¡Nop!: la amenaza del siglo XXI

La nube no se mueve. Lleva un rato largo así. Hace unos días comenzaron a caer objetos del cielo. Algo no está bien. Las luces se apagan a la noche y los caballos se vuelven locos. Está ahí arriba, se mueve rápido, nos observa. No queda mucho tiempo. Ya viene. No lo mires. Por lo que más quieras, no lo mires.
¡Nop! (2022), la tercera película de Jordan Peele narra la historia de OJ Haywood (Daniel Kaluuya) y su hermana Em (Keke Palmer), quienes afrontan la extraña muerte de su padre (Keith David), luego de que monedas, llaves y distintos objetos cayeran como proyectiles desde el cielo. Ambos deberán develar un misterio que se cierne sobre el rancho familiar (un centro de entrenamiento de caballos para ser utilizados por la industria audiovisual).

¿Por qué una descripción de la trama tan escueta? Bueno, la razón más precisa es la naturaleza de esta obra. Donde un breve detalle puede arruinar el misterio que se cierne sobre el relato. Menos es más. Lo que sí se puede afirmar es la superación de Peele a la hora de aterrar a la audiencia. Si bien su primera película, Get Out (2017) explotó en todo el mundo, su segundo filme, Us (2019), para muchos, no estuvo a la altura de su predecesora. Pero es en esta oportunidad, sin ninguna duda, que la reinvención y talento del director y comediante generaron sus frutos.
Tramas que parecen ir a ningún lado, dan un giro completo para conectar todo. La primera imagen muestra algo en apariencia inconexo con lo que veremos luego. Un mono ensangrentado, con el cuerpo de una niña y una zapatilla en una posición imposible. No se explican algunas cosas, otras sí; pero nada está de más. La narrativa de Peele es excelente. Un primer acto que construye la turbulencia del segundo y luego último. La película le pide paciencia al espectador, para que pueda disfrutar de lo que sigue.

No hay muchas fallas para señalar, pero sí una que genera alarmas en lo próximo. La comedia. A veces dotada con habilidad, pero luego forzada e incomprensible. No es lo mismo la audiencia estadounidense que la de otro país. El contenido se pierde. No digo que lo deje de hacer, ya que logra llegar a un público autóctono; pero quizás se puede virar el timón e intentar englobar a una mayor cantidad de personas, sin dejar a nadie afuera.
Fíjense que todavía no expliqué mucho de qué va la historia. Y tampoco voy a hacerlo. Solo voy a mencionar la virtuosa y asombrosa puesta en escena que realiza Peele. Ya lo menciona el colega Alejandro G. Calvo de Sensacine; las referencias de Spielberg, y todo su cine, están presentes. Jaws (1975) y Jurassic Park (1993) se unen para crear un híbrido del siglo XXI. La amenaza más aterradora de la nueva década. Complementan imágenes extrañas, fuera de nuestro mundo. Donde lo raro vive como uno más, pero no debería estar ahí. Gente ahogándose dentro de un espacio asfixiante. Violencia animal y salvaje. Uno no puede evitar quedarse maravillado con esta película, aferrado al asiento, como se suele decir. Solo me queda la inquietud: ¿cómo va a superarse Peele después de esto? Queda ser optimista, pero no va a ser fácil.