Reseña: Everything Everywhere All at Once

Everything Everywhere All at Once (2022) es la segunda película escrita y dirigida por “Daniels”, la dupla de realizadores compuesta por Dan Kwan y Daniel Scheinert. Lo que comenzó una carrera más que interesante, con Swiss Army Man (2016), asentándose en el género fantástico, ahora llega a una premisa mucho más grandilocuente y osada.
El film nos presenta la situación de una familia, originaria de China, que vive en los Estados Unidos. Evelyn Wang (Michelle Yeoh) se ve frustrada con su única hija, Joy (Stephanie Hsu), el fracaso de su matrimonio junto a su esposo, Waymond (Ke Huy Quan) y la dependencia de su padre, Gong Gong (James Hong) con ella. Todo da un giro de 360 grados, cuando Waymond parece cambiar de personalidad y le advierte que está en grave peligro, con el añadido de repentinas transfusiones de cuerpos y temporalidad. La trama cambia del drama familiar a un relato sobre multiversos y realidades alternas, bien ligadas a la ciencia ficción y el fantástico, aunque, sin dejar de lado, el aspecto humano de los personajes.
Lo evidente es la situación de discordancia entre los miembros de la familia Wang. Una hija rebelde que no quiere saber nada con sus padres. Un marido que desea el divorcio. Y la falta de conexión y entendimiento del abuelo con el resto. Evelyn, como protagonista, debe lidiar con todos esos problemas. Al principio, en pocos segundos, se muestra todo aquello, y el espectador no tarda en darse cuenta de que ninguno de los personajes desea continuar esa vida deprimente y un tanto miserable. Es ahí donde se incorpora otro eje importante, que juega un rol clave.

El viaje del héroe es un término y estudio narrativo, explicado y desarrollado por Joseph Campbell. El autor establece que, en la gran mayoría de las historias, el/la protagonista sigue doce pasos, a través de los cuales recorre toda una aventura. Dichos pasos se dividen en tres actos. El primero, donde el héroe se encuentra en su mundo ordinario, hasta que recibe un llamado hacia algo nuevo y desconocido. Luego, en el segundo acto, se da la mayor parte de la historia, donde mediante diferentes situaciones se pone a prueba la capacidad y temple del personaje principal. Y, por último, la conclusión, donde el protagonista termina su viaje con un gran cambio (emocional o físico) encima.
¿Y cómo se relaciona esto con Everything Everywhere All at Once? La película se divide en tres actos, a la vez que presenta el título de la obra de manera fragmentada. Everything, como la primera parte, Everywhere, la segunda, y All at Once, como cierre. Evelyn es la heroína del mundo presentado y cambia radicalmente hacia el final (sin entrar en terreno de spoilers). La estructura clásica está bien marcada. Un relato convencional que ofrece algo innovador, pero que también abusa de ello.

Pese a que la puesta de cámara, el montaje, el sonido y de más elementos técnicos y narrativos llegan a sorprender por algunos momentos, la saturación de estos factores peca de algo imperdonable. La repetición y hartazgo de lo “sorprendente”. Si un momento de éxtasis jamás llega a otro estable y de baja carga dramática, lo monótono no tarda en aparecer. Este aspecto es un gran fallo que lleva a preguntarse qué hubiera pasado si las escenas (muy bien ejecutadas) de acción se desarrollaban de manera acotada y precisa. Quizás estaríamos ante una obra maestra… pero este no es el caso.
Una verdadera lástima que una película, en primera instancia, tan interesante y llamativa, termine en algo simplón y sin carácter. Vale la pena verla, pese a todo, para así llegar a comprender cómo llevar a cabo la realización de algo con potencial y no cometer los mismos errores.
Todo a la vez en todas partes, a veces es mejor encontrarlo en algunos lugares y en poca cantidad.
Algo simplón y sin carácter que usa la épica de superhéroes para abordar las relaciones familiares tóxicas y la herencia de frustraciones personales con un humor absurdo al que nunca se atrevieron películas de este presupuesto. Para nada de acuerdo
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