Pleasure: De la fantasía a la cruda realidad

Si muchas películas comienzan con un mensaje de advertencia sobre su contenido violento, sexual y explícito, Pleasure merece un mensaje aparte.

La trama es la misma que la de un drama clásico. Una chica, Línnea, de la cual resaltamos inmediatamente su belleza, viaja a Los Ángeles para triunfar como actriz. La esperan una casa nueva con compañeras que no le darán la bienvenida esperada, la búsqueda de un manager o una agencia que la represente y la ayude a llevar su carrera al estrellato, fiestas, castings, sesiones de fotos, etc. Todos los obstáculos la harán cuestionarse hasta el punto de plantearse abandonar y volver a su Suecia natal.

Hay una salvedad, nuestra protagonista, Línnea cuyo nombre artístico es Bella Cherry, es actriz porno.

En el aeropuerto, al pasar por la ventanilla de migraciones, le preguntan el motivo de su viaje: ¿trabajo o placer? Ella duda y en un suspiro prometedor responde, placer. Sin embargo, de modo paradójico a lo que varias personas pueden pensar, la industria del porno – como cualquier otra- no garantiza el placer de nadie. El star system del cine para adultos no tiene nada diferente al de Hollywood: la ambición y la competitividad no dejan lugar a otros valores. La competencia es despiadada. En una sutil pero poderosa transformación, el personaje de Bella se va mimetizando con los códigos salvajes de la industria por la que se desvive por pertenecer. 

En este difícil camino al éxito, aparece Ava: la consagrada, la codiciada, la que está en la cima y es el vivo ejemplo de que vale la pena cualquier sacrificio con tal de estar allí.

La crítica al sistema se apoya en la contraposición generada por el cuerpo de una joven de sólo diecinueve años sometido a las reglas brutales del hardporn. El “poner el cuerpo” toma otra perspectiva, lejos de toda metáfora, se vuelve tan explícito que por momentos nos hace taparnos los ojos ante la violencia de un machismo  escalofriante.

El clímax, muy pero muy alejado del orgasmo, se da en el momento en donde la protagonista tiene que tomar la decisión de traicionar a su única amiga y aliada o perder la oportunidad de su vida. 

No es menor el dato que su joven directora, Ninja Thyberg, haya sido una activista anti-porno, que luego haya cambiado de opinión y haya hecho un cortometraje del tras bambalinas de una película xxx que años más tarde se transformó en Pleasure,  su ópera prima aclamada en Cannes y Sundance.

Thyberg expone en cada detalle el machismo dominante, desmantela un sistema creado por y para varones, y un feminismo que existe, una sororidad que quiere ser pero no puede porque es la ley de la selva, y solo sobrevive el más fuerte. No hay escrúpulos pero tampoco sermones morales sobre buenos o malos o hipócritas, no hay una bajada de línea. Ese trabajo queda en cada espectador, al que no le será sencillo digerir las imágenes. Thyberg se encarga de hacer un crudo retrato de la realidad que viven algunos para construir las fantasías de tantos. Con la valiente Sofia Kappel a la cabeza de un elenco compuesto en su gran mayoría por actores porno, como no puede ser de otra manera. Porque sin duda es una película difícil de ver pero muchísimo más, de hacer.