El señor de los anillos: Los anillos de poder

I
Todo lo que pensamos sobre esta serie, ya lo sabían J.R.R. Tolkien y su hijo (y editor) Cristopher. Lo dejan por escrito en el prefacio de Cuentos inconclusos de Númenor y la Tierra Media:
Cristopher Tolkien
“…hay que decir sin más demora que muchos lectores del El señor de los anillos no encontrarán satisfactoria gran parte de este libro, pues considerarán que la estructura histórica de la Tierra Media es un medio y no un fin, el modo de la narración y no su objetivo, y tendrán escasos deseos de seguir más adelante la exploración por si misma…”
J.R.R. Tolkien
“¡Ojalá no hubiera prometido que seguirían unos apéndices! Creo que su aparición en forma truncada y comprimida no satisfará a nadie; no a mí, no a la gente que gusta esas cosas; mientras que quienes disfrutan el libro como historia heroica solamente y encuentran en las perspectivas inexplicadas parte del efecto literario, no harán caso alguno a los apéndices”

De estas aguas bebe la serie. No es un mero invento, aunque se aleja del canon. Es algo que (los) Tolkien sabían que iba a ocurrir. Es el capricho del viejo escritor. Era su tema y su vicio. Una bendición para los actores que necesitan saber todo sobre su personaje. Tolkien sabía qué le gustaba cenar al hermano de un rey enano, alejado de la línea de sucesión. Pero esto no es historia, y no debe tratarse con esa solemnidad. Lo sabía porque lo inventó. Era su pasatiempo y pasión. Salvo los apéndices, nada de esto fue publicado con el profesor en vida. Ni El Silmarillion, ni Los hijos de Húrin, ni los Cuentos inconclusos de Númenor. Nada.
II
Estamos en la Segunda Edad. Recordemos: El hobbit y El señor de los anillos ocurren en la Tercera Edad. Muchos años antes, la Tierra Media se encuentra bajo el dominio de los señores Elfos. Las líneas de personaje, los POV o punto de vista son: Galadriel (bastante antes de ser la señora de Lorien y la esposa de Celeborn), Elrond (antes de fundar Rivendel), Arondir (un elfo de guardia en un destacamento perdido), Nori (una pre-hobbit, llamados por ahora “pies peludos”) y Bronwyn (una curandera humana, en una relación con Arondir). A ellos los acompañan algunos notables secundones: Celebrimbor (el maestro herrero y joyero élfico), Durín IV (Principe de Khazad-Dum), Gil Galad (Rey Élfico), y algunos cuantos más.
Como en El hobbit y El señor de los anillos, algo se agita en el este. Hay indicios de la vuelta de ese mal indomable llamado Sauron, otrora hechicero de Morgoth. Los indicios son un tema siempre presente en la fantasía, ya sea en forma de profecía o de señales de cambios en el mundo, por lo general en el plano mágico. Todo lo que escribió Tolkien está teñido por el mismo acto erróneo: no terminar con Saurón en cuanto se tuvo la oportunidad. Es muy probable que la serie nos cuente una de estas oportunidades, que termina con la caída de Númenor, el reino humano del que derivan luego Gondor y Arnor.

III
No nos precipitemos: Tolkien nunca se decidió por la historia de Galadriel. Escribió cosas distintas, pero algo es verdad: el personaje siempre fue rebelde y rechazó el favor de los Valar para volver las tierras imperecederas. Poco está contado en la serie de su hermano, un elfo que sería rey. Pero no tiene sentido adentrarnos allí, al menos todavía.
No está claro en qué momento exacto estamos. Según los apéndices (última sección de El señor de los anillos) sería el año 500 de la Segunda Edad. En ese momento, que se presume el arranque de la serie, concluye la larga persecución y búsqueda de Saurón y sus orcos, a la vez que aparecen los primeros signos serios de su retorno, en forma de putrefacción y muerte, y en las mismas visiones de Gil Galad. Una tormenta se yergue sobre el este, se dice en El señor de los anillos; aquí tenemos ataques mediante túneles, leche podrida, pasturas muertas, hojas que caen y una misteriosa estrella fugaz (¿los Istari?).
IV
No está claro qué se va a contar. Galadriel tiene un encuentro con, al parecer, numeroneanos. Este pueblo se desarrollará y llegará a la Tierra Media en años por venir. A su vez, Elrond conoce al célebre Celebrimbor. Tienen una misión poco clara. Y se topan con un misterio ¿Qué guardan los enanos en Khazard Dhum?

El canon cuenta que Sauron engañó a Celebrimbor para forjar los anillos. Lo hizo disfrazado. A esta altura todavía era capaz de tomar forma corpórea y hasta de rasgos hermosos. Es luego de la caída de Númenor que no volvería a ser más que sombras. Todo este proceso lleva 1000 años. Algún atisbo de ello hay en la conversación entre Durín IV y Elrond, en la que se da cuenta de los 20 años que llevan sin verse. No se sabe cómo lo resolverá la serie.
Otro punto es la trama de Nori y el “caído del cielo”. Las elucubraciones arriesgan que es Gandalf. Recordemos, Tolkien escribe que hay cinco magos. El mencionado Gandalf (el gris), Saruman (el blanco), Radagast (el marrón), Alatar y Pallando (Los magos azules). Pero las teorías no están ahí porque sí. Gandalf es un portador secreto del anillo de fuego. Lo heredó de Cindar (uno de los Altos señores Elfos, que aún no apareció en la serie). El anillo de fuego “reanima los corazones en un mundo que se enfría”. Recordemos, el recién llegado lo hace en un anillo de fuego. Muy lindo, pero ocurre en el año 1000 de la Tercera Edad. Y Gandalf (ni los otros magos) cayeron del cielo: vinieron en barco.

V
¿Importa todo esto? La verdad es que no. No hay motivos de ofensa ni para los más acérrimos tolkienistas. Todos estos textos están comentados e inconclusos; a veces, Tolkien, se convertía en cronista de un relato ajeno. Los textos adoptan la forma de manuscrito encontrado y el escritor se convierte en un historiador, atrapado e inmerso en plena investigación. Es un espacio lúdico absoluto. La ficción por la ficción misma. Pedirle los papeles en regla a esto, suena propio de un papismo medio pavote.
Los anillos de poder está realizada como pocas cosas pueden realizarse. Hablar de rubros técnicos, en una serie de 700 millones de dólares (a la fecha), sin hacer el ridículo, suena imposible. Los actores son lo suficientemente desconocidos y notorios como para no estorbar. Está filmada en glorioso panorámico y no desentonaría en ninguna pantalla enorme. La estética guarda estrecha relación con las dos trilogías de Peter Jackson. No se me ocurre de nada mejor que se pueda pedir para explorar este mundo. Hemos visto fallar a todas las sagas de fantasía, ya sea Las ruedas del tiempo o The Witcher. Me niego a ser uno de esos que desea que las adaptaciones sean malas para que no toquen su preciado libro. Tolkien dejó unos papeles de trabajo que son el producto de una imaginación fervorosa. Que sean tierra fértil para visiones afiebradas, historias épicas y emociones a colores.