This Much I Know to Be True: La muerte no es el fin

This much I know to be true arranca con una crisis. Nick Cave decide retomar su antigua profesión de ceramista para poder tributar porque entiendeque ya no es viable ser músico. Estamos en 2020 y todos nos estamos replanteando nuestra vida. Que es el fin de capitalismo, que vamos a volver mejores y un montón de otras cosas que con el diario del lunesnos damos cuenta que nunca pasaron. Nick está en una y viene de pasarla mal, es un imán para la tragedia. El documental transcurre después de la muerte de un hijo, pero antes que la de otro ocurrida este 2022. Sin embargo, ahí lo vemos, de pie, mostrando orgulloso las cerámicas que acaba de hacer, unas figuras que acomodadas cuentan la biografía de un demonio, unas bellezas en las que abundan conejos y calaveras acompañando a satanás en las distintas etapas de su vida. Diablo viejo, ese es el Nick Cave que el director neozelandés Andrew Dominik decide mostrarnos.

Acompañado de su legendario colaborador Warren Ellis, Nick presenta canciones de sus últimos discos: Ghosteen y Carnage previo a un tour mundial en 2021. Las interpretaciones son épicas, la cámara circundante del director de fotografía Robbie Ryan acompaña esa voz que narra letras de niños con cara de vampiros que se aparecen en las ventanas y caballos brillantes que corren por los campos. Es él con su narrativa y su estilo único luchando contra un pasado que lo atormenta y lo lleva con esfuerzo hacia un lugar nuevo, el de una felicidad extraña, casi incómoda que no esperaba encontrar.

Si el documental anterior de 2014, 20.000 Days On Earth se trataba sobre su biografía y su proceso creativo, en This Much I Know to Be True lo encontramos reflexivo, analizando el sentido de la propia existencia.“¿Cómo manejo el hecho de que no tengo control de mi vida vida?”, dice entre una canción y otra. Ya no hay procesos que analizar, solo queda vivir acompañado de fantasmas, como esa aparición que en el documental anterior hace Kylie Minogue en el asiento trasero de un auto y esta Marianne Faithfull derrotada que aparece ahora, en sillas de ruedas y con una máscara de oxígeno, producto de un covid más fuerte que toda la heroína que se inyectó en los 60. Todos son sobrevivientes y están ahí para acompañarse, porque a pesar de todo Nick Cave nos dice que hay esperanza, como esa letra que canta al final, la de Balcony Man, donde dice le dice a alguien que la mañana es asombrosa y remata al grito de “lo que mata no te vuelve más loco” porque si hay alguien que sabe de eso es él y por suerte está ahí para contarlo.