X: envejecer nunca fue una opción

Pongamos esta premisa: un grupo de jóvenes (relacionados con la industria pornográfica) se asienta en una vieja casa en medio del campo; el dueño del lugar es un anciano de presencia inquietante, el cual cuida a su esposa, rara y perturbadora. Esto no hace más que empeorar cuando la pareja de viejos comienza una masacre sanguinaria. Bastante familiar, ¿no? Y es que dicha idea ya se utilizó en infinidades de slashers, hasta el cansancio. Pero X (2022), de Ti West, no es como el resto de las películas de asesinos en masa; no señor, esta película es una bocanada de renovación y originalidad para un género que, hasta el día de hoy, se venía repitiendo incansablemente.

La historia está situada en Texas, en el año 1979. El estilo cinematográfico remite al mundo de las películas de esa época. Uso de zooms, travellings prolijamente coordinados, además de un montaje muy inteligente y creativo. Sin embargo, más allá de lo estético y bello de dichos recursos, es otro elemento el que resalta en la película. Ser joven y el consecuente miedo a envejecer como pilar narrativo.

La protagonista, Maxine (interpretada de forma brillante por Mia Goth) es una chica con deseos de estrellato. Desde su primera aparición, al más puro Toro Salvaje (1980), enfrentada a su reflejo en un camerino, diciéndose a sí misma que es un “símbolo sexual”, el planteamiento es claro y evidente. Ella quiere ser alguien importante, llevarse la gloria, utilizando su belleza, y lo más importante, su juventud. En contraparte, nos encontramos con Pearl (interpretada por la misma Mia), una anciana senil que quiere volver a ser bella y joven, estar en la flor de la vida. La dualidad entre ambos personajes es obvia, y a lo largo del relato están en una puja constante por la supervivencia, y la superioridad de la vejez contra la juventud.

No podemos olvidar los momentos previos de calma antes de la tormenta. Es de las primeras veces en que, en una película de asesinatos brutales, los personajes se sientan en una sala a tocar la guitarra y cantar, reflejando a través de la canción, los horrores consecuentes. También, otra situación en la que Pearl demuestra sus dotes de bailarina, con una coreografía excelsa que se sitúa en la delgada línea de la cordura y la locura.

¿Y qué significa envejecer? ¿Es tan malo como nos lo muestran acá? Es verdad que al ser joven tenemos más beneficios, libertades y, no menos importante, ganas de vivir. Puede que sea pesimista la mirada que tiene la película sobre este tema, pero la balanza, en verdad, está equilibrada. Llegar a viejo es un logro en esta larga (a veces corta) vida. Significa cumplir un ciclo. Aunque no se puede negar que las disputas entre generaciones están más que presentes. Las incomprensiones entre los dos lados se manifiestan a través de los problemas de comunicación, las desigualdades, el odio. Todo esto dice presente en la obra de Ti West y hay que darle la derecha.

Ahora bien, cuando una película nos genera tantas incertidumbres y debates, quiere decir que está funcionando. Y lo que puede llegar a sorprender, tanto a espectadores acérrimos del slasher como los que recién se topan con el género, es la mentalidad y construcción narrativa en esta cinta. Hace tiempo que no había una ruptura tan asombrosa en un género de terror. Permanecen los sustos, la sangre y las tripas, pero la verdadera esencia está en la construcción de personajes, ambientación e ideas por debajo del relato.

X es inteligente y atrevida. Tomando incisos de películas exitosas, como Boogie Nights (1997), se habla de cine sobre cine, el arte en la pornografía y lo ya antes mencionado; vivir, disfrutar, envejecer y aceptar el destino. Llegar a viejos es algo que va a suceder, no nos va a gustar, pero no podemos hacer nada para cambiarlo. No sabemos de dónde venimos ni a dónde vamos, pero vivir es la única opción que nos queda.