Speak No Evil: ¿Cuánto estamos dispuestos a soportar en pos de la corrección política?

Esta pregunta parece flotar en el aire a lo largo de Speak No Evil (2022), la tercera película del director danés Christian Tafdrup, quien también escribió el guion. El film, que se enmarca en el género del suspenso y el thriller psicológico, tuvo su estreno en la última edición del Festival de Sitges, donde participó en la sección oficial de largometrajes.
La historia nos presenta a dos familias (una danesa y la otra neerlandesa), que se conocen durante unas vacaciones en Italia y forman una amistad. Tras retornar a sus respectivos hogares y pasado un tiempo sin saber nada una de la otra, los daneses reciben una carta de los neerlandeses con una invitación a pasar un fin de semana en su casa en los Países Bajos, y tras ciertas dudas, aceptan. Al llegar allí, los huéspedes ven que sus anfitriones ya no son tan agradables como recordaban y comienzan a vivir experiencias cada vez más incómodas, ignorando si se deben a simples diferencias culturales o a algo mucho más siniestro. A partir de este punto no voy a brindar más detalles concretos de la trama, ya que esta es una película que conviene ver sin saber mucho ni mirar ningún tráiler, con el fin de disfrutar los diferentes giros que plantea el guion.

Desde un principio se marca una diferencia entre los dos grupos familiares, siendo los nórdicos introvertidos y sus pares neerlandeses extrovertidos (a excepción de su hijo, quien al parecer tiene una enfermedad congénita que le afecta la lengua y el habla). Este contraste presenta una dinámica interesante en la que los primeros se sienten atraídos por el carisma y la actitud de sus nuevos amigos, quienes toman la iniciativa en todo, mientras que ellos se dejan llevar por sus propuestas.
Esto lleva a una de las principales características de la historia y es que los protagonistas pecan de pasivos, lo cual rompe con una de las reglas principales de la narrativa clásica, que se construye en base a un personaje activo que debe resolver un conflicto. Esta cuestión me causó cierto recelo en algunos momentos de la película porque la actitud de los personajes puede resultar poco creíble en este sentido, y siento que este aspecto puede despertar la misma sensación en muchos espectadores. Sin embargo, hay que tener en cuenta que este detalle no es una cuestión de azar o un error de guion, sino que la trama gira de forma consciente en torno al carácter pasivo de sus protagonistas, proponiendo una reflexión muy interesante acerca de este aspecto inherente al ser humano, reflejado en la vida real en temas como la inacción global frente a la crisis climática y la tolerancia general en cuestiones como injusticia social, violencia de género y tantas otras.
Continuando con el guion, el conflicto se presenta poco a poco, con una dosificación muy bien lograda de la tensión, que comienza a percibirse desde el momento en que los daneses pisan tierras neerlandesas. Cuando parece que se va a alcanzar un punto límite, la tensión se libera, solo para reiniciar este proceso casi al instante. Cada vez que esto ocurre, tanto los protagonistas como nosotros los espectadores, tenemos más sospechas de que hay algo raro detrás. El éxito reside en que estas situaciones incómodas no representan un problema per se, pero es la acumulación que lleva a la creación de una atmósfera inquietante y por momentos perturbadora.

La elección de los encuadres y el trabajo de la dirección de fotografía son muy bellos y variados. Desde los planos detalle hasta los planos generales, cada uno sirve al propósito de la escena, creando una narrativa visual interesante y dinámica.
No hay que dejar de lado el aspecto sonoro, el cual diría que es uno de los elementos principales a la hora de desarrollar una atmósfera de suspenso de forma sutil (y a veces no tanto) que durante el primer acto nos aviva de que no estamos ante un drama familiar, sino ante una verdadera película de terror y suspenso. Son los efectos sonoros y la música lo que denota en muchas ocasiones que las situaciones que estamos viendo esconden un secreto muy turbio.
En Speak No Evil, el terror toma forma por medio de las herramientas audiovisuales que el director y su equipo utilizan con gran maestría, cocinando a fuego lento una historia que explota en su tercer acto y que al menos a mí me dejó con la pregunta que comenté al principio y ahora replanteo: ¿Cuánto estamos dispuestos a sacrificar en pos de la corrección política y de no incomodar a los demás?