The Whale: la dura y humillante realidad de una adicción

The Whale es la última película del cineasta Darren Aronofsky, basada en la obra de teatro homónima escrita por Samuel D. Hunter quien, a su vez, adaptó el guion para el cine.
Se estrenó en Argentina en marzo de 2023 y estuvo nominada a los Premios Óscar por las siguientes categorías: mejor maquillaje y peinado, mejor actor protagónico por la interpretación de Brendan Fraser y mejor actriz de reparto por Hong Chau. Resultó ganadora en las primeras dos categorías.
La película muestra la realidad dura y humillante a la que se enfrenta Charlie (Brendan Fraser), un obeso mórbido que pesa más de 250 kg y tiene una presión arterial de 238 sobre 134. Esto, además, pone en evidencia que sus días están contados, por lo que la historia se desarrolla a lo largo de 5 días en los que él se encuentra agonizando en su casa, negándose a asistir a un hospital para recibir ayuda.
Si bien hay muchas opiniones encontradas sobre The Whale, considero que el foco más relevante está en mostrar que el problema que tiene Charlie con la comida se produjo a raíz de una profunda depresión por el suicidio de su exnovio, y por haber abandonado y decepcionado a su familia tras haberse enamorado de él. Precisamente, la obesidad es sólo el resultado de su adicción a la comida, que le permite refugiarse del vacío y la depresión que siente. De todas formas, esto se refleja a través de la constante humillación y estigmatización del protagonista, que, desde mi punto de vista, resulta abrumadora y excesiva. En mi opinión, la empatía no se logra sino cuando se da a conocer la verdadera historia de Charlie.

Se presentan temáticas como la homosexualidad y la homofobia por parte de la religión “Nueva Vida”, que influyen en el problema de la obesidad de Charlie. De esta forma, se critican las creencias arcaicas y discriminadoras de la religión, cuyo objeto es afectar a las personas. Por otra parte, una cuestión que se vuelve central es la idea de cuidar y salvar a otra persona. Todo el tiempo el protagonista quiere salvar a alguien más –en este caso, a Ellie (Sadie Sink), su hija– mientras se abandona a sí mismo en el proceso, al punto de quedar al borde de la muerte.
Aronofsky hace un gran trabajo desde la puesta en escena como así también con el formato 4:3 que eligió para filmar la película. La combinación de colores oscuros y cálidos de su imagen hace que la audiencia sienta desesperación y ansiedad al ponerse en la piel del protagonista. Por este motivo, considero que la fotografía desarrollada por Matthew Libatique enriquece visualmente y brinda emotividad al relato. Además, el director le aporta aún más sensibilidad gracias a la banda sonora de Rob Simonsen.
Sin embargo, el film presenta ciertos puntos flojos y cuestionables. Uno de ellos es el diálogo entre los personajes, que algunas veces se nota un poco forzado y alejado de la realidad. Otro es la interpretación de Sadie Sink como Ellie, quien desarrolla una crueldad y rebeldía insoportable y poco creíble. Sumado a esto, el final fantasioso que planteó Aronofsky le resta verosimilitud a la película a pesar de ser emocionante, ya que Charlie logra acercarse a Ellie superando uno de sus grandes desafíos: pararse y caminar sin su andador.

Más allá de estas cuestiones, Brendan Fraser hace una interpretación excelente de Charlie, que permite que la película sea más soportable. A través de sus expresiones transmite dulzura, sensación de cuidado y amor. Por otro lado, en aquellos momentos en los que tiene sus crisis con los atracones, demuestra con mucha crudeza la pérdida de control de su personaje generando repugnancia, hasta incluso una mezcla de sentimientos de bronca y tristeza por su situación.
Si bien es extensa, The Whale aborda temáticas profundas, complicadas y densas. De modo que logra atrapar y movilizar –no siempre en un buen sentido– al espectador en todo momento.