En busca de los subgéneros perdidos #2: El cine policial hongkonés en los 80 y 90

Heroic bloodshed – Parte 1
Cuando era un preadolescente había algunas palabras mágicas que me ponían eufórico los viernes por la tarde. Una de ellas era “alquilemos una de terror”–siempre clase b, generalmente spaghetti horror– y la otra era “alquilemos una de acción china”. Me crie en un hogar en el que, gracias a una tía muy cinéfila, los viernes se alquilaban 3 o 4 películas en VHS para ver de corrido hasta el domingo. Mi tía amaba el cine de terror barato, las películas de artes marciales protagonizadas por Cynthia Rothrock, Van Damme o Don “El dragón” Wilson y, por supuesto, el cine de acción hongkonés. En mi casa no sabíamos de directores, movimientos o subgéneros: eran una de terror, una de acción o una de risas. Para nosotros, el heroic bloodshed nacido en Hong Kong era simplemente “una de china de tiros”. Así, me pasé fines de semana enteros viendo obras maestras de John Woo, Tsui Hark o Ringo Lam, sin tener la menor idea de quiénes eran y sin saber que estaban creando un subgénero que influenciaría en todo el cine de acción por venir. Estábamos a mediados de los 90, yo tenía 12 años, y una tapa con un chino enfierrado era todo lo que necesitaba para ser feliz. Y, por suerte, en aquella época abundaban esas tapas en los videoclubs.
Veinte años después me propuse rever varias de aquellas cintas y descubrí que tenían mucho más en común de lo que recordaba porque, básicamente, pertenecían al mismo subgénero: el heroic bloodshed o matanza heroica.

Pero para poner toda esta información en contexto y darle un poco más de claridad, hagamos algo que será una constante en esta sección: volvamos en el tiempo. Ya viajamos del presente hasta 1995, y ahora es momento de retroceder desde 1995 hasta mediados de los 80 y ubicarnos en ese país de Asia oriental conocido como Hong Kong. Desde siempre en las carteleras cinematográficas de la excolonia británica los géneros predominantes fueron los dramas históricos o románticos y el cine de artes marciales, representado por el kung-fu y sobre todo por el wuxia pin que, al ser una mezcla de todo lo anterior, era un subgénero tremendamente popular: se trata de películas de acción pero al mismo tiempo melodramáticas, que transcurren en escenarios históricos y mezclan artes marciales milenarias con lucha de espadas, e incluso magia, cuyos temas centrales giran en torno a tópicos universales como el amor, la amistad, la lealtad, la venganza y la traición, temáticas que retomaría con fuerza el heroic bloodshed muchos años después, pero reemplazando la antigua China por las modernas y violentas calles de Hong Kong y las espadas por las armas automáticas. Para graficarlo y que quede más claro: el exponente más conocido del wuxia en occidente es El tigre y el dragón1 (Ang Lee, 2000), uno de cuyos protagonistas (Chow Yun-Fat) es también una figurita repetida de la era dorada del heroic bloodshed. A finales de los años 70 los estudios Shaw Brothers le habían ganado la batalla comercial a su rival principal rival, los estudios Cathay, y se erigían como los reyes indiscutidos de la industria cinematográfica hongkonesa. Shaw Brothers se había convertido en un megaestudio que producía cine a un ritmo demencial, a razón de una película por semana: manufacturaban films ultra populares, adaptaban óperas chinas y obras clásicas orientales, filmaban historias melodramáticas e incluso musicales. Pero a fines de los 60 decidieron cambiar el melodrama y la sofisticación por el realismo crudo y los combates violentos, emocionantes. Las películas de kung-fu combinaban la pasión de la ópera con el poderío físico y las acrobacias del ballet y le daban al público todo aquello que iba a buscar a las salas: acción, emoción, romance y coreografías espectaculares. En otras palabras, entretenimiento puro.

Y el resto es historia. Entiendo que es un despilfarro de caracteres y una pérdida de tiempo hablar de la ultra conocida popularidad que consiguió el cine de artes marciales en el mundo entero. Pasemos, entonces, a hablar de las influencias de la matanza heroica.
Katanas, yakuzas, kung-fu y la ópera de Pekín (influencias)
El heroic bloodshed está influenciado por el cine japonés. Si bien es cierto que la contagiosa violencia sucia del poliziesco o euro-crimen italiano está en su ADN –salta a la vista la influencia de películas como La mala ordina (Fernando di Leo, 1972), Il grande Racket (Enzo G. Castellari, 1976) o la ultra violenta Milano Odia: La Polizia Non Può Sparare (Umberto Lenzi, 1974)–, es puntualmente de dos géneros del cine nipón de donde se tomarían los elementos clave que le darían forma como un subgénero del policial hecho y derecho: el chambara –películas de samuráis y espadas– y el cine de yakuzas. No es casual que el heroic bloodshed beba de estos dos subgéneros cinematográficos que también tienen su correlación en la historia real del Japón: la yakuza se formó a partir de los restos de una sociedad acostumbrada a la guerra que a mediados de siglo XVII entró en un largo período de paz, lo que convirtió a los samuráis en guerreros inútiles y los empujó a convertirse en ronin, mercenarios ambulantes que trabajaban para el mejor postor. Con el paso de los años, estos ronin comenzaron a organizarse en clanes y hacerse cargo de los negocios ilegales, la extorsión, el tráfico de armas, las drogas y el juego clandestino de los pueblos que protegían, hasta convertirse en los representantes del crimen organizado japonés, conocidos popularmente como la yakuza.

La matanza heroica adopta para sus tramas algunas cualidades del chambara, como el sentido del honor y la lealtad de sus guerreros y recursos como el drama o la tragedia; del cine de yakuzas replica su particular uso de la violencia, las sangrientas guerras de pandillas y las reglas del bajo mundo. Pongamos un ejemplo concreto para ser más claros: Battles Without Honor and Humanity (Kinji Fukasaku, 1973), también conocida en Occidente como The Yakuza Papers, obra maestra del cine japonés y piedra angular del todo el cine moderno de yakuzas, quizá sea una de sus mayores influencias. Esta película ambientada en el Japón de la posguerra muestra el accionar de las bandas mafiosas y la violencia descarnada de la que son capaces en la lucha por poder, territorio y respeto. De entre todos los delincuentes y policías que conforman el universo ficcional de Fukasaku, el único dispuesto a darlo todo, incluso su libertad y su vida, por el honor y la camaradería de su clan yakuza es Shozo Hirono (Bunta Sugawara), quien probablemente haya sido el molde para los antihéroes del heroic bloodhsed, que representan lo mismo pero al mismo tiempo lo opuesto que los yakuzas de Batallas sin honor ni humanidad: sus batallas carecen de humanidad, es cierto, pero los protagonistas siempre manifiestan altas dosis de honor y lealtad. En el cine de Fukasaku, la violencia es sucia, rústica, casi improvisada, a diferencia de las explosiones de violencia en el heroic bloodshed, que son igual de sangrientas y salvajes pero coreografiadas y estilizadas hasta el extremo. Este contraste es posible gracias a las influencias de cada uno: el cine de Fukasaku está fuertemente influenciado por el noir japonés –Drunken Angel (Akira Kurosawa, 1948), Pale Flower (Masahiro Shinoda, 1964), A Colt Is My Passport (Takashi Nomura, 1967)– y el chambara –Yojimbo (Kurosawa, 1961), The Sword of Doom (Kihachi Okamoto, 1966), Shinsengumi (Tadashi Sawashima, 1969)– y no tiene ninguna conexión con el kung-fu o la ópera de Pekín, en oposición al heroic bloodshed que absorbe la elegancia, la plasticidad y la estilización de los movimientos que convierten a la ópera de Pekín en un espectáculo único y los combina con los puñetazos y las patadas voladoras del kung-fu, para reformularlos en tiroteos salvajes que se asemejan a un baile bellamente coreografiado, un ballet de balas, un espectáculo ultra estetizado, elegante, pero siempre violento.
El largo brazo de la ley y el padrino de Hong Kong (precursores)
Pocos años antes del estreno de la obra que hoy todos reconocemos como la piedra fundacional del heroic bloodshed, aparecieron en Honk Kong dos películas que comenzarían a sentar las bases del subgénero emergente: Long Arm of the Law (1984), del director Johnny Mak y Hong Kong Godfather (1985), dirigida por Johnny Wang. La primera es una heist movie al estilo hongkonés que cuenta la historia de seis veteranos del Ejército Popular de Liberación chino que roban una joyería y son “cazados” por la policía a través de las calles de Hong Kong, lo que los lleva directo a un desenlace en los claustrofóbicos pasillos de la ciudad amurallada de Kowloon, con un clímax insuperable. Johnny Mak, en su única película como director, rodó una obra maestra del cine de acción y de paso plantó algunas de las características que se volverán representativas y se repetirán en cada obra enmarcada dentro del subgénero: la importancia de la amistad y la camaradería, el honor como valor inquebrantable, la violencia excesiva, los tiroteos interminables, las persecuciones automovilísticas, los finales trágicos y una visión romantizada del hampa, en contraste con el enfoque distante y frío para con los agentes de la ley. Por su parte, Hong Kong Godfather, producida por la Shaw Brothers, es una película que pone énfasis en las peleas a mano y con armas blancas antes que en los disparos. Se amolda en gran medida a la tradición del cine de artes marciales antes que al policial de acción, pero de todas formas se las arregla para reunir muchas de las características principales del heroic bloodshed: honor, camaradería, peleas ultra violentas, sangre, melodrama, un tercer acto adrenalínico dentro de un centro comercial, un clímax tremendo y, por supuesto, un final trágico. Casi 30 años después, aún pueden verse los ecos de estos influyentes films hongkoneses en las escenas de acción claustrofóbicas de Serbuan Maut / The raid (Gareth Evans, 2012), una de las mejores películas de los últimos 20 años.

Por último, quisiera sumar a la lista de antecedentes de la matanza heroica Police Story (película de 1985 dirigida y protagonizada por Jackie Chan), no tanto por las similitudes estético-narrativas, sino más bien por el hecho de que sin el éxito y la popularidad que logró esta última en Hong Kong, y en gran medida fuera de su país, quizá la siguiente película nunca hubiese sido un éxito de taquilla y posiblemente nunca hubiese existido esa explosión de testosterona cinematográfica llamada heroic bloodshed.
Gabardinas y lentes negros (nacimiento)
Fue en agosto de 1986 cuando nació la matanza heroica como subgénero del cine de acción con reglas propias, una estética distintiva y antihéroes honorables. Parida Dirigida por John Woo y producida por Tsui Hark –piezas clave del subgénero–, A Better Tomorrow no solo sentó las bases e impuso las reglas del heroic bloodshed, sino que también fue un éxito de taquilla en Hong Kong –a pesar del bajo presupuesto y la publicidad casi nula– e introdujo al gran Chow Yun-Fat como el pistolero Mark, un antihéroe arquetípico. A Better Tomorrow tuvo buena recepción del público y de la crítica especializada, lo que les abrió las puertas a otros directores hongkoneses que buscaban incursionar en un policial autóctono. Hay un ejemplo que pinta en su totalidad la fiebre que desató la película de John Woo y sus personajes tremendamente carismáticos: el modelo de anteojos negros y gabardina que utiliza Chow Yun-Fat en el film se pusieron de moda entre los jóvenes y al poco tiempo estaban agotados en el país asiático. Los delincuentes tienen un elevado sentido del honor y la amistad, cargadores interminables, mucho estilo para disparar y un trasfondo siempre trágico. El éxito no solo obligó a una secuela, sino que, además, en una jugada poco sofisticada, los productores revivieron al carismático Mark que (¡spoiler!) había muerto de forma épica y heroica en la primera parte. Los espectadores no podían aceptar la pérdida del hombre de los lentes negros y la gabardina, el protagonista del nacimiento de un subgénero 100% hongkonés, y necesitaban verlo una vez más en acción, disparando en pantalla grande. Entonces John Woo y Tsui Hark convirtieron a Chow Yu-Fat en Ken, hermano gemelo de Mark –y tan letal como este con las armas– en A Better Tomorrow II (1987). La dupla Woo-Hark estaba decidida a redoblar la apuesta en esta segunda parte y llevaron al extremo a su cine ya de por sí extremista: más melodrama, más tiroteos, más sangre y explosiones, cartuchos infinitos y un final totalmente excesivo, épico y brutal. A partir de este momento John Woo se dedicaría a mejorar su estilo película tras película y perfeccionar el subgénero, mientras Tsui Hark hacía lo mismo, pero sobre todo desde su rol como productor, haciéndose cargo de las mejores películas de John Woo en Hong Kong antes de su partida triunfal hacia Hollywood, y con un único intento tras las cámaras: A Better Tomorrow III: Love & Death at Saigon (1989). Esta tercera parte contaba con un guion de Woo e iba a ser dirigida por él, pero por diferencias artísticas con Tsui Hark durante el rodaje de A Better Tomorrow II decidieron seguir caminos separados, y Hark terminó filmando una especie de precuela un poco deslucida –al menos en comparación con las dos primeras– donde se cuenta el origen del mítico Mark, encarnado una vez más por Chow Yun-Fat. En cambio, el guion original más adelante se convirtió en Bullet in the Head (1990), la película más política y ambiciosa de aquella primera etapa hongkonesa de John Woo, donde nos cuenta la historia de tres amigos que escapan de Hong Kong hacia Vietnam luego de que uno de ellos asesinara al jefe de una tríada y, con el país en plena guerra con los Estados Unidos, son capturados por el Vietcong –a quienes muestran como monstruos desalmados que disfrutan torturando gente– en plena jungla luego de robarles a otros delincuentes un cofre con oro, previo tiroteo espectacular por supuesto. Bullet in the Head es sin dudas un digno exponente del heroic bloodshed, una buena película con algunas falencias y un final más emotivo y menos épico que al que nos tenía acostumbrados el director, pero lo cierto es que John Woo ya había filmado su obra maestra un año antes. The Killer (1989), protagonizada por Chow Yu-Fat y producida por Tsui Hark, es el non plus ultra del género, una de las mejores películas de los 90 y una poderosísima influencia para todo el cine de acción occidental. En resumen, si solo pueden ver una película de matanza heroica, que sea esta. La recomendamos con énfasis.

Parece que, al menos en los primeros años de aquella fructífera sociedad, cuando los muchachos iban por separado no llegaban a los niveles de genialidad que lograban cuando filmaban juntos. En The Killer es notoria la forma en la que Woo, a esta altura de su carrera, ya había refinado todo su repertorio narrativo y estético, lo que se hace patente en la increíble puesta en escena del tiroteo dentro de la iglesia en el último acto, solo comparable a la batalla final de su última heroic bloodshed movie antes de irse a Hollywood: Hard Boiled (1992)2. Woo estaba recibiendo algunas críticas por su mirada romántica hacia las tríadas, dotándolas de una epicidad y un honor de los cuales carecen en la realidad, y haciéndolas atrayentes para el gran público. Entonces escribió y dirigió Hard Boiled, película en la que el protagonista es un policía, el inolvidable “Tequila” Yuen, difícil, violento, solitario, pero siempre honorable y buen tipo –este contraste se exhibe desde el póster promocional donde se ve a Chow Yun-Fat con escopeta en una mano y un bebé en la otra–, que en la batalla final se enfrenta a tiros con una horda de gatilleros de la tríada, en una especie de musical al ritmo de los disparos con coreografías insuperables.

Luego de esto, Woo se iría a los Estados Unidos a filmar blockbusters como Broken Arrow (1996), Face/Off (1997) o M: I 2 (2000). Pero eso es otra historia, y la historia que estamos contando acá es la del director que impuso las reglas generales del heroic bloodshed, pero también algunos sellos distintivos, hoy totalmente reconocibles: utilización recursiva del efecto cámara lenta para puntualizar los impactos de bala y los golpes mientras el sonido no se ralentiza, una pistola en cada mano –por lo general la Beretta 92, que Woo consideraba “poderosa y elegante”–, palomas revoloteando entre los disparos, gabardinas y lentes negros, trío de personas apuntándose entre sí a centímetros de distancia, y el gun-fu, una mezcla entre las artes marciales y las armas de fuego que lograba mezclando los sofisticados movimientos del kung-fu y el acrobático uso de las armas blancas en el wuxia con los disparos de pistolas automáticas, narrando escenas ultra violentas con lirismo y coreografías imposibles, utilizando técnicas y herramientas como el travelling, la cámara lenta o los dollies. De forma irónica no fue su creador quien le dio visibilidad al gun-fu, sino los directores de Hollywood que, fascinados con el heroic bloodshed –y sobre todo con John Woo–, se apropiaron del estilo y le dieron características propias que al día de hoy deleitan a los fans del cine de acción: las hermanas Wachowski en The Matrix (1999), Kurt Wimmer en Equilibrium (2002) –que incluso introdujo un estilo de gun-fu propio llamado gun kata–, Gareth Evans en sus obras maestras The Raid (2011) y Berandal (2014), o las populares sagas Kingsman y John Wick. Quizá Quentin Tarantino sea el director hollywoodense que más amor supo demostrado por la matanza heroica, citando la doble pistola de The Killer en la boca de Ordell Robbie (Samuel L. Jackson) en Jackie Brown (1997), o directamente replicando algunos planos de la misma película en el tiroteo final dentro de la mansión Candieland en Django Unchained (2012). Tarantino también se inspiró en otro clásico del heroic bloodshed para la trama Reservoir Dogs (1992), la quinta película de Ringo Lam como director: City of Fire (1986). Pero de eso hablaremos en la próxima entrega.
Notas:
1-En general soy bastante talibán con el tema de utilizar los títulos originales de las películas, pero considero que el idioma de este subgénero en particular es demasiado ajeno y complejo –inentendible- para cualquier latino que esté leyendo esta nota, razón por la que opté por utilizar el título traducido y simplificarnos la vida a todos.
2-El “Hard boiled” es un subgénero literario de explotación, que bebe sobre todo de la novela negra y detectivesca, pero más cargado de violencia, sexo y temas tabú.