Reseña: The White Lotus

Los amores, las tormentas, las enfermedades, las sorpresas, las peleas, las novedades… todo en los viajes es más intenso. Todo puede ser un paraíso o una pesadilla.
The White Lotus es una comedia dramática. Intensa, satírica. Retrata una semana de vacaciones en un resort cinco estrellas en Hawái. Algunos huéspedes viajan en pareja, en familia, otros viajan solos. Se cruzarán con los empleados del hotel, que siempre se encontrarán a su servicio e intentarán que su estadía sea tal como la planearon. Pero hay algo que sabemos desde el inicio: nada saldrá como esperan.

Vamos a hacerle frente al prejuicio: es difícil entrar a ver la serie sin recomendación. (Esto es una recomendación.) El título The White Lotus no dice mucho, y los personajes super yanquis y hegemónicos no presumen de la trama profunda e intrigante. Y, por lo menos una generación entera identifica a Stifler’s mom de American Pie (la actriz Jennifer Coolidge) dentro del elenco protagónico, sin prever que nos encontraremos con lo que podría ser el mejor personaje de su carrera.
La primera escena, un flashforward que anticipa una muerte al final de las vacaciones, es clave porque mantendrá la tensión capítulo a capítulo, no solo porque nos hace preguntarnos permanentemente quién murió y quién mató, sino porque elucubraremos hipótesis que iremos descartando hasta los últimos minutos.
La trama se mantiene in crescendo. Se adentra en la psicología de cada personaje y en los vínculos que mantienen entre ellos. Con la llegada de esos turistas perfectos que empiezan a resquebrajarse como si fueran de una porcelana sensible al sol, comienza un eterno “nada es lo que parece”. Murray Bartlett interpreta al encargado del resort. Funciona como una fuga de gas que se va expandiendo en silencio, que está siempre a punto de explotar y que una vez que lo hace, cuando pareciera que lo peor ya pasó, remata con el final menos esperado. Un personaje detestable pero a su vez entendible, víctima de su condición, de sus vicios y de incontables años en un trabajo que lo obliga a reprimirse y a ser condescendiente con cientos de personas, sean quienes sean, lo traten como lo traten. Es cruel, es gracioso, es verborreico, es impulsivo. Es el único de los protagonistas que tiene una relación directa con el resto.

Así, con dos adolescentes que viajan con la familia de una de ellas (Olivia y Paula) que esconden muchos secretos, no solo con el resto, también una con la otra. En una sola semana serán tan cómplices como enemigas; con Tanya (Jennifer Coolidge), una excéntrica viajera solitaria que llega con las cenizas de su madre en su equipaje; con una pareja de treintañeros recién casados que tomaron y tomarán más de una mala decisión.
La estadía en la que todos ellos esperaban poder relajarse y estar tranquilos y felices entrará como por un túnel hecho de una escalada y desenfrenada tensión.
Que los ricos tienen miserias iguales o peores que las nuestras no es una novedad. Sin embargo, la serie logra desatar una curiosidad irrefrenable por conocerlas. Y así nos vamos sumergiendo en la vida de cada uno de estos personajes acostumbrados a lujos y pretensiones, pero no por eso excluidos de los tormentos más humanos. En un mundo donde lo primero es el qué dirán, este siempre será un prejuicio errado.

Vale la pena destacar no solo la interpretación de Jennifer Coolidge, sino la historia, el contexto que la lleva a aceptar este papel. Más allá del superpoder para el humor, su particular dicción y el magnetismo que ya conocemos, no la habíamos visto nunca en un rol tan dramático e intenso. Una vez que nos deja conocer a Tanya McQuoid nos deja la certeza de que nadie más que ella podría haberlo hecho. Sin embargo, durante la pandemia, antes de que le llegara la propuesta, ella cuenta haber sufrido una depresión causada por sus reiterados roles en los cuales “una mujer entra, cuenta un chiste y se va”, y esa devastación casi la lleva a rechazar la oportunidad.
La segunda temporada resulta más prometedora. Pero siguiendo el camino donde “nada es lo que parece”, cruzamos los dedos para que sostenga su promesa. Cambia de locación, cambia de personajes, pero conserva lo mejor de la serie: el formato y a Jennifer Coolidge.