Reseña: Boiling Point

Antes de iniciar mi reseña quisiera hacerles tres preguntas. Primero, dedo para arriba quienes hayan trabajado en un restaurante; ahora, dedo para arriba quienes trabajan o trabajaron en la cocina de un restaurante; y por último, arriba los dedos, quienes hemos asistido a un restaurante. Muchos, ¿verdad?

Pregunto, porque se me hace difícil entender la dinámica de una cocina que no conozco. Por lo general, en los locales de comidas estos recintos están ocultos a nuestra vista y desconocemos toda procedencia y proceso de elaboración de nuestro plato. A nivel sociocultural, el ejercicio de salir a comer es un acto universal y consiste en entrar a un lugar donde ofrezcan una amplia carta y concretar tu objetivo que puede ser diverso: comer algo rico, pagar y volver a casa con la panza llena; quizás, el acto de ser atendido es el que te lleve a ese lugar; o tan solo degustar de un buen plato de cocina de autor. Sea donde sea, el ejercicio es el mismo: una persona toma tu pedido y al rato, trae tu plato. Existe en ese acto un gesto de altísima confianza con ese desconocido llamado “El Chef”, el encargado de preparar tu deliciosa comida.

Philip Barantini es el coguionista y director del film Boiling Point. Philip se basó en su experiencia de haber trabajado unos largos 15 años en restaurantes para realizar el film. En el año 2019, Boiling Point se concibió como un cortometraje de 20 minutos. Debido a su éxito en festivales, tres años después, en el inicio del año 2022, se estrenó ahora como un largometraje.

Desde su estreno, el pasado 2022, el film ha recorrido varios festivales europeos en los que ha tenido buena crítica y aceptación. Todo ello producto de que es una obra “pulcra” y destacada en su estilo. A ratos, baraja un ritmo suave con sus movimientos de cámara, mantiene diálogos tensos entre los personajes y un contratiempo agobiante, como esperando a que explote una bomba, o que no explote nunca. En algunas entrevistas el realizador comentó que su objetivo con la película era “que el público no tenga tiempo para respirar”.

Philip Barantini tiene muy en claro que para liderar un equipo jamás la cabeza/director/jefe puede estar dañada. Ya sea el capitán de tu equipo deportivo, el director de un largometraje o un chef que coordina un equipo que trabaja con fuego y cuchillos afilados, el líder debe ser quien mantiene el temple, no puede tener la vista nublada por sus tormentos.

La película comienza en una noche muy importante para el rubro gastronómico. Andy Jones (Stephen Graham) es un Chef experimentado que lidera uno de los más prestigiosos restaurantes de una ciudad inglesa. Antes de ingresar a su templo del sabor sabemos que nuestro protagonista viene arrastrando una seguidilla de conflictos, uno de ellos es el proceso de la ruptura familiar. Así, en una noche cuando la mayoría de las familias están más unidas que nunca, Andy estará solo.

Un elemento clave es que toda la película corre en una sola toma, en un plano secuencia fino, estilizado y meticuloso por todo el restaurante. Las actuaciones son tan sólidas que se sienten muy reales y verosímiles. Los actores parecen cocinar de verdad al calor a las chapas, cortan verduras con cuchillos filosos y todo bajo una presión muy tensa que pareciera que se puede respirar. El film es totalmente sincero y toca temas como el racismo, el ego, los vicios y las virtudes. Todas aptitudes humanas con las que tuvo que lidiar el realizador en su paso por diversas cocinas.

Barantini y su director de fotografía, Matthew Lewis, ensayaron durante una semana los movimientos de cámara. Establecieron puntos estables donde harían el cambio de soportes de registro y reemplazarían baterías, para así, jamás tener que cortar y mantener lo más pulcra posible esa toma única. El guion fue más una especie de escaleta, ya que gran parte de los diálogos están improvisados. De este modo, lograron realizar toda la película en un lapso de tres largos días.

En definitiva, Boiling Point es una película bella y atrapante, que te dará a conocer un poco más sobre cómo funciona la vertiginosa cocina de un restaurante, en momentos cuando todo puede colapsar o salir bien al querer entregar el mejor plato posible.