36° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, primera tanda de reseñas.

COMPETENCIA ARGENTINA
Por Ana Moggia
Atlas, de Guadalupe Gaona e Ignacio Masllorens (2021)
Christofredo Jakob, un neurobiólogo alemán, parece ser el personaje central de Atlas. Pero en realidad, esa idea de biografía es casi una excusa para recorrer los lugares que este peculiar personaje transitó. Su investigación sobre el cerebro de los mamíferos lo vincula con dos instituciones: el hospital nacional de alienadas (hoy el Hospital Neuropsiquiátrico Moyano) y el zoológico de Buenos Aires (en la actualidad el Ecoparque BA). Los realizadores, Guadalupe Gaona e Ignacio Masllorens, trazan un evidente paralelismo entre el trato que albergaban las pacientes en el nosocomio con el que recibían los animales en el zoo.
Dentro del material de archivo se destacan retratos de finales del siglo XIX de las pacientes que ingresaban en el hospital, a muchas se las nota forzadas ante la cámara. No filmaron pacientes actuales (lo cual es un gran acierto). Sin embargo, el documental sí se hace eco del cambio de paradigma en el enfoque de la atención a la salud mental.
Una entrevista a la nieta y bisnieta de Jakob funciona como una especie de microrrelato dentro de Atlas. Dotando a la historia de datos un poco dispersos y rivalizando con los recuerdos de su abuelo. La línea entre la sanidad mental y la enfermedad se diluyen. Todos los personajes presentes en la película tienen un poco esa fragilidad.
Atlas es, en definitiva, un documental sobre los recuerdos, la salud mental y el cautiverio.

Matar a la bestia, de Agustina San Martin (2021)
La ópera prima de Agustina San Martin se podría catalogar como un coming of age queer, con tintes de terror. Emilia viaja hacia un pueblito fronterizo de Misiones para buscar a su hermano y limar algunas asperezas familiares. Esta frontera funciona no solo como una cuestión narrativa, es, además, una representación de toda un a serie de dualidades: lo real y lo onírico; lo humano y lo bestial; la culpa y la sexualidad. El terror se cuela en el film de la mano de una bestia que asecha a mujeres. En el pueblo dicen que podría ser la encarnación de un hombre maligno.
La directora sabe crear un clima opresor y cautivante y allí yace la gran virtud de Matar a la bestia. La atmosfera visual y sonora dotan al film con otras capas más que interesantes. La dirección de fotografía de Constanza Sandoval es muy cautivante. Si bien el film tiene algunos altibajos y no logra convencer del todo, hay algo muy prometedor en él. Hermosos encuadres, gran elección de las locaciones y una buena dirección de actores. Su «problema» es una excesiva confianza en esa atmosfera que construida, que deja a la deriva muchas veces a la narración.
Un consejo: tal vez deberíamos desistir en el intento de a la película y su directora con el cine de Lucrecia Martel, y dejar que San Martin haga su propio camino. Porque, de verdad, parece muy prometedor.
Danubio, de Agustina Pérez Rial
No podría pensarse en otro lugar para este estreno que no sea el Festival de Mar del Plata. Ya que es en este lugar, pero en la década del 60, que ocurren los hechos que cuenta el film. Danubio narra el accionar de los servicios de inteligencia argentinos sobre las delegaciones soviéticas en la edición de 1968. En esa época el festival se encontraba intervenido y vigilado bajo el gobierno del dictador Onganía.
La película está construida de manera íntegra con material de archivo. Es una hibridación entre lo documental y la ficcionalización de este episodio. Cuenta con la voz en off de una inmigrante rusa perteneciente a la «organización Danubio». Un personaje construido de retazos de todas las historias que la directora fue investigando.
Con aires de film noir, Danubio logra contar de un modo magistral un período de la historia no tan explorado y demuestra el lugar que siempre tuvo el cine como herramienta de expresión ideológica.
Estrella roja, de Sofia Bordenave
Cien años después de la revolución rusa, no hubo actos oficiales de gobierno para rememorarla. Todo quedó reducido a muestras en museos. Estella roja es un viaje al pasado para recordar esos primeros años. Una especie de video/ensayo, mostrando imágenes de una bella y gélida San Petersburgo y relatando algunos de los acontecimientos centrales de la revolución.
La película aborda lo que se esperaba del futuro a principios de siglo. Y se plantea cuál fue el impacto de la revolución rusa un siglo después. El personaje central es el escritor y científico Aleksandr Bogdánov, quien escribió el libro que le da nombre al film y sobre el cual se elabora toda una elaborada e intrigada trama de ciencia ficción narrada en off.
La tesis con la que comienza la película es interesante, pero a través de sus 73 minutos termina siendo un poco desconcertante y un poco limitada desde lo técnico.

COMPETENCIA INTERNACIONAL
Por Fabio Vallarelli
Re Granchio, de Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis
Nueva película de la dupla de directores de Il Solengo (2015), que en esta oportunidad se traslada a un pequeño pueblito perdido en Italia y a Tierra del Fuego para filmar un relato de época un tanto particular.
Luciano, un borracho del poblado, mata por accidente a su amante en una revuelta a finales del siglo XIX. La pena es enviarlo al fin del mundo; literalmente, a Tierra del Fuego. Allí la película se transforma cuando una peripecia -buscar un tesoro perdido en un naufragio- le da al protagonista la oportunidad de redimirse.
Es difícil pensar Re Granchio alejado de otras obras de época climáticas más recientes como Zama (2017), Jauja (2014) o El movimiento (2015). En esos senderos se mueve el film de Righi y Zoppis, con más o menos aciertos, pero con un abordaje y mirada general sobre los paisajes y los personajes que vale la pena rescatar.
Espíritu Sagrado, de Chema García Ibarra
Primera película de Chema García Ibarra, cineasta español que ya había realizado varios cortometrajes, con múltiple difusión dentro del circuito de los festivales de cine.
Si vieron los cortos de Chema, no hay tanto para descubrir en Espíritu Sagrado. El humor y el tono general de la película -que dialoga de manera fluida con Magical Girl (2014) o Diamond Flash (2011) de Carlos Vermut- es ácido, disparatado y bastante enturbiado. Una arista bastante habitual de cierto cine español independiente contemporáneo.
Espíritu Sagrado es una comedia negra sobre un grupo de habitantes de una comunidad de Levante que sufre una serie de episodios trágicos: por un lado el secuestro de una niña y por el otro la muerte de Julio, el presidente de «OVNI Levante», una organización de aficionados a la ufología.
Estos dos episodios se irán relacionando a lo largo del desarrollo de la trama de la película, y es ese el vínculo donde todo se pone delirante, pero muy oscuro.