23° BAFICI: Anteojos negros

Con motivo de la celebración número 23 del BAFICI, la convivencia de los cineastas jóvenes con los veteranos es democrática, aunque poco desdoblada. Cuando probamos un plato con buena pinta, la tentación proviene de la apariencia, pero podemos ser conscientes de que nos arriesgamos a una esencia asquerosa. Aunque se haya discutido durante décadas, sostengo con firmeza que las obras maestras (o las que anhelan ser piezas claves) crean una bella armonía entre las formas y el contenido.

Argento es un maestro del cine europeo de terror y suspenso. Se lo definió como genio en los 70, los 80 y parte de los 90, ¿dejó de serlo en la actualidad? No. En todo caso se quedó sin ideas frescas u originales, sin la creatividad innovadora de juventud.

Es un lugar común la frase «los capos del cine se debilitaron con la edad». No obstante, la música de Darío es una auténtica dulzura para los oídos que se conserva intacta, más allá de que pasen los años y las películas mediocres o malas.

Los cortes a la velocidad de la luz, la excesiva oscuridad de la fotografía (que con redundancia nos quiere demostrar que el campo de visión de la protagonista es negro) y el guion plagado de situaciones ridículas configuran una historia de pobreza estética y narrativa. Ya no late el impacto visual de los tiempos dorados: apenas nos quedan las subjetivas. El gore es más realista que la pintura roja del pasado siglo, pero se siente apagado, genera una previsibilidad indiferente. El asesino de putas es un cartón torpe que funcionaría mucho mejor como personaje paródico o incluso satírico: lo que justifica su intención de matar a Diana (una Ilenia Pastorelli en modo medio pelo para abajo) no es su aversión a la profesión más antigua como con la rubia del inicio, sino un ego herido porque antes de tener sexo con ella expulsó un olor a mierda que la espantó tanto como a mí la película.

Cuando el tipo tuvo la oportunidad de liquidar a su objetivo en plena noche de ruta rural, se quedó cagándose a trompadas con otro sujeto que apareció para proteger a los dos desdichados. Si hubiera sido una comedia entera quizás la decepción no se hubiera presentado así, pero es un giallo que podría disfrutarse más como una canción con los personajes imaginados y los ojos cerrados.

Rescato la gracia del nene Chin cuando dice que tiene una prima que labura en «relaciones públicas», igual que Diana.