Cowboy BeBop: revisitando un clásico

Hace menos de dos años escribí algo similar por la llegada a Netflix de Neon Genesis Evangelion, y por eso en un descarado intento de clickbait me propongo hacer lo mismo con Cowboy BeBop, para muchos el mejor anime de la historia. Hace unos días se estrenóo en el stream de la N roja (estaba en Crunchyroll) como prólogo al desembarco de su ansiado live-action, del cual seguramente también haya reseña.
En el artículo citado de Evangelion tiro una de esas polémicas instigadoras de quilombo cuando escribo y cito:
La única razón por la cual Cowboy BeBop es considerado el mejor anime de todos los tiempos es porque no parece un anime.
Sostengo esa premisa totalmente.
Hay una razón por la cual el director de esta revista disfrutó Cowboy BeBop pero no se acercó ni mil kilómetros a (es un ejemplo nomás) Attack on Titan. El anime estaba muy mal conceptuado, quizás no sin poca razón. Solo recientemente tenemos una generación de últimos millennials y centennials que crecieron con anime 24/7 en muchísimas plataformas. Esa cercanía lo convirtió en parte de sus vidas, y entonces se naturalizó.

Para mí, con 15 años, hubiera sido un tanto vergonzoso salir a la calle con una remera de CYBER TEAM IN AKIHABARA. No, no disfruté esa garompa, es una vez más solo un ejemplo. No obstante, cuando superé parte de mi sopor juvenil, adquirí una hermosa remera de Cowboy BeBop que para el ojo no entrenado era ni más ni menos que una remera con un estampado normal.
Es decir: no parecía de un anime.
Retrotraigo el discurso. La mala conceptuación del anime en general no es la única razón para el alejamiento de personas como el director de la revista. El anime se consume. Hay millones y millones todos los años y el otaku promedio vive para consumirlos. Las personas normales, en cambio, eligen. Y en esa decisión, tiene sentido que busquen aquellos animes que se acercan a una experiencia más “adulta”.
Los hay para todos los gustos, sin embargo, históricamente, solo unos pocos son “los mejores de la historia”. En el último tiempo ha habido cierta transigencia con el estilo visual. Pero durante muchos años esos elegidos sumaban algunas cuestiones similares:
- El diseño de personajes no exageraba los rasgos o lo hacía con sutileza.
- Las tramas eran “adultas”.
- Se evitaban las escenas SD (super deformed).
Otro cantar eran las revistas especializadas y los otakus caracterizados. En sus top ten sí era normal encontrar esos animes que te daría cringe verlos con tu vieja sentada al lado.
Aun así, tanto en la prensa normal como en la especializada, el número uno de casi toda la vida fue y sigue siendo el clásico de Sunrise.

Intentar explicar por qué es casi fútil. Las razones son evidentes y se acumulan en una torrecita que no se puede derrumbar jamás. Enumerémoslas:
La Trama
Cowboy Bebop es una serie casi unitaria. El plot detrás se desarrolla en apenas cinco episodios. El resto es de fórmula. Cualquiera de los tres personajes principales se entera de un bounty, surge el caos, se resuelve, fin. Hay aparte capítulos de origen para Jet, Faye, Ed y Ein.
Los cinco episodios donde se explica el plot o, mejor dicho, “La historia de Spike”, no son para nada una historia original. Mafiosos, triángulo amoroso, mafioso que escapa, mafioso que lo busca. Es así de sencillo. Con matices, claro. Pero una gran historia no necesariamente es una que bulle de complicaciones, plot twists, o relaciones intrincadas.
Todas esas cualidades, en cambio, son aplicadas en los episodios unitarios.
Si analizamos “Sympathy for the Devil”, “Bohemian Rhapsody”, “Pierrot le Fou” o “Brain Scratch”, son todas tramas que en 22 minutos parecen imposibles de contar. Y no solo lo logran, sino que lo hacen con maestría demostrando que aparte de no necesitar 200 episodios para crear un relato tampoco necesitan episodios de 80 minutos. Anotá Netflix.
La constante referencia a clásicos del cine americano (pero también europeo y japonés) le agrega un punto más que obligatorio al debate de «no parece un anime», que se suma a los nombres de los episodios, todos homenajes a canciones clásicas.
La animación
Todos los que crecimos con animes durante #Los90 pensábamos que la normalidad era disfrutar un capítulo con animación decente por cada tres dibujados por dos coreanos en un sótano. No fue hasta cuando comenzaron a llegar series aparte de los shonen largos que conocimos otra realidad.
Porque, aparte, había series cortas que también tenían animación “fluctuante”. Evangelion, por ejemplo, sin llegar a los bajones de Dragon Ball por supuesto, tenía fuertes descensos de calidad que por la dirección correcta eran solucionados con refrito de escenas y edición inteligente.
Cowboy BeBop, en cambio, es impecable de principio a fin. Un gran diseño de personajes, muy sobrio, fondos trabajados y diversos para la cantidad de ecosistemas que recorre. Escenas de pelea que recuerdan a las mejores películas de Kung Fu emulando movimientos de cámara en mano.
Una vez más lo ideal para el ojo no entrenado es la cercanía con lo real. Cuanto más “real” sea lo animado, “mejor” es.
Y en ese sentido, en esa época, Cowboy BeBop era de lo más realista en todo sentido.

La música
También nos evitaba musiquitas cantadas por seiyuus chillonas. La banda sonora creada por Yoko Kanno es jazz. Nadie en el mundo puede decir que un tema de jazz es “malo” porque son muy pocos los que pueden entenderlo. Es un género musical que, como la música clásica, se considera creado por “personas inteligentes” para “personas inteligentes”. No importa que no disfrutes de “Whiplash” o “Caravan”. La escucha te hace pensar “fah, qué difícil componer esto, claramente es una persona brillante quien lo hizo”, y por extensión, quien es afín al jazz también debe serlo.
Pues entonces, Cowboy BeBop debe ser una serie muy inteligente porque su banda sonora en pleno es de jazz y todas las canciones con letra (The Real Folk Blues, Call me Call me, Bagdag Café…) son en inglés. Un inglés alejado de ese japonés inmundo proliferado por ardillitas.
Sacando la cuestión psicológica, la banda sonora es hermosa y llena de variaciones que calzan justo en todo momento.
Ningún anime necesita mucho más para ser considerado una maravilla por los otakus.
Lo interesante es cómo mediante el esfuerzo de desjaponización se le allanó el camino al anime en los años siguientes.
Si Evangelion fue la influencia de millones de animes que lo sucedieron, Cowboy BeBop es responsable de que lleguen a todo el mundo.
Fueron los ojos de personas no afines al anime quienes devoraron Cowboy BeBop, la disfrutaron a pleno y dijeron si el anime es así, quiero más. Y no, el anime no es así. Es un ínfimo porcentaje el que se parece a Cowboy BeBop, pero no importa. Porque es gracias a los vaqueros espaciales que tuvimos una chance que hace 25 años no teníamos.
La oportunidad de elegir.