Reseña: Smile

El 2022 ha sido un gran año para el cine de terror, con películas muy buenas como Nope,de Jordan Peele, Bodies Bodies Bodies,de Halina Reijn, Barbarian, de Zach Cregger y X y Pearl,de Ti West. A esta lista se suma Smile (2022), escrita y dirigida por Parker Finn y basada en su propio cortometraje Laura Hasn’t Slept de 2020. Está protagonizada por Sosie Bacon (hija de Kevin Bacon y Kyra Sedgwick) y Kyle Gallner (visto en la nueva Scream).

La historia sigue a Rose (Bacon), una terapeuta que, luego de presenciar el traumático suicidio de una de sus pacientes, comienza a ser acechada por una malvada entidad. Puesta así, la historia tal vez suena poco original y derivativa, pero la película hace las cosas lo suficientemente bien como para lograr diferenciarse de otras similares. Además, es mucho más intensa de lo que esperaba de una película de terror tan mainstream. Logra generar en el espectador la paranoia que siente la protagonista, apoyándose en la fotografía de Charlie Sarroff, con tomas largas, dejando mucho fondo y paneos lentos que generan una tensión constante; la atmosférica y disonante música de Cristobal Tapia de Veer; jumpscares muy bien ejecutados; perturbadoras muertes, logradas en su mayoría con efectos prácticos coordinados por Eugene Hitt; y la genial actuación de Bacon que realmente se carga la película al hombro, todo esto bajo la sorprendente dirección de Finn en lo que es su primera película.

Se hace además una interesante indagación en el trauma y las enfermedades mentales, y como estas afectan no solo a quienes las padecen sino también a quienes rodean a esas personas. Si bien la temática del trauma ha sido explorada incontables veces en el cine de terror, en especial con películas como The Babadook (2014), Hereditary (2018) o The Night House (2020), Smile logra hacerlo de forma fresca al poner el foco en una profesional de la salud mental y visibilizar aspectos como la forma en la que hablamos de salud mental (contrastando el vocabulario de los profesionales con el del resto de los personajes) y la presión de aparentar estar bien o de actuar de cierta forma que sufren las personas con enfermedades mentales para no incomodar a quienes las rodean (que a su vez también encaja con el tema de las sonrisas).

Todos estos elementos culminan en un explosivo final que, si bien se podría ver de forma pesimista interpretando que plantea cierto derrotismo ante el trauma y las enfermedades mentales, yo creo que lo que realmente intenta decir es que hay que tratar con estos problemas temprano y de forma correcta, ya que se implica que todas las víctimas de la entidad mencionadas en la película sufren de algún trauma sin resolver.

Me gustaría además poner atención en las actuaciones en roles menores de Caitlin Stasey, que interpreta a la paciente de Rose que se suicida; Jack Sochet como Carl, otro paciente de Rose; y especialmente Rob Morgan (Stranger Things), que interpreta a un atormentado sobreviviente de la entidad que persigue a la protagonista.

Por otro lado, Jessie T. Usher (The Boys) como la pareja de Rose y Kal Penn como su jefe fueron las partes más débiles del elenco, aunque no llegan a tirar abajo la película.

Con todas sus virtudes, Smile logró convertirse en un gran éxito, llegando a ser la película de terror más taquillera del año con más de US$200 millones ganados.