Chip ‘n Dale, rescue rangers: rescate nostálgico.

Después del mancazo que fueron Space Jam: A New Legacy (Malcolm D. Lee, 2021) y Tom And Jerry (Tim Story, 2021) era difícil vislumbrar un nuevo intento del híbrido entre animación y acción en vivo (bueno, sí, live action suena mejor). Pero Disney, desde su plataforma, firme en el intento de dominar el mercado, apeló a la nostalgia y rescató del recuerdo a sus dos ardillitas exitosas de los 90: Chip & Dale.
Para quienes no superen o alcancen las tres décadas de edad, Chip ‘n Dale: Rescue rangers (1989-1990)[1] era una serie animada donde, Chip, un líder símil Indiana Jones, acompañado de su amigo Dale, despreocupado y torpe de camisa hawaiana, tenían una agencia de detectives y resolvían casos acompañados de Monterey Jack, un ratón amante del queso; Gadget, una ratona mecánica y Zipper, un mosca doméstica que se comunicaba con zumbidos.
La película nos sitúa en un mundo donde humanos y caricaturas conviven en plena armonía y normalidad. En ese contexto, durante el primer día de colegio, dos marginados como Chip y Dale se conocen, entablando una amistad eterna. La voz en off de Dale (Andy Samberg) continúa con el relato y relata cómo crecieron estos dos amigos haciendo bolos y extras en publicidades y programas familiares de los 80, hasta la gran oportunidad de tener su propio show con Rescue Rangers. La serie fue un éxito y los sitúo en el jet set de Hollywood, pero Dale sentía que no lo tomaban en serio, que era un comic relief y la verdadera estrella era Chip (John Mulaney), entonces, decidió protagonizar su propia serie como una especie de 007, Double-o Dale. Esto supuso el fin de Rescue rangers, y el fin de la amistad.

30 años después, quien narra toda esa introducción es Dale en el presente, desde una convención tipo Comic Con. La ardillita, con una cirugía estética que lo volvió un personaje 3D, cree seguir perteneciendo a la industria y transmite en vivo desde las redes sociales a sus fans, dando por hecho la vuelta de shows que lo llevaron al estrellato y demás. Mientras tanto, Chip es un empleado de una agencia de seguros, totalmente ajeno a las luces de Hollywood. Dos mundos separados, hasta Monterey Jack (Eric Bana), antiguo compañero en Rescue Rangers, los llama desesperado porque teme por su vida. Con el tiempo, su adicción por el queso creció, los ingresos no y contrajo una deuda de queso, y sabe que las caricaturas que no pagan desaparecen: son alterados para evitar los controles de derechos de autor y, finalmente, obligados a trabajar en películas piratas en el extranjero.
Con la desaparición de Monterey Jack, Chip y Dale vuelven a reunirse para una nueva aventura y unen fuerzas con la detective humana Ellie (Kiki Layne) con la misión de descubrir quién está detrás de las alteraciones a dibujos animados marginados de la industria, averiguar dónde está su amigo y rescatarlo.
Es inevitable pensar ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (Robert Zemeckis, 1987), en ambas películas la trama principal nos remite a un policial y, de hecho, el mismo Roger Rabbit hace un cameo en este film. En ambas obras humanos y dibujos conviven y una organización criminal tiene oscuros fines para los animados. La diferencia radica en la profundidad de las subtramas. La película de Bob Zemeckis (adaptación de la novela homónima de Gary Wolf) hacía una crítica a la segregación racial de los años 50 en Estados Unidos, los dibujitos animados son tratados como ciudadanos de segunda, están para servir y entretener a los humanos y con el objetivo de los malos de eliminar a Toon Town y a los dibujos animados para llevar progreso con la creación de una autopista. Era una crítica directa a lo que se llamó “El gran escándalo del tranvía de Estados Unidos”.

En Chip ‘n Dale se quiere hacer una crítica al lado oscuro de la industria, a cómo las personas/personajes son dejados de lado y empujados a las adicciones o a sobrevivir como fuera, pero de una manera, desde mi punto de vista, cínica. De hecho, pareciera que lo verdaderamente importante es eliminar a los criminales que hacen copias piratas de sus producciones alrededor del mundo.
¿Por qué digo que lo hacen de una manera cínica? No creo que con este señalamiento del lado oscuro de la industria hacia actores y actrices que no generan los mismos ingresos siendo adultxs que niñxs, Disney haga un mea culpa ni quiera lavar su imagen. Todos sabemos cómo terminaron muchas estrellas juveniles de la casa del ratón.
¡SPOILER ALERT! Remarco lo de “manera cínica” porque cuando descubrimos que el villano líder es Sweet Pete (Will Arnett), el joven Peter Pan que al crecer ya no es el niño eterno, la aparición de granos púberes, el cambio de voz hace que se le cierran puertas y oportunidades empujándolo al olvido y, en su caso, al delito. Es fuerte que sea Peter Pan, porque remite a Bobby Driscoll, quien fue el modelo para el personaje y quien puso la voz en el film animado de los 50. Como con Sweet Pete, Driscoll fue una estrella infantil, pero al llegar a la adolescencia, Disney solo le ofrecía pequeños papeles de matón para luego cortar su contrato antes de tiempo. Desde allí, el joven tuvo problemas con drogas, delitos, estuvo preso y siempre hizo algún intento para volver a actuar hasta su muerte a los 30 años. ¡FIN SPOILER ALERT!
Por lo menos, se nota la falta de tacto. Quiero creer que sin intención de parte de guionistas o sin conocimiento de la causa. Pero bueno, la película funciona. Las actuaciones cumplen, J.K. Simmons como Capitán Putty la rompe, y si decimos que funciona es porque tienen claro a dónde apuntar: a la nostalgia.

Los cameos de Baloo, los tres cerditos, Transformers, el candelabro de Bestia, Muppets, en fin, infinidad de personajes caminando por el fondo, que nos hacen poner pausa para ver si los reconocemos. La mejor aparición es de Ugly Sonic, si es que recuerdan cuando salió el primer tráiler de Sonic, The Movie (Jeff Fowler, 2020). Incluso, en un momento, el secuaz Vikingo a quien Seth Rogen pone voz, choca contra otros personajes a los que el gran Seth puso voz.
La nostalgia a veces nos aleja de lo objetivo, a mí me hizo acordar a cuando era chico y esperaba la canción de apertura de la serie Chip And Dale, me hizo acordar a los cómics que tenía con sus aventuras, incluso me hizo recordar a las páginas centrales laminadas de esas historietas, con frutas dibujadas (o comidas, flores, etc.) y los personajes dibujados invitando a “rasca y huele”.
Me quedo con eso. La película está bien, para ver en familia y no sobreanalizar (como seguro hice en algún momento de esta reseña).
[1] El éxito hizo que tuviera repeticiones ininterrumpidas hasta 1993. Fueron un par de años donde Disney apostó a hacer series animadas de calidad como Las Patoaventuras (1987-1990), El Pato Darkwing (1991-1992), Baloo y los aventureros del aire (1990-1991), entre otros.