Los ilusos #46: la ley de la frontera

Hola, ¿cómo están? Pasaron algunas semanas desde que nos escribimos por última vez. Pasó el BAFICI, pasó Puenzo, y algunas cosas cambiaron. Esta columna se convirtió tan rápido y de forma tan involuntaria en una editorial de opinión que casi no me di cuenta.

Insisto, me gustaría escribir sobre otras cosas. Volver a recomendarles películas y libros, pero la agenda viene marcada por otra cosa y se hace difícil mirar para otro lado. Hagamos un trato. Intentemos condensar todo lo que viene pasando en esta edición y probemos volver, aunque sea por algunas columnas, al esquema previo.

Sin más dilaciones, empecemos.

Si tiene cuatro patas, ladra y mueve la cola…

El INCAA está intervenido por el Ministerio de Cultura de la Nación.

Nadie lo dice así, no se lo menciona de ese modo en ningún lado, pero no hay dudas al respecto.

Después de la movilización del 11 de abril, que terminó con una inexplicable y escandalosa represión por parte de la Policía de la Ciudad, se precipitó la salida de Luis Puenzo como presidente del Instituto. La llegada de Tristán Bauer, Ministro de Cultura de la Nación, a Lima 319 para apaciguar el conflicto e interceder en la liberación de los detenidos fue el sumun de la anomia y la falta de responsabilidad política que reinó durante el mandato del director de La historia oficial.

Las diferencias entre Bauer y el Puenzo eran notorias y tenían ya un largo trecho recorrido. El ministro venía pidiéndole cambios a Puenzo desde hacía meses y estos nunca se cristalizaron. La eyección del titular del INCAA dejó de forma provisoria al frente del organismo a Nicolás Batlle, su vicepresidente.  En un giro inesperado, las redes sociales del Instituto pasaron de la noche a la mañana bregar por el sostenimiento del fomento a la cultura y se convocaron a dos reuniones del Consejo asesor, órgano de cogobierno del INCAA, paralizado durante toda la gestión de Puenzo. Ambas reuniones fueron presididas por el director de Tierra arrasada.

No hay mucho margen de duda y tampoco es una especulación trasnochada. Si tiene cuatro patas, ladra y mueve la cola es un perro. Y esto es una intervención directa del organismo. Salvo que alguien piense que Nicolás Batlle, que nunca tuvo un enfrentamiento directo con Puenzo y que jamás se desmarcó de lo que estaba pasando, tuvo un ataque repentino de conciencia y decidió ahora militar de forma abierta por la modificación de una ley que se sancionó dos años antes de que asumiera como funcionario público.

Desde un punto de vista pragmático, suena lógico que un ejecutivo muy golpeado por todos los frentes disimule como lo hace su intervención en el organismo. Hay poco tiempo y modificar toda una estructura jerárquica en un organigrama estatal solo demoraría las cosas. Es probable que el cambio definitivo se dé una vez que se logre encausar la discusión legislativa sobre la prórroga de las asignaciones específicas a la cultura, mediante la aprobación del proyecto de ley impulsado por el diputado cordobés Pablo Carro, que prevé extender dichas asignaciones hasta el 31 de diciembre de 2072, es decir, por 50 años.

Respecto a esto, todo parece indicar que la modificación de la ley 27432 será una realidad. En el día de ayer, la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados de la Nación emitió un dictamen de mayoría habilitando la discusión en el recinto del proyecto. Si bien hay discusiones en la letra fina de lo que se aprobaría, la prórroga de las asignaciones específicas a los fondos de la cultura no fue objeto de mucho debate al interior de todos los bloques. El meollo más importante parece ser el plazo de la prórroga. Mientras el núcleo más duro del bloque de Cambiemos propone que sea de tan solo 2 años, el proyecto de carro etablece 50.

Les dejo el video del debate, me parece que es interesante escuchar las diversas opiniones de los legisladores. En especial la del inefable Gerardo “Gerry” Milman, que manifestó dar una prórroga de las asignaciones tal como se propone en el proyecto de Carro sería financiar a Pablo Echarri hasta que cumpla 102 años.

Más que mil palabras…

Decía antes que me parece lógico que el Ejecutivo intente disimular su intervención en el INCAA. Lo que no suena tan razonable es la naturalidad con la que cierto sector de la comunidad audiovisual aceptó que un agente objeto de movilización pase a ser quien la convoque en cuestión de días.

Igual de preocupante es que, estando con la soga al cuello, faltando solo 5 meses para que caduquen los fomentos y con un gobierno inmovilizado para dar discusiones legislativas, el conflicto continúe en un perpetuo silencio por fuera de quienes “pertenecemos” al “medio”.

El pasado jueves 28 de abril se realizó un festival en la Plaza de los Dos Congresos, con el objetivo de solicitarle al Poder Legislativo que trate el mencionado proyecto de ley del diputado Carro. Por fortuna, ninguno de los diputados que ayer expuso en la comisión midió su voto por el caudal de asistentes a la convocatoria, que fue paupérrima. De seguro alguien se sentirá molesto por esta adjetivación, pero no podemos tapar el sol con las manos. Yo estuve ahí, no me lo contaron. Éramos muy pocos.

El reclamo no es popular ni conmueve mucho por fuera del mundo del cine, que es el área más movilizada. El teatro, las cooperativas, los músicos y el público en general, brillan por su ausencia ante un diagnóstico que es grave y cuya importancia no parece ser comprendida del todo.

Tal como lo mencioné la otra vez, lo que está pasando debería dejarle algunas preguntas y autocríticas a un sector que parece muy movilizado para defender el fomento, pero poco permeable a la inclusión de otros actores, históricamente relegados al momento de pensar la distribución de los fondos y su participación al interior del esquema productivo. Cuando se piensa solo en el fomento, se corre el riesgo que, ante un escenario de pleno empleo y alta ocupación del sector, la proclama quede un poco renga.

Argentina es uno de los países con mayor cantidad de estudiantes de cine del mundo. La escasa participación de este grupo en la movilización del jueves pasado debería hablar por sí sola de lo lejano que le resulta a ese sector pensar su inclusión dentro del sistema actual.

Esta dificultad del medio a propiciar cualquier tipo de discusión vinculada al financiamiento que no pase por la producción es tan notoria y se da con tanta naturalidad, que aparece incluso en las propias propuestas de modificación del Plan de fomento, consensuadas por las diversas asociaciones que nuclean a la actividad.

Si se mira con detalle el documento Por una nueva política federal de fomento y exhibición del cine nacional, acompañado por la Mesa de directorxs, ADN, DIC, Colectivo de cineastas, DOCA, RDI, RAD, EDA, SAE, ASA, ADF, AADA, CADICINE, Colectivo de técnicas de cine y publicidad, Colectivo de cineastas de Córdoba, Vecinas cine, Conurdocs, COOLAPSA, Cuyo hace cine y AJRA, la palabra “escuela” aparece solo dos veces, mientras que solo una vez se hace mención a los “estudiantes”.

En ninguna de estas menciones se habla de la necesidad de que el INCAA apoye y realice convenios de colaboración, financiamiento y capacitación con las diferentes instituciones educativas del país, o que favorezca su inclusión en la producción. A su vez, tampoco se flexibiliza demasiado el ingreso sin antecedentes para la presentación de obras a financiamiento del instituto. El único camino es a partir de la vía documental o de conseguir un productor presentante.

La cinemateca es solo una proclama, y parece que se la cita con la única finalidad de que sume alguna que otra sala más para que pase cine nacional.  No hay ningún lineamiento en cuanto a la preservación del patrimonio audiovisual existente o el apoyo al desarrollo de la investigación cinematográfica.

Solemos decir en cine que lo que se muestra es tan importante como lo que se oculta y que lo que dicen los personajes es tan importante como lo que callan. Esto no parece ser una excepción.

Mañana puede ser mejor

La realidad indica que la prórroga de las asignaciones específicas para sostener los fomentos a la cultura debería ser un hecho consumado en las próximas semanas. Sin lugar a dudas, será el resultado de la lucha de varios colectivos y asociaciones de cineastas que pusieron en agenda el tema y que lograron tener una incidencia política sobre la discusión, aun sin lograr el apoyo popular de la sociedad o, incluso, del propio medio.

Lo que vendrá seguro será una nueva gestión del INCAA y con ella una discusión respecto a cómo engrosar y repartir “mejor” el Fondo de fomento. De existir una verdadera voluntad de ampliar y mejorar el sistema, lo primero que hará falta es comprenderlo. Comprender su desigualdad y todas sus problemáticas. Para lograr esto, tal como ya hemos escrito en otras oportunidades en esta revista, hace falta extraerse de la órbita personal y pensar por fuera de las condiciones dadas de preexistencia para ocupar el lugar que se ocupa.  Caso contrario, todo será en vano.