Copia fiel, ficción y política #10: Lo que es pasado es prólogo

Un poco de historia

Década del 90. Tan controvertida como fascinante. Hiperinflación, convertibilidad, boom de consumo y crisis económica, todo en diez años. El tiempo de la farandulización de la política, de la ruptura del sistema político tal como estaba concebido desde 1945, de las alianzas ideológicamente imposibles.

Pinamar era el epicentro de la temporada de verano en esos años. Políticos, deportistas, modelos, empresarios y mediáticos hacían de estas playas el refugio de una elite, la real y la aparente, que vivía con intensidad adolescente los meses de diciembre a febrero. “Parar” en Pinamar implicaba un estatus diferente.

Los medios de comunicación apostaban a sus mejores cuadros periodísticos (o por los menos, los de más renombre), reporteros, fotógrafos, etc., en este partido de la costa, a la espera de chimentos, encuentros, fotos que permitieran generar noticias, tapas, ruido y ventas.

José Luis Cabezas, acompañando al periodista Gabriel Michi, partieron a fines de 1996 hacia Pinamar, con el objetivo de hacer la temporada para la revista Noticias, como habitualmente hacían una vez que llegaba el verano. Nada parecía ser diferente a lo que siempre realizaban desde la labor periodística: cubrir fiestas, eventos, balnearios, etc.

Pero dentro de esas actividades sacó una foto prohibida que el medio para el que trabajaba publicó en tapa, sin medir los riesgos a los que exponía a su empleado.

Rebobinando un poco más, en el verano de 1996, Alfredo Yabrán se movía como un turista más en las playas de Pinamar. Poco antes había sido acusado por el entonces ministro de Economía, Domingo Felipe Cavallo, de ser parte de “una mafia enquistada en el poder”. Sin embargo, su cara era un misterio: nadie estaba en condiciones de reconocerlo.

Cabezas se propuso hacer una foto que develara esa incógnita. Su entorno laboral lo alentaba sin límites y un martes 16 de febrero de 1996 lo consiguió. Al revelar los negativos, apareció la foto que ilustró la tapa del ejemplar de la revista Noticias del 5 de marzo de 1996, titulada “Yabrán ataca de nuevo”, donde la imagen de Cabezas acompañaba una investigación escrita por Michi sobre los negocios del empresario en Pinamar.

Cabezas sufrió amenazas durante todo ese año, y cuando regresó a Pinamar para cubrir la nueva temporada de verano para la misma revista que lo había expuesto un año antes con una tapa contra Yabrán, fue víctima de un atentado instigado por el mismo empresario y llevado a cabo por una banda compuesta por efectivos de la Policía Bonaerense y delincuentes.

Para muchos fue tranquilizador imaginar a José Luis Cabezas como un “cazador de noticias” que, obsesionado por obtener una “presa mayor” muy codiciada por muchos, se había expuesto solo, por su cuenta y bajo su exclusiva responsabilidad periodística, metiéndose con una especie de poderoso mafioso, quien disparó contra él un dispositivo de venganza, que tal vez se le fue de las manos, o tal vez no.

José Luis Cabezas era miembro de la redacción de Noticias, era parte de un sistema cultural y logístico donde toda información considerada relevante, que funcionara como negocio periodístico, se publicaba, aunque resultara peligroso. De acuerdo con este apotegma, cumplieron su cometido y dejaron expuestos a sus empleados. La revista había publicado su primera nota sobre Yabrán en 1991 y, en aquella oportunidad otro de sus periodistas, Fernando Amato, había sido baleado en la puerta de la residencia de Yabrán por sus custodios.

Una película para no olvidar

El fotógrafo y el cartero: El crimen de Cabezas es el documental que ayuda a conservar la memoria sobre el asesinato de ese reportero gráfico que, en su momento, estremeció al país y tuvo derivaciones que nunca salieron del todo del cono de sombras. Su osadía fue iluminar de manera fugaz con el flash de su cámara el rostro de uno de los principales personajes que transitaban esas sombras. Era su trabajo, era su ambición profesional, pero también era un mandato de su empleador.

Se trata de un film que viene a sumar en el esfuerzo de rescate de una serie de crímenes significativos, cada uno revelador de un momento histórico del país, hechos que impactaron en la opinión pública, con una notable repercusión en los medios de comunicación del momento.

En esta línea podemos recordar a: Carmel: ¿Quién mató a María Marta?, la miniserie documental de cuatro episodios que trata sobre las circunstancias que rodearon la muerte de María Marta García Belsunce, otro de los casos policiales más relevantes y polémicos de Argentina. Otro producto audiovisual realizado por la misma productora: Haddock Films y por la misma Distribuidora: Netflix. En ambos casos bajo la dirección de Alejandro Hartmann.

Al narrarse con el estilo de una crónica policial, la exposición de los acontecimientos se presenta de manera ordenada y detallada, respetando la cronología de los hechos. Tiene un carácter eminentemente informativo, aunque no priva de brindar interpretaciones e incluso opiniones al respecto.

No solo tiene un abordaje de análisis criminal de los hechos, sino que amplía su mirada hacia las aristas políticas, sociales y culturales que permiten poner de relieve las características principales y distintivas de ese momento histórico del país.

Como buena crónica presenta una estructura con tres partes:

Entrada: se ubica al espectador en un lugar, un tiempo y en un evento determinado para que sepa de qué se tratará. El objetivo es despertar y captar la atención del espectador desde el comienzo. La aparición y testimonio del exgobernador Duhalde en su parte inicial no es inocente en este sentido

Cuerpo: cumple el objetivo de informar y narrar con detalles los hechos, contextualizándolos, presentando testigos y protagonistas (su compañero Gabriel Michi y Edi Zunino, quien estaba al frente de la revista Noticias en esa época entre otros) que aportan su interpretación de los hechos y ofrecen su propio análisis de los acontecimientos como partícipes.

Conclusión: invita a la reflexión sobre los hechos narrados.

En este caso existe un discurso final (de despedida) de Gabriel Michi en el que se destacan las siguientes frases síntesis conclusivas:

“Lo que es noticia para nosotros es tragedia cotidiana para ellos”.

“Para los que lo quisimos a José Luis, obviamente a nosotros nos duele mucho, mucho su ausencia, pero a sus asesinos les va a doler siempre su presencia”.

Y para finalizar, una secuencia de frases escritas informa cómo quedaron de comprometidos los involucrados responsables, para terminar con la siguiente frase aclaratoria:

“25 años después del crimen de José Luis Cabezas ninguno de los implicados en el asesinato está en prisión. Su familia continúa la lucha por la memoria y contra la impunidad”.

Palabras finales

Casos como el crimen de Cabezas, que ya tuvieron su narrativa a través de los medios de comunicación, adquieren ahora un nuevo valor que contribuye al objetivo de recuperación de la memoria colectiva.

En el tratamiento de este tipo de documentales, la dosificación de la información es clave para ir poniendo en evidencia cuáles son las pruebas y personajes que han protagonizado, en mayor o menor medida, estos sucesos trágicos. Mirando hacia el futuro, tienen la cualidad de nutrir un aprendizaje que nos permita, como sociedad consciente, disminuir los riesgos de su repetición, al menos en términos semejantes, de manera tal que no se cumpla la famosa frase de Karl Marx: “La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa”.