Severance: vigilar y castigar

Creada por Dan Erickson, dirigida por Ben Stiller y Aoife McArdle y producida por Apple TV+, en Severance podemos encontrar una propuesta argumental con un núcleo temático visto en los últimos años en series estadounidenses de ciencia ficción, como Mr. Robot,de Sam Esmail o Devs, de Alex Garland. En ellas el protagonista trabaja para una empresa o corporación que con el correr del relato va revelando su cara oculta en un entramado en el que él se verá inmiscuido en una desigual lucha ante una fuerza oscura y poderosa.
La serie nos presenta a Mark, interpretado por Adam Scott, quien trabaja para Lumon Industries, una empresa especializada en tecnología, creadora de un polémico procedimiento llamado separación. Allí someten a sus empleados a un procedimiento con su consentimiento, en el cual les implantan un microchip cuyo fin es que no puedan recordar lo que hacen en su trabajo cuando regresan a sus casas ni tampoco lo que hacen de su vida privada cuando trabajan. Nombrado en reemplazo de un compañero para encabezar el departamento de macrodatos, Mark sigue los protocolos y lineamientos que le designa su jefa, Harmony Cobel (Patricia Arquette), y acata sin cuestionarse para que sus compañeros Dylan, Irving y Helly sigan cumpliendo con eficiencia la curiosa y llamativa tarea de agrupar una serie de números mientras los visualizan de manera obsesiva a través de un monitor de tubo de rayos catódicos ochentoso.

Pocos detalles conocemos del contexto, de la línea temporal en la que se desarrolla la historia en Severance. La mayor parte de los capítulos de esta primera temporada transcurre en interiores, casi siempre dentro de la empresa y sus diversas áreas.
El relato propone una puesta en escena minimalista, donde lo tecnoretro está presente mediante diversos dispositivos –monitor, cámaras de video y fotos– como elementos que se adhieren a ese entorno laboral frío, vacío y distante. Hay, además, una arquitectura del lugar con pasillos largos, ascensores individuales, techos bajos y espacios amplios que contrastan con la disposición espacial de sus empleados, a quienes vemos comprimidos en sus cubículos, y sin ventanas donde puedan ver la luz del sol. El tiempo allí adquiere forma de loop en el cual cada jornada laboral parece nunca acabar y sus personajes parecieran estar recluidos sin tener escapatoria. La conjunción de dichos rasgos va componiendo una atmósfera opresiva y de extrañamiento en la que Mark y sus compañeros se encuentran expuestos a todo lo que hacen. Mientras trabajan son monitoreados, constantemente vigilados, advertidos y sancionados cuando sus comportamientos se salen de las formas del protocolo interno de la empresa. Sin embargo, Lumon también utiliza diversas maneras para recompensar o manipular a sus empleados con alguna comida, música o charlas con una terapeuta en un espacio de relajación cuando se encuentran desbordados o colapsados por las tareas.

La narración en Severance se va desarrollando a un ritmo lento y sostenido en los primeros capítulos, con una dosificación de la información, a través de pistas, y con un cúmulo de acontecimientos desconcertantes y de apariencia inconexa en un principio. Las subtramas ponen un mayor foco en la vida privada de Mark y su relación con su hermana embarazada, que pareciera ser su único vínculo familiar. Con el correr de los capítulos se irán exponiendo algunos detalles no menores sobre Dylan, Irving y Helly. Los cuatro personajes emprenderán un desafío, en una búsqueda que irá llevándolos del asombro a la revelación para descifrar cuál es la verdadera esencia de la empresa para la cual están trabajando.
Severance presenta sus temáticas (la tecnología como mecanismo de control y subordinación, los abusos de poder en el ámbito laboral, la pérdida de la identidad y la memoria) en un futuro distópico, pero bastante cercano. Estas ideas se sustentan en la base de un guion con mucha precisión en los detalles, los diálogos y un tono equilibrado para narrar. El diseño de personajes, el gran casting –John Turturro, Christopher Walken y Patricia Arquette–, junto con las diferentes subtramas van acumulando una tensión que llega a un punto de quiebre en el último capítulo, cuando el camino se bifurca hacia nuevos rumbos.
Queda abierto el juego para la segunda temporada, con las expectativas altas para conocer qué les deparara a estos cuatro personajes en una historia original que renueva la propuesta de las series de ciencia ficción.