SANTA EVITA: La leyenda es siempre la misma

Miniserie de siete capítulos inspirada en la novela homónima de Tomás Eloy Martínez que, como es sabido, cuenta el recorrido del cadáver de Eva Perón que fue embalsamado luego de su muerte. Recorrido del cual poco se sabe y que vive en el imaginario colectivo por más que el cuerpo haya sido encontrado y conservado como se merece. Varios componentes adornan la trama y generan tensión e intriga. En ningún momento se aclara cuáles son parte de la historia y cuáles son ficticios. Es un caso único en donde no se puede definir qué es más emocionante, si la historia real o los mitos a su alrededor.

La serie va oscilando entre diferentes periodos históricos y los saltos temporales quedan siempre claros y orgánicos. Sin embargo no es un raconto de la historia de la revolución libertadora, ni del golpe del 55, ni de la biografía de Evita, si bien ciertos momentos claves de la vida de la protagonista son necesariamente retratados. Me animo a decir que para extranjeros o poco conocedores de la historia, el rompecabezas puede quedar incompleto o confuso. Pero no resulta relevante la fidelidad de los hechos ni para con los acontecimientos históricos reales ni con la historia tal como fue escrita por Tomás Eloy Martínez. Es el retrato de una obsesión y de su decadencia. No la de un pueblo con su líder sino la del coronel Moori Koenig, en representación de la clase política y militar de la época, ensañado con el cuerpo de Eva tanto en vida como después de su fallecimiento. Interpretado por Ernesto Alterio, este milico, como lo llama la señora, es presentado como parte del círculo íntimo del general y la primera dama para convertirse más tarde en el encargado de la operación para secuestrar el cuerpo de la difunta y esconderlo. Pero, ¿qué pasa cuando termina su misión, cuando pierde el objeto de su mayor deseo? Queda triste y perdido. Como un loco de la guerra con recuerdos que lo aturden. No hay nada más miserable que la esperada decadencia de un villano. Y esa miseria queda en evidencia. Es irrefutable. Puede quizás existir un paralelismo con el devenir de los trabajadores, los descamisados, los grasitas -como los llama ella- que tampoco parecen haberse recuperado nunca de la pérdida. Y gracias al salto temporal (y a la historia), podemos saber que todo lo que vino después fue un tormento que por muchos años fue peor y peor y parecía no tener final.
Décadas más tarde, palpitando la dictadura, entra en juego el personaje de Diego Velázquez, un periodista apasionado que tiene línea directa con Perón y que empieza a rastrear a Moori Koenig hasta encontrarse cara a cara con él. Otro hombre obsesionado con Eva, en este caso para poder recrear y escribir su historia.

Si uno quiere ver la serie para entender la historia o para recordar la novela de Martínez, me animo a anticipar una decepción. Es una versión de la ficción, es la serie de un mito. Si cuando terminan los siete capítulos uno se pregunta qué fue lo que pasó en realidad, estos, responderían con otra pregunta que podría ser quién sabe o a quién le importa.
Uno de los estrenos más esperados del año, sobre todo para los amantes del cine nacional. Imagino también para los admiradores de Natalia Oreiro, que está frente al rol más importante de su carrera. Es un enorme desafío, no solo porque se trata de la figura femenina más importante de la política argentina sino porque además fue interpretada infinitas veces y por las más grandes artistas nacionales e internacionales. Para una actriz es uno de los personajes más soñados, pero no por eso es fácil de componer. Su interpretación pareciera inspirada en aquella Eva inolvidable de Ester Goris en la película de 1996 de Juan Carlos Desanzo. Hay un trabajo notable de parte de la uruguaya. Un cambio en la voz, en la postura. Una construcción del padecimiento de la enfermedad contrapuesto a un carácter implacable y vital que lucha hasta las últimas consecuencias. Natalia toma las riendas del rol y asume todos los riesgos.

Como todo santo, Evita, tiene sus devotos y también están aquellos que buscan matarla dos veces. Ambos bandos están representados en la serie de Star+, en la novela, en cada película, obra de teatro que recrea la figura de la mujer devenida en santa. Todas las versiones son posibles, pero una vez más queda claro que lo que es imposible es terminar con la leyenda de la jefa espiritual indiscutida del pueblo argentino.