Legiones, un llamado a las raíces

El director y guionista Fabián Forte (La Corporación, Malditos sean, El muerto cuenta su historia) presenta una historia atrevida que se mueve entre el fantástico y el terror, con buenas dosis de humor, chamanismo y una raigambre a leyendas de la selva misionera que nos puede llegar a recordar al cine de Sam Raimi de los 80.
Legiones habla de la relación entre un chamán y su hija, herederos de un linaje de sangre sagrada y mágica destinada a combatir el mal. Ella perdió sus raíces y su fe. Él, encerrado en un psiquiátrico por años y ante un presagio que anuncia el peligro que corre su hija, deberá rescatarla usando sus poderes místicos.

Antonio Poijú (Germán de Silva) lleva años encerrado en un instituto de salud mental. Con el tiempo sus relatos fantásticos de la selva misionera lo volvieron un cuentista notable en el instituto y, mediante una obra de teatro llevada adelante por los mismos pacientes, sus historias son representadas. A través de esta herramienta ideal, el personaje nos relata su pasado poco a poco para hacernos saber cómo llegó allí, cuál es el mal que los persigue hasta el presente y por qué sufrió la separación con su hija.
Mientras tanto, Elena (Lorena Vega) cumple con su rutina en una empresa. En su cubículo, se adapta y esconde sus raíces, se avergüenza de ser de la selva. Para ella, las vivencias de chica y adolescente junto a su padre, la insistencia de este con respecto a la sangre sagrada, su legado y responsabilidad para luchar contra el mal, son señales de la infancia atípica y amarga que le hizo pasar y, por ende, piensa que Antonio está loco. La visita de la nieta (interpretada por Moro Anghileri) de una vieja chamana pone en aviso a Poijú de que el demonio de su pasado no fue derrotado, y que busca sacrificar a Elena para liberar el mal en la Tierra.

Las interpretaciones son tan sólidas que nos meten y nos hacen más creíble el mundo de la diégesis. Esto se observa en especial desde la soltura de los diálogos en los distintos ambientes que transitan los personajes, como los que tiene Elena con su compañera en el trabajo, o Antonio con los del instituto.
Punto aparte y especial, el trío que conforman Marta Haller, Demián Salomón y Mauro Altschuler, los otros usuarios del hospital psiquiátrico que dan las dosis de humor a la historia. Un comic relief que funciona sin perder la referencia de que estamos ante una película de terror fantástico, y lo ominoso siempre está presente. Los diálogos y discusiones con el director de la obra teatral que se desarrolla en el hospital (interpretado por el mismo Fabián Forte) son exquisitos, y rondan las tensiones que existen entre creyentes de la fantasía y un ateo acérrimo que busca poner realidad a un simple cuento.
La fotografía de Mariano Suárez se destaca por crear el ambiente adecuado, en especial, en las escenas nocturnas en la selva con “eso” que acecha y, además, se complementa muy bien para hacer más efectivos los jump scares de la película.

El género de terror en Argentina hace unos años que atraviesa un gran crecimiento, y gracias a películas como esta, que no necesitan ir a fórmulas foráneas, sino explotar lo nuestro, lo criollo. Forte explora en el chamanismo, los mitos guaraníes y la selva misionera para asustarnos. Usar la guayara, demonio guaraní que busca llevarse al inframundo a la familia de Poijú, es un elemento autóctono y efectivo para señalar que “esto es argentino”. Si en algún momento de agotamiento del terror industrial, el cine japonés y del sudeste asiático dio un paso adelante con sus films de espíritus vengativos y maldiciones, en este lado del mundo podríamos intentar dar un paso similar, con lo nuestro, con nuestras leyendas y tradiciones. Un llamado a las raíces.
Para finalizar, cabe destacar la utilización del maquillaje y de los efectos prácticos. Esto le da un plus a la película, que nos recuerda al mejor cine de terror de los 80. Este recurso, sumado a la dinámica de la historia y el uso del humor por momentos, dan una naturalidad a las escenas de terror y, en especial, de gore, bastante disfrutables. Por varios pasajes el film hace recordar al cine de Sam Raimi y a la saga de Evil Dead, que traspasó las barreras del cine para tener sus propios cómic, libros y serie. Legiones ya tiene su libro en el Colectivo editorial De la Fosa, escrito por Gonzalo Ventura, Martín Blanco, Rubén Risso y Esteban Dilo, que expande más de lo visto en la pantalla grande. ¿Habrá secuela?, ¿precuela?, ¿se expandirán las historias del joven Antonio en la selva o del viejo Antonio en la ciudad exorcizando demonios o enfrentando al Mal? Yo espero que sí.