THE GRAY MAN: MISIÓN IMPASIBLE

Escrita, dirigida y protagonizada en total piloto automático, The Gray Man (2022) es una sucesión de tiroteos, peleas y persecuciones sin la menor gracia. Se trata de una de las más recientes superproducciones de Netflix, que contrató a los hermanos Anthony y Joe Russo (responsables de las últimas entregas de Avengers de Marvel) y les dio un presupuesto de 200 millones de dólares, lo que la convierte en la producción más cara financiada por la plataforma de streaming hasta ahora. El resultado es una película muy vistosa (demasiado vistosa, quizás)  y con un gran despliegue de efectos visuales, pero sin la menor tensión ni ningún tipo de sorpresas.

 

La historia arranca cuando un asesino convicto (un siempre inexpresivo Ryan Gosling) recibe en prisión la propuesta de recuperar la libertad a cambio de realizar trabajos para la CIA. Acepta, por supuesto, y todo rastro de su identidad queda borrado. Se convierte así en un Hombre Gris bajo el nombre clave Sierra Six. Varios años después, durante una misión en una Bangkok iluminada a puro neón y fuegos artificiales, empieza a tener dudas sobre uno de sus jefes y decide escapar llevándose un dispositivo con información valiosa. Entonces, para tratar de capturarlo, la CIA contrata a Lloyd Hansen (Chris Evans), un mercenario dispuesto a todo para lograr su objetivo. Así empieza la cacería, en la que el protagonista recibirá la ayuda de Dani Miranda (Ana de Armas), una agente que es acusada de traición y pretende limpiar su nombre.

En The Gray Man no faltan el obligatorio recorrido por diferentes ciudades del mundo (filmadas como si tuvieran un filtro de Instagram) ni las esperables traiciones y sacrificios. Además de esta seguidilla de lugares comunes del género de acción, también está la dificultad para ponerse del lado del poco carismático Sierra Six y sus elementales motivaciones: sobrevivir y  tratar de rescatar a la sobrina de su mentor. Por su parte, Evans no logra convertirse en el villano desquiciado que nos intentan vender. Después de casi diez años interpretando al noble Capitán América, al actor le cuesta ponerse en la piel de un sádico e imprevisible sociópata y no transmite lo que se requiere para el personaje. 

Quizás uno de los mayores problemas de The Gray Man está en que se toma demasiado en serio a sí misma. Con varias décadas encima y miles de exponentes, el género de películas de acción parece estar agotado y sólo llaman la atención aquellas propuestas que se animan a dar un paso más allá, como es el caso de la ya delirante franquicia Rápido y furioso, aún con todos sus desaciertos, o la saga de John Wick, que además de contar con un protagonista icónico construye una atractiva mitología alrededor de él. En otras palabras, The Gray Man no viene a ofrecer nada nuevo y a los espectadores sólo les queda la misión de aguantar, impasibles, a que se sucedan las secuencias de disparos y las explosiones para que lleguen, de una buena vez, los créditos finales.