Buena Suerte, Leo Grande: Una historia para hacerse cargo del deseo propio

Buenas suerte, Leo Grande (2022) es una película protagonizada por Emma Thompson y Daryl McCorman dirigida por Sophie Hyde que nos cuenta la historia de una mujer adulta y los encuentros que mantiene con un joven trabajador sexual. En formato one room la historia transcurre en una habitación de hotel (excepto por la escena inicial y el último encuentro) donde los protagonistas tendrán sus encuentros. Nancy es una maestra de escuela retirada de poco más de sesenta años, viuda, temerosa que se encuentra aburrida, y, que, luego de un par de años posteriores a la muerte de su esposo, se anima a hacer aquello que anheló durante años: tener sexo con otra persona que le permita disfrutar y hacer aquello que siempre quiso. Para eso recurre a los servicios de Leo Grande.
Ubicada dentro de un recorte temporal, se nos muestra la historia durante los cuatro encuentro que Nancy pacta con Leo, hasta ese entonces no sabemos nada de los personajes por fuera de la habitación de hotel, ese microespacio parece una suspensión de la realidad de su vida para Nancy, donde solo podremos saber de ellos en función de sus palabras. No hay un “ellos” por fuera de este hotel, de esa habitación, y solo podemos conocer un poco más de sus vidas a partir de su propio relato en primera persona y lo que cada uno cuenta en sus conversaciones.

Después de pensarlo mucho, Nancy se anima y, en una especie de pasaje al acto, paga por tener sexo con Leo a pesar de sus contradicciones morales luego de enviudar. Es a partir de ese momento que inicia la historia. Dedicada toda su vida a dar clases de religión (año tras año, los mismo temas), cuidar de sus hijos y mantener cuidado un matrimonio del cual solo cree haberse llevado un “gran compañero”, la protagonista reconoce no haber tenido nunca ningún tipo de satisfacción en el sexo. Solo había tenido relaciones con su marido y estas siempre eran rutinarias, aburridas y sin espacio para la satisfacción. Nancy nunca había tenido un orgasmo en todos sus años de matrimonio ya que no había lugar para hacer lo que ella quería en el sexo porque era “denigrante” para su marido, todo se reducía a un acto sin pasión.
Desde un principio los personajes se nos presentan como polos opuestos y condicionados para resaltar su diferencia; la figura de un joven, seguro de sí mismo, seductor y descontracturado versus la imagen de una mujer adulta, estructurada, profundamente tímida y vergonzosa. Con el pasar de los encuentros van cambiando sus actitudes a medida que empieza a primar la confianza, esto sucede más que nada en el personaje encarnado por Emma Thompson que logra desentrañar su forma de ser. Es así como ella va perdiendo pruritos, asume confianza en la cama (el aspecto que más le cuesta), en su forma de hablar, se viste de manera más provocativa y adopta la sinceridad para reconocer la frustración o aburrimiento con lo que fue su vida sexual hasta ese momento.
En contraposición, Leo Grande no solo es seguro de sí mismo sino que sabe (y lo deja claro en repetidas ocasiones) que satisfacer al otro es su trabajo y es, a fin de cuentas, por lo que está ahí. El personaje siente placer en su trabajo, y ese placer radica en -valga la redundancia- satisfacer a sus acompañantes/clientes. Para esto crea un personaje de sí mismo que no tiene pasado, no tiene historia y que puede ser lo que el otro pida que sea. Esta vertiente es la que Nancy quiere romper de manera constante, sin respetar el acuerdo para escapar a su deseo. En cada momento que ella siente lujuria encuentra una puerta de salida que consiste en interrogar a Leo por su pasado y su vida real, haciéndolo en repetidas ocasiones para poder conocer un aspecto vulnerable de él hasta lograrlo.

En la historia hay sexo pero este no se manifiesta en escenas explicitas sino que prima la sutileza y, sin dudas, el erotismo que es una constante que surge para tensionar a los personajes. Pero si hay algo que no falta en esta historia es el diálogo que funciona como puerta de entrada para hacer fluir el deseo.
Poder descubrir qué es lo que quiere Nancy, es un juego por partida doble ya que ninguno de los dos sabe y ante la frustración de Nancy, Leo indaga y le cuenta sobre las diferentes formas de placer de cada una de sus clientes: algunas solo miran, otras buscan no hablar mientras que están quienes solo quieren hablar y nada más que eso. No existe fórmula universal: la fantasía y el deseo son distintos en cada persona. Y de esta forma, es así como el cuerpo se pone en el centro de la escena: con mucha vergüenza, Nancy admite que recurre a sus servicios no por falta de oportunidad de sexo sino porque que simplemente no quiere hacerlo con hombre de su edad, ya que no la excitan. Ella busca un cuerpo joven que la seduzca, un cuerpo como el de Leo Grande porque le trasmite algo de esa juventud que ella ya perdió. La materialidad del sexo se hace palpable, Leo concentra todos los atributos que ella quiere y la erotizan y eso, sin dudas, la llena de culpa y frustración.

Buena suerte, Leo Grande es una historia del deseo y el placer (en sus múltiples aristas) llena contradicciones que son parte de cada uno de nosotros pero que motoriza un descubrimiento. Descubrir el placer personal es una tarea difícil, disímil y muchas veces vergonzosa y esto se retrata de principio a fin. Dejando los preceptos morales a un lado, Nancy encuentra lo que quiere y eso implica descubrirse, sentir y gozar.
Si bien a simple vista esta podría ser “la” historia del sexo en la edad adulta y todo lo que esto conlleva, el film es mucho más que eso porque pone de manifiesto algo que incomoda. Buena suerte… no nos viene a mostrar un lado oculto del placer sino que deja entrever dos aspectos fundamentales: a veces, en un primer momento, el placer puede dar miedo y, a su vez, este no tiene límite de edad, siempre subsiste y ¡que satisfacción cuando se realiza!
Awwwww, qué linda nota! Me emocionó leerla. No he visto el film, pero leyéndote dan muchísimas ganas verla. Gracias por la magia Ale 💕
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