El ángel de la muerte (The Good Nurse): la historia real de Charles Cullen

Netflix estrenó este filme basado en los crímenes de un enfermero que terminó admitiendo que mató a decenas de pacientes (aunque se estima que las víctimas se contaron por centenas). Personas internadas que se encontraban a su cuidado y que fueron asesinadas en el transcurso de más de una década, mientras trabajaba en varios hospitales de los EE.UU., entre los 90 y el 2000.
Dirigida por Tobias Lindholm y escrita por Krysty Wilson-Cairns, se basa en un libro del periodista Charles Graeber, de 2013, que lleva el mismo nombre que la película y se centra en la historia real de cómo la enfermera Amy Loughren (representada por Jessica Chastain) ayudó a detener los asesinatos cometidos por su colega, y amigo, Charles Cullen (a cargo de Eddie Redmayne).
Completan el elenco del filme: Nnamdi Asomugha, Noah Emmerich, Kim Dickens, y las niñas Alix West Lefler y Devyn McDowell.

Tobias Lindholm está considerado uno de los mayores talentos actuales de Dinamarca, guionista de la serie política Borgen, ha sido elegido por David Fincher para dirigir un episodio de la serie Mindhunter, guionista y director del drama bélico A War, nominado al Óscar como mejor película extranjera en 2016, mano derecha de Thomas Vinterberg, para quien escribió la brillante The Hunt (La cacería) y Druk (Another Round), ambos filmes protagonizados por Mads Mikkelsen, creador, guionista y director de la controvertida serie danesa The Investigation (Efterforskningen). Estos son los destacados antecedentes del autor de la película a la que dedicamos esta nota.
¿Qué decir de la película?
Que tuvo su lanzamiento mundial en el Festival Internacional de Cine de Toronto, en septiembre de 2022, y se estrenó, más o menos, un mes después, aunque solo en algunos cines, y finalmente tuvo su presentación en streaming unos pocos días después.
En esencia, la propuesta de El ángel de la muerte, como ya hemos adelantado, nos permite tomar contacto con la experiencia de vida de Amy Loughren, una enfermera compasiva y madre soltera que al tiempo que sufre una peligrosa enfermedad cardiaca, no puede dejar de trabajar porque no cuenta con seguro médico; tampoco tiene suficientes recursos personales como para solventar un tratamiento acorde con la gravedad de su afección. En estas condiciones, muy adversas, Amy llega a extremar sus límites físicos y emocionales, al continuar con los demandantes turnos nocturnos que cumple en su labor en la unidad de cuidados intensivos.

Su situación es cada vez más crítica y se termina enfrentando a una especie de callejón sin salida: o confiesa su precaria y vulnerable situación al empleador, y cuida su salud, a riesgo de que la despidan (y no llegar a cumplir la antigüedad necesaria para adquirir el beneficio de la cobertura médica), o mantiene su enfermedad en secreto, al menos hasta cumplir con los plazos, y se aguanta el esfuerzo y el sufrimiento, a riesgo de morir, antes de cumplir su meta.
No obstante, esta encrucijada, pronto parece disiparse en buena medida gracias a la ayuda que recibe de un nuevo compañero de trabajo: Charlie. Otro enfermero, que de entrada se muestra atento y respetuoso, y le ofrece su discreto apoyo para conseguir sus objetivos de aguantar en el trabajo con el menor riesgo posible.
En las largas noches en el hospital, en las que cumplen sus funciones en la unidad de cuidados intensivos, ambos se reparten las labores de atención a los enfermos internados en terapia, aunque debido a la delicada situación de Amy, muchas veces, es Charlie el que se sobrecarga para cubrirla en sus momentos de debilidad. Con esta rutina en marcha, comienzan a cultivar una progresiva relación de amistad, que se fortalece por la mano que Cullen le brinda a su colega. Ella está muy agradecida, su ánimo mejora, aunque su salud sigue dándole preocupaciones.
Todo parece marchar relativamente bien, el tiempo pasa y Amy está cada vez más cerca de alcanzar el plazo de antigüedad en el trabajo, necesario para acceder al beneficio del seguro médico. Sin embargo, algunos hechos que afectan a pacientes de su unidad comienzan a perturbar su estado emocional y desestabilizar el precario equilibrio recuperado. Una serie de misteriosas muertes de internados e internadas impulsa una investigación interna y otra policial, que apuntan hacia Charlie como el principal sospechoso. Los responsables del hospital lo hacen para tratar de neutralizar efectos negativos para su negocio y los policías para determinar si Cullen es el autor de las misteriosas muertes. Poco a poco, la enfermera Loughren siente el impulso de averiguar la verdad que involucra a su amigo y compañero, y el contacto con los policías investigadores la estimula a hacerlo.

Él ha sido su confidente en los tiempos recientes y la ha estado ayudando con el cuidado de sus hijas, que le tienen estima; también la ha estado cubriendo en su trabajo cuando sus dificultades para respirar le impidieron cumplir con sus responsabilidades hospitalarias de manera adecuada.
¿Cómo permitirse, entonces, dudar de tan buena persona?, se cuestiona Amy. Pero, inmediatamente, empieza a preguntarse: ¿cómo negar las evidencias condenatorias que, poco a poco, van apareciendo en su entorno laboral?
La notoria falta de voluntad para investigar por parte de las autoridades del hospital, su conducta evasiva y su nula predisposición a colaborar con la policía, la terminan de convencer; ha sucedido algo turbio y grave que están tratando de tapar, y teniendo en cuenta el riesgo de muerte que corren los pacientes que todavía tienen expectativas de vida, hace que valga la pena involucrarse para que la verdad salga a la luz.
Este tránsito que lleva a Amy Loughren desde la defensa del amigo, hasta su colaboración con la policía para ponerlo al descubierto y lograr que confiese sus crímenes, articula e impulsa la trama del filme, aunque es justo advertirlo, sin demasiada intriga ni suspenso. No obstante, el contexto en el que esta tragedia es posible –la falla de todos los controles, su continuidad y permanencia en el tiempo, su extensa impunidad y la acumulación de víctimas inocentes que han ido quedando en el camino– es tal vez lo más interesante e inquietante de los planteos.
¿Qué dice el relato sobre el sistema de salud de EE. UU.?
Por empezar, resulta útil recordar que el sistema de salud de EE. UU. ha sido objeto de escrutinio en unas cuantas películas. Supongo que todes recordamos a Sicko, el documental de Michael Moore, en el que el cineasta, documentalista y escritor estadounidense ofrece una visión negativa sobre su funcionamiento y acerca de las conductas de quienes lo componen, poniendo énfasis en la crítica a las grandes compañías de servicios de salud estadounidenses y denunciando las dificultades que tienen millones de estadounidenses para acceder a un sistema de salud universal de calidad. A partir de la reflexión sobre la naturaleza del sistema, Moore se propone incitar a la población estadounidense a exigir cambios políticos que establezcan la sanidad universal y gratuita.

Este mismo sistema es el que hace posible que una trabajadora como Amy Loughren, demasiado enferma, no pueda calificar para un seguro médico social si no llega al año completo y continuo de antigüedad, trabajando, en este caso, en el hospital. Aun contrariando las recomendaciones médicas y poniendo su vida en serio riesgo de muerte.
Un momento dramático que ilustra esta situación de vulnerabilidad se nos muestra en la escena en la que se la ve teniendo que costearse un chequeo cardíaco, fuera del ámbito hospitalario en el que trabaja, y financiarlo con varias tarjetas de crédito, obligándose a un perturbador endeudamiento de futuro incierto.
Sé que hay políticos que otorgan mérito a vivir en la incertidumbre y encima disfrutarlo, personajes públicos, incluso de nuestro país, por suerte lleno de hospitales públicos y obras sociales gremiales, que otorgan en conjunto una cobertura en salud razonable, que Amy no tuvo; pero la situación de incertidumbre que le ha tocado vivir a ella, así como su profundo desamparo, han superado límites conmovedores.
Sin embargo, hay algo que plantea (desde su temática) El ángel de la muerte, peroque el citado documental no trata y eso se refiere a lo mal que funciona el sistema en materia de controles de seguridad y calidad del servicio de salud, atento que, a pesar de las alertas, se le permitió a Cullen conseguir siempre un nuevo trabajo como enfermero después de haber sido despedido cinco veces de diversos hospitales o de haber renunciado en otras dos ocasiones bajo sospechas de mala praxis; pudiendo así, a pesar de estas controversias, desarrollar una carrera de 16 años como profesional de la enfermería, siempre, dentro del sistema hospitalario. Y poder hacerlo sin que ninguno de los nosocomios involucrados denunciase o hiciese públicas sus sospechas o los motivos del alejamiento del enfermero. Puede haber sucedido por temor a ser demandados, verse envueltos en algún escandalo mayor y, por ello, perder pacientes (clientes) y que se les arruine el negocio, pero nada justifica la falta de compromiso y la irresponsabilidad de otorgar esta especie de vía libre para seguir matando.
¿Quién es o quién fue Charles Cullen?
Charlie Cullen existe. Nació en Nueva Jersey en 1960 y fue uno de ocho hermanos. Su padre murió cuando él no había cumplido el año. Fue víctima de bullying durante su época escolar y todavía niño (a los 9) tuvo su primer intento de suicidio.
Siendo adolescente, falleció su madre en un accidente automovilístico y en ese momento él abandonó el colegio. A los 18 se enlistó en el Ejército norteamericano. De cualquier manera, su inestabilidad mental lo llevó a nuevos intentos de suicidio y en 1984 le dieron de baja por problemas psicológicos.
Tres años más tarde se graduó en la escuela de enfermería, se casó y comenzó a trabajar como enfermero. Seis después, ya con dos hijas, Cullen se separó de su esposa.

Hasta los hechos que cuenta la película, cuya repercusión hizo que terminara su carrera como enfermero (luego sabremos que también como asesino), Cullen trabajó en varios hospitales y hogares de ancianos, de los cuales renunció bajo sospecha de mala praxis o, directamente, lo despidieron por algunas evidencias de su mal accionar. Sin embargo, los motivos de sus desvinculaciones quedaron siempre en reserva. El sistema lo dejó seguir adelante e incorporarse a nuevos empleos en otros centros de salud, y esta actitud terminó funcionando como un eficaz mecanismo de impunidad garantizada.
No obstante, esta cadena de complicidades y negligencias se va a cortar, aun cuando el propio régimen corrupto insista en buscar una salida no expuesta ante nuevos actos delictivos del enfermero, cuando otra enfermera, incluso perjudicada por la infamia del sistema, aunque amiga y compañera del Cullen, lo induzca a confesar sus crímenes y así detener su raid criminal.
Su modus operandi criminal era inyectar, de manera indirecta, en el cuerpo de los o las pacientes, dosis inconvenientes de insulita para alterar el funcionamiento de su metabolismo y agravar su ya delicado estado de salud, pero su arma mortal preferida era un fármaco llamado digoxina: un medicamento que se usa con habitualidad para ciertas afecciones cardiacas, pero que en altas dosis suele ser letal.
¿Quién es o quién fue Amy Loughren?
Amy fue una heroína en la vida real y su historia es la que se ve reflejada en El ángel de la muerte. Al igual que el personaje que la representa, fue una compasiva enfermera y madre soltera que, con una grave enfermedad cardiaca y sin cobertura médica, recibió la ayuda personal de Cullen, con quien formó una fuerte amistad, mientras trabajaban juntos en los turnos de noche en el Somerset Medical Center en Nueva Jersey, a principios de la década del 2000.

La misma persona que, cuando sucedieron algunas muertes sospechosas en el hospital, fue contactada por los agentes policiales que estuvieron a cargo de la investigación y recibió un pedido de colaboración para llegar a la verdad de los hechos luctuosos que tenían como principal sospechoso a su compañero y amigo Charlie Cullen. También fue quien les proporcionó evidencia necesaria y terminó jugando un papel crucial en la extracción de la confesión de culpabilidad de Charlie. De cualquier manera, aceptar que un amigo tan cercano hubiera podido cometer crímenes tan terribles le pasó factura.
¿Cómo cerrar esta larga charla monologada?
Contándoles que:
- en la actualidad Charles Cullen todavía está preso en la prisión estatal de Nueva Jersey en Trenton, condenado por 29 asesinatos confesos a 11 cadenas perpetuas.
- Amy Loughren está mejor de salud, luego de una cirugía cardiaca experimental hace 18 años, y es ahora una proveedora de medicina alternativa, con la que dice tratar “de dar voz a las víctimas… porque todos decían que [Cullen] era un asesino misericordioso y que iban a morir de todos modos. No, no lo hicieron. Muchas de sus víctimas eran muy jóvenes. Muchas de sus víctimas estaban a punto de salir del hospital y él les robó la oportunidad. Y sus familias merecen esa voz”.
- El ángel de la muerte se puede ver actualmente por la plataforma de Netflix, y vale la pena, así como lo es tratar de repasar la obra de su interesantísimo autor: Tobias Lindholm