El buen patrón o la tensión irreductible entre intereses

El buen patrón (2021) es la quinta película del director Fernando León de Aranoa que luego del éxito de Los lunes al sol (2002) vuelve a poner en el papel principal a Javier Bardem. El film supo captar la mirada de la crítica española siendo la película con más nominaciones a los premios Goya en la historia, obteniendo seis estatuillas en categorías centrales; mejor película, dirección, interpretación masculina, guion, montaje y música original.
La película narra los acontecimientos que suceden en el lapso de una semana desde la mirada de su protagonista Julio Blanco (Javier Bardem), dueño y director de Basculas Blanco, una empresa familiar española que fue creciendo con el paso de los años dedicada a la fabricación de balanzas (metáfora que no pasa desapercibida a la hora de mostrar la precisión, obsesión y perfeccionismo del protagonista y cómo este se va desenvolviendo hasta en el menor de los aspectos).
El acontecer temporal de la historia retrata un momento específico; el momento cuando Blanco anuncia que la empresa está nominada a la excelencia empresarial española. Esto implica que un comité especializado irá a hacer una evaluación en cualquier momento. Desde el inicio el personaje de Javier Bardem dejará mostrar las bondades de un jefe de una empresa familiar que se compromete y preocupa por sus empleados, ya que según él no tiene hijos pero “vosotros sois nuestros hijos”. Nos encontramos así con un poco de desconfianza como espectadores, creemos en Blanco, lo entendemos pero con un poco de recelo y lejanía. Su forma atípica de actuar con sus subordinados deja entrever que es un hombre que se interesa por ellos y los problemas pasan a ser los propios en una especie de péndulo que oscila entre jefe y amigo que los entiende y escucha.

Como en toda comedia, luego del anuncio del premio, van a comenzar a suceder hechos inesperados que están por fuera de la mente calculadora y previsible de Blanco, y él, cautivo de sus propias palabras, no puede tolerar ningún desperfecto que afecte a su fábrica que incluye, inexorablemente, a sus empleados. Pero no solo con aquello que sucede dentro de la empresa, sino también todo lo que altere por fuera: su vida familiar, sentimental y social. El aspecto “paternal” se pone de manifiesto cuando de forma amistosa busca “resolver” los problemas de los empleados. En la espera de la llegada del comité la trama va a empezar a desarrollarse y vamos a conocer a Julio en su rol personal y profesional que, a fin de cuentas, son lo mismo en la vida de este hombre de negocios. Pasantes que se van, empleados que llegan, jóvenes talentos, distracciones de sus empleados por conflictos personales y un despido. Un solo despido sobre el que se desprenden todos los conflictos de la trama que tiene la posibilidad de arruinarlo todo y mantiene latente el relato.
El film inicia como una comedia liviana, pero a medida que transcurre los hechos más simples se comienzan a complejizar. La historia se adentra en aspectos más oscuros vinculados al poder y la condición humana, dejando ver que aquellos prejuicios que teníamos desde el principio con este personaje son certeros. El tono amistoso y comprensible del jefe se abandona. Toda distracción de sus empleados afecta a su rendimiento empresarial y, si bien busca resolverlos, lo hace en pos del buen manejo de su empresa y abandona la comprensión que lo caracterizaba desde un primer momento. Esto dista de convertirlo en un patrón-amigo, sino que se oculta bajo esa falsa premisa para mejorar los rendimientos. Al personaje principal poco le importan los conflictos o los motivos, sino que deja ver que prima la lógica empresarial. No hay titubeos a la hora de arreglar las cosas, sean por cualquier medio con tal de que no afecten el desarrollo, en este juego la mecánica de resolución se puede volver tenebrosa.

La tensión irreductible entre capital y trabajo no es pura teoría; es palpable, y es así como el personaje tiene una construcción perfecta. Esto no implica que no sea predecible. Su forma de accionar puede hacer suponer aquello que hará, pero siempre logra sorprender al espectador con una cuota más alta de cinismo de la que uno espera. En un primer momento nos encontramos con una comedia que trasmuta de género y oscila entre el drama y la tragedia para poder quedar finalmente ubicada en una perfecta película de humor negro con algunos elementos de sátira. Con un sólido guion, León de Aranoa nos muestra a un empresario que ante cada problema que pone en tensión sus deseos materiales, morales y económicos apela a los aspectos más fríos y maquiavélicos porque a fin de cuenta lo único que predomina son sus intereses particulares disfrazados de generales.
En El buen patrón podemos ver a Bardem en una de sus mejores actuaciones, con un personaje sólido, con un buen arco dramático acompañado de un guion que exprime hasta el último momento todos sus aspectos. Si bien por momentos puede caer en la predictibilidad, la construcción del personaje siempre encuentra un aspecto o forma de actuar que nos toma por sorpresa, eliminando todo prurito moral. La soberbia y pedantería del dueño de Basculas Blanco ubica al espectador en un lugar incómodo de entenderlo y odiarlo a medida que avanza la trama.