Stranger Things 4, crecé con lxs pibxs.

La nueva temporada de Stranger Things creció desde lo argumental como crecieron sus pibxs. Por primera vez, nuestros protagonistas están separados, seis meses después de los acontecimientos en el centro comercial de Starcourt y tienen que lidiar con las consecuencias y secuelas de lo sucedido en la temporada anterior, y como siempre, con las vicisitudes del paso de la pubertad a la adolescencia.
Muchxs creían a este producto agotado y estirado. Pero los hermanos Duffer una vez más responden con solidez narrativa, dejando la vara alta, aprovechando de manera magistral tener desperdigados a los personajes, con distintas tramas paralelas que de una manera muy fluida nos da una lección de géneros narrativos. En ningún momento estas líneas se entorpecen entre sí, son fáciles de seguir y generan la idea principal de todo producto audiovisual: entretener.
Pesadilla en Hawkins.
La trama principal es la que nos muestra al villano de la temporada, que remite al terror, con gran influencia de Nightmare on Elm Street (Wes Craven, 1984), la novela It (Stephen King, 1986), el juego Silent Hill (Keiichiro Toyama, 1999) y The Amityville terror (Stuart Rosenberg, 1979). Abrazada a este género, Stranger Things alcanza un nivel que nadie esperaba. Tal como hicieran con el Demogorgon y el Azotamentes (aunque este tiene su raíz en Lovecraft), otra vez la mitología de Dungeons and Dragons hace su aporte con Vecna, el terror del mundo alterno que quiere abrir los portales en Hawkins mediante asesinatos. El diseño del personaje es una mezcla entre el Rey de la Noche de Game of Thrones y Freddy Kruger y, como el Pennywise de It, se alimenta del miedo de sus víctimas, atraído por los traumas que carcomen la conciencia de lxs jóvenes.

Además, tener como villano a un monstruo con rasgos de humanidad, pero con poderes, sin empatía, cruel y frío es mejor que los monstruos grandotes que atacan por atacar, más por naturaleza e instinto. Es así que en Hawkins quienes se encargan de investigar y enfrentar a la nueva amenaza son Nancy (Natalia Dyer), Steve (Joe Keery), Robin (Maya Hawke), Max (Sadie Sink), Lucas (Caleb McLaughlin), Erica (Priah Ferguson), Dustin (Gaten Matarazzo) y Eddie Munson (Joseph Quinn), este último, personaje nuevo de muy buena acogida en el público y con un gran arco de crecimiento.
Si hay algo que tiene la serie es la suma de personajes nuevos en cada temporada, y las pocas muertes hacen que se acumulen, pero sin ser estorbos para el avance del relato. Eddie es un inadaptado, metalero y líder del Hellfire Club, donde Dustin y compañía se reúnen para jugar Calabozos y Dragones. Ante la primera muerte en el pueblo, es señalado como el culpable y perseguido por el capitán del equipo de básquet de la secundaria de Hawkins, personaje estereotipo de cuánta película de los 80 que hayamos visto, pero que encaja a la perfección en esta trama para marcar la ignorancia y prejuicio hacia lo desconocido, lo raro, lo nerd, lo que está por fuera de los estándares y requisitos de la sociedad. Y no es aleatorio, porque cuando en Estados Unidos por los 70 con la proliferación de asesinos en serie muchas sociedades civiles y religiosas asociaron al juego de Calabozos y Dragones con prácticas de brujería, adoración al diablo y sacrificios humanos. Esto llevó a varixs chicxs de una generación al ostracismo, la marginalidad, el bullying y demás. Sin ir más lejos, uno podría pensar que el personaje de Eddie está inspirado en la historia de Damien Echols, uno de los “Tres de Memphis”, condenado de forma errónea por el asesinato de tres niños, por el mero hecho de que le gustaba el metal y vestirse de negro.
Vale la pena remarcar el cameo de Robert Englund, en el papel de Victor Creel, para explicar de manera magistral algo del pasado de Vecna y su maldición. Si la serie siempre homenajeó la obra de Wes Craven, acá esto llega al punto cúlmine.

De Carrie a Firestarter.
La trama de Eleven (Millie Bobby Brown), para ser sincero, al principio aburre. Porque es lo mismo de las temporadas anteriores, con ella marginada, sin saber quién es realmente, y siempre llorando.
Después de los incidentes de la temporada tres, el doctor Max muda a Eleven y su nueva familia, los Byers, a Lenora, en California, bien lejos de sus amistades de Hawkins. Con la muerte/desaparición de su “padre” Jim, la pérdida de sus poderes y el constante bullying que sufre en la escuela, su único sostén anímico es la relación por correspondencia que sostiene con Mike (Finn Wolfhard). Pero su estado es frágil, porque la llegada de Mike, rompe con la mentira de que tenía amistades nuevas y era popular en el colegio. Al ser humillada delante de su novio explota.
Las influencias de Stephen King y sus adaptaciones cinematográficas son fáciles de reconocer, en especial, la reminiscencias a Carrie, en el trato que recibe Eleven por parte de la chica popular de la escuela.

Después, la protagonista se separa del resto y es llevada a una base secreta donde el Doctor “Papa” Brenner (Matthew Modine) y Sam Owens (Paul Reiser) intentan ayudarla a recuperar sus poderes, mientras una parte del ejército de Estados Unidos, al no poder controlar la amenaza, buscan eliminarla. Muy parecido a lo que ocurría en Firestarter (Mark Lester, 1984).
Aunque más bien discursiva que visual, esta trama tiene una importancia superlativa para la construcción del personaje de Eleven, porque sirve para conectar con ese sentimiento de frustración y culpa con el que siempre cargó, pero en especial, la utilización de los flashbacks colaboran para llenar los agujeros de su historia y ponerlo en juego con el de Vecna y la creación de ese primer portal.
De Rusia con amor.
Otra de las líneas narrativas resulta un homenaje al cine de los 80 donde marcaban esa rivalidad yanqui y rusa en plena guerra fría. Y también, un rescate al cine carcelario como El gran escape (John Sturges, 1963), Expreso de medianoche (Alan Parker, 1978) y Escape de Alcatraz (Don Siegel, 1962).
Jim (David Harbour) está cautivo en una prisión en el medio de Siberia, rodeado de nieve y haciendo trabajos forzados. Con la ayuda de un guardia corrupto, Dimitri (Tom Wlaschiha, para lxs amigxs Jaqen H’ghar de GoT) logra enviar y hacer llegar un mensaje a Joyce (Winona Ryder).
Así, Joyce Byers, con la ayuda del conspiranoico Murray (Brett Gelman) y el piloto contrabandista Alexei (Alec Utgoff), tendrá su aventura hacia la Unión Soviética, logrando los momentos más cómicos de la temporada.

Mientras, Jim sufrirá y hará los ardides necesarios para poder escapar de la prisión. Situaciones que ya vimos en películas carcelarias, pero que en su desarrollo y desenlace cuentan con algunos puntos de giro que dan frescura a la trama.
La road movie comic relief.
La trama más chiquita la protagonizan Jonathan (Charlie Heaton), Will (Noah Schnapp), Mike y la incorporación de Argyle (Eduardo Franco), un fumón compañero de trabajo y amigo de Jonathan en una pizzería.
Estos cuatro viajarán en la camioneta por el desierto del oeste de Estados Unidos buscando la base secreta donde se encuentra Eleven. En el contexto del relato, esta línea establece los momentos que buscan distender, porque la inclusión de Argyle parece darle un aire a la serie de Cheech y Chong, o sea una comedia en base a la marihuana.

Pero, aunque parezca una línea de relleno, con el correr de los capítulos se demuestra que este viaje sirve para que los personajes se sinceren con ellos mismos. Jonathan y su miedo a no cumplir con las expectativas universitarias de Nancy, Mike y su miedo a dejar de ser importante en la vida de Eleven, y Will y su miedo a sentirse distinto por su orientación sexual.
El argumento crece, lxs pibxs crecen, nos vemos en 2024.
En conclusión, me animo a decir que la cuarta temporada termina siendo la mejor hasta el momento. Por la maduración argumental que logra alcanzar, y que con sinceridad, no me esperaba tras la tercera temporada.
El crecimiento de lxs protagonistas fue bien absorbido por el relato, la inclusión de algunos nuevos personajes enriqueció el argumento, no sólo fueron relleno, sino que ayudaron a que el relato avance, y que crezcan muchos de los personajes principales, en especial el tándem Eddie-Dustin (el Dustin de la próxima temporada, seguro será otro).
Si por algo se destacó la serie en sus entregas anteriores, es por los homenajes y referencias a los 80. En esta entrega, lo hace otra vez y deja la vara más alta que nunca. ¡Master of puppets!, ¡genial!
La quinta temporada (¿y final?) vendrá en 2024, lxs chicxs ya no serán chicxs. Teniendo en cuenta el capítulo final, la gran pregunta es: ¿la historia tendrá un salto en el tiempo o habrá ayuda tecnológica para que lxs chicxs sigan pareciendo púberes?