor diferencia actual entre ambas series.
La Pantalla
La otra es el tratamiento visual. “Breaking Bad” está filmada con un estilo que ya es característico de sus creadores. Una conjunción de varias cosas. Mucha de la pirotecnia visual se puede seguir presenciando en Better Call Saul con sus encuadres particulares y su fotografía particular y hermosa que realza el paisaje de Albuquerque. No faltan los planos cercanos y el detallismo en la búsqueda constante del easter egg así como algunos montajes tarantinescos. Tanto en “Breaking Bad” como en “Better Call Saul” hay que estar muy atento a todo el plano porque algo puede estar sucediendo.
«Bloodline» tiene una narración mas clásica y de formato televisivo, casi sin flashbacks ni experimentos. Hay poco que destacar más que lo muy bien logrados que están algunos contrapuntos picantes y algunos diálogos excelentes (ver el de Danny con Robert su padre de la temporada 1 en el bar de la playa).
Quizás en el transcurso de la serie, incluso esta distinción se vaya modificando, y el acercamiento de John a la maldad, modifique la forma que tienen de mostrarlo.
Lo que es claro es que, si disfrutaste “Breaking Bad” es hora de que le des una oportunidad a “Bloodline”.