Reseña: Agencia Lockwood (Lockwood & Co.)

Agencia Lockwood (Lockwood & Co.) no debería funcionar, pero lo hace. Basada en la serie de novelas del inglés Jonathan Stroud y llevada a la pantalla por Joe Cornish, pertenece al género Young Adult Fantasy (YA Fantasy), que puede traducirse como fantasía adolescente, y es una conjunción entre la fantasía y la ficción para adolescentes (Young Adult Fiction).

Fantasía adolescente

La fantasía adolescente tiene como protagonistas a personajes entre los 13 y los 19 años que viven su crecimiento en un entorno en el que irrumpe lo fantástico, o se trata de un mundo distópico. Las más usuales son las consideradas de low fantasy (baja fantasía): el mundo es el real con elementos mágicos, o es un mundo mágico muy parecido al nuestro. En su mayoría, se desarrollan en sagas, que terminan conformando una historia de “pasaje a la adultez” (coming of age). Generalmente, están centradas en los personajes y sus conflictos, lo que toma prevalencia por sobre la trama.

Más allá de su historia, que puede empezar a contarse cuando en la década del treinta se empezó a separar la literatura para niños de la literatura para jóvenes (mayores de 13 años) y el auge en la década del cuarenta de las space operas, se puede afirmar que el boom editorial real sobrevino en la década del noventa, con el éxito de la saga de Harry Potter. Por supuesto, el público adulto del género fantástico se ve atraído por las mejores sagas de YA Fantasy. Cuando uno de ellos logra la aceptación en el espectro amplio, se produce un fenómeno editorial y la clasificación suele borrarse. Así ocurrió con las sagas de Harry Potter (J. K. Rowling), la de Los Juegos del Hambre (Suzanne Collins) y en menor medida (en nuestro país) con Sombra y Hueso (Leigh Bardugo), Cazadores de Sombras (Cassandra Clare), Maze Runner (James Dashner), por nombrar solo algunos.

El fenómeno editorial es hoy ineludible, y se combina con el éxito de otras obras de fantasía para adultos –que suele pertenecer al subgénero high fantasy– como Canción de Hielo y Fuego (George R. R. Martin), El nombre del viento (Patrick Rothfuss) o la saga ineludible de El señor de los anillos (John R. R. Tolkien). La retroalimentación es obvia. Basta entrar en cualquier local de cadena de librerías para encontrarse con la batea desbordante de sagas de YA Fantasy, todas promocionadas con tapas llamativas, coloridas e imposibles de llevar para cualquier adulto. Por eso, cuando una saga funciona muy bien, se reedita con tapas más sobrias.

Primer paso: Cine

Era lógico que, tras el fenómeno editorial, sobreviniera el pasaje al cine. Es historia conocida. Las películas de Harry Potter, a principios de la década del 2000, fueron un éxito descomunal, que incluso generó la saga de spin offs de Animales Fantásticos. Sumemos a eso que, al mismo tiempo, la adaptación de la trilogía de El señor de los anillos logró llenar las salas, ser un éxito de críticas y de premios. El camino para seguir por la próxima década estaba marcado. Y como suele suceder cuando un nicho es sobreexplotado, las cosas comenzaron a salir mal.

La segunda fase de adaptaciones tuvo como eje el suceso, tanto editorial como de taquilla, provocado por la saga Crepúsculo (Twilight), que se adaptó en cinco films entre 2008 y 2012, y contaba la relación amorosa entre el vampiro Edward y la humana Bella. Tensión sexual, colmillos, hombres lobo y embarazo adolescente: un combo born in hell. A Crepúsculo le siguió la adaptación de Los Juegos del Hambre (cuatro films entre 2012 y 2015), tal vez el último gran éxito, que catapultó a la fama a Jennifer Lawrence.

Y aquí empieza el declive. Cirque Du Freak: El aprendiz de vampiro (Paul Weitz, 2009)fue un sonoro fracaso. Yo soy el número cuatro (D. J. Caruso, 2011) tuvo un estreno bastante malo en EE. UU. Cazadores de sombras: Ciudad de Hueso (Harald Zwart, 2013) salió perdiendo en la taquilla de EE. UU. y apenas recuperó la inversión de 60 millones de dólares con el resto del mundo. Los proyectos de sagas se cancelaron. La saga Divergente (tres films entre 2014 y 2016)tuvo muchos problemas para completarse. No terminaba de ser un éxito de taquilla y la crítica la despreciaba. La trilogía Maze Runner (tres películas entre 2014 y 2018) se salvó bajando el presupuesto y apostando a una sobrevida en las plataformas de streaming.

Segundo paso: Series

Cuando el cine deja de funcionar, lo que sigue es ir a la pantalla pequeña, máxime cuando el medio es una saga de novelas. El costo de los efectos especiales se fue desplomando y las streameras están ávidas de hacerse con propiedad intelectual propia, que no pertenezca a los conglomerados de Marvel Disney, DC, Star Wars o cualquier otra franquicia. Así, llegó una nueva era, no necesariamente mejor que la anterior. Las cadenas salieron de compras y vaciaron las bateas de fantasía y ciencia ficción. Los casos más conocidos son las que están destinadas a un público amplio: His Dark Materials, The Witcher, Outlander, The Rings of Power, House of the Dragon y un largo etc. Pero en medio del frenesí de compras, y viendo lo que ocurría con las series adolescentes, entraron sin rodeos al nicho y volvieron a adaptar Cazadores de Sombras: Ciudad de Huesos (2016-2019), The Vampire Diaries (2010-2017); se relanzó Las Aventuras de Sabrina la Bruja adolescente (2018-2020) remozada y readaptada a este género, así como The Shannara Chronicles (2016-2018). La lista es interminable. Hay series originales que maman directamente del género. Podemos sumar The Order, Teen Wolf, Once Upon a Time, The Magicians, The Librarians, Roswell y un largo etc. El gran responsable del auge en estos años es el que no mencioné hasta ahora, y es obvio: Stranger Things (2016-2024 (?)).

Cuando algo se vuelve tremendamente popular, parece abandonar su género. Stranger Things es YA Fantasy. Se disfraza de muchas otras cosas, y mama de novelas adultas. La primera temporada es tal vez la mejor versión de Ojos de Fuego (Stephen King, 1981) que se haya filmado, pero sigue siendo un coming of age adolescente, con una chica con poderes mágicos, su novio y amigues.

Y es así como Netflix, que es por lejos la compañía que más viene perdiendo títulos y licencias, se puso en búsqueda de su nueva Stranger Things. Una saga adolescente que atraiga público amplio, genere fandom y movimiento en las redes sociales (la YA fantasy es conocida por esto) y produjo en seguidilla Cursed, Sombra y Hueso, Sabrina, Locke and Key, The Order, Las nuevas leyendas de Mono, Carta al Rey, y ahora Agencia Lockwood.

Llegando a destino

Si estoy escribiendo justamente sobre esta serie, y no sobre las otras 423 que nombré, el lector puede asumir que es distinta. Agencia Lockwood es un “homenaje” a Cazafantasmas (Ghostbusters, 1984, Ivan Reitman) con un twist. Estamos en Londres en el presente. Pero este mundo, que se parece bastante al nuestro, no lo es. Hace 50 años empezó lo que en el relato se llama “el problema”, que es la irrupción de los fantasmas en el mundo. Para peor, con el solo toque de un espectro, las personas mueren. Abundan las casas embrujadas, los cementerios infestados, los objetos esotéricos, la industria de las armas contra los fantasmas (espadas, cadenas de hierro, redes de plata, sal y bombas de magnesio) y las agencias privadas que proveen el servicio de acabar con “el problema”.

Para luchar contra los fantasmas, las agencias emplean adolescentes con poderes especiales, que consisten en ver u oír a los espectros antes que sea muy tarde. Cuando llegan a adultos, los adolescentes se vuelven obsoletos. Nadie sabe cómo ni porqué empezó el problema, pero el mundo terminó en crisis económica. Londres vive en esa imagen de gris permanente de la era Thatcher, bajo un toque de queda nocturno permanente y la tecnología se estancó en los setenta. No hay celulares ni computadoras en los hogares.

En este contexto, se nos cuenta la historia de la llegada de Lucy Carlyle (Ruby Stokes) a la agencia Lockwood, única sin control adulto en la industria, regenteada por su dueño Anthony Lockwood (Cameron Chapman) que cuenta con solo un empleado, George Karim (Ali Hadji-Heshmati). La agencia tiene su sede en la casa londinense de Anthony, que heredó de sus padres fallecidos. Es considerada un lujo, a pesar de ser una casa normal en una esquina. La Agencia está controlada por el ente gubernamental de lucha contra los fantasmas, y en conflicto casi permanente con las agencias más grandes como Fittes.

El relato comienza in medias res, para luego saltar al pasado y finalmente retomar la historia. Lucy es una talentosa “escuchadora” que, como es usual en la fantasía, revela poderes mayores. Anthony cuenta con el don de la visión y, sobre todo, audacia. Karim es “el investigador”, sumamente importante en este mundo sin internet. La historia, al adaptar una novela, se aleja del “monstruo de la semana” y se concentra en los dos primeros libros: La escalera de los gritos y La calavera de los susurros. El punto central es la subtrama, la obsesión de Karim: ¿Cómo surgió el problema? ¿A quién le conviene? Mientras vamos descubriendo este mundo, lleno de novedades como son los cazadores de reliquias, las subclasificaciones de fantasmas y el extraño funcionamiento gubernamental, todos los indicios apuntan a una gran conspiración. Allí tenemos el gran ingrediente: la historia pasada, que irrumpe en el presente, y el rompecabezas por resolver.

Las historias de fantasmas son tratadas como policiales. Agencia Lockwood es un homenaje a Sherlock Holmes y al policial inglés. Detrás de cada espectro hay una historia de asesinato y horror.

No hay novedades en la narrativa ni en el diseño de los personajes. Los adultos hemos visto esta historia un par de veces, pero ni somos el público al que supuestamente está destinada, ni tampoco eso la hace menos disfrutable. Además, en esta hiperaceleración de la producción audiovisual, que genera películas y series que se terminan a las apuradas, Agencia Lockwood es una excepción.

El showrunner de Agencia Lockwood es Joe Cornish, quien dirigió Attack the Block (2011) y Nacido para ser rey (2019). Además, escribió el guion de Las Aventuras de Tin Tin (Steven Spielberg, 2011) y Ant-Man (Peyton Reed, 2015).

Empecé este artículo diciendo que Agencia Lockwood no debería funcionar, aunque lo hace. Es una frase ganchera, pero injusta. La realidad es que no sé si esta serie encontrará su público donde lo está buscando. La pregunta real es ¿por qué tantas cosas que están dirigidas al público adolescente terminan siendo disfrutadas por cuarentones? Y la respuesta tal vez esté en que Joe Cornish nació en 1968, por ende, tiene 55 años, y los adolescentes están más cerca de la sordidez de Euphoria (Sam Levinson, 2019)que de disfrutar de unos Sherlock Holmes atrapando fantasmas.