Manuscritos de Tython, reflexiones sobre Star Wars IV: La mirada oriental

El servicio de streaming de Disney ha estrenado la serie Visions, nueve cortometrajes animes que proporcionan una mirada diferente al Universo de Star Wars. Siete estudios de animación japonesa fueron contratados para llevar adelante la creación de estas narraciones. La particularidad de las historias presentadas es que no estarían incluidas dentro del canon actual, por lo que tanto los guionistas como los animadores tuvieron total libertad creativa para desarrollar todo su potencial.

El primer cortometraje estuvo a cargo del estudio Kamikaze Douga, responsable de la producción de la película de animación Batman Ninja (Junpei Mizusaki, 2018). “El duelo”, tal es el nombre de la historia que abre esta serie, fue dirigido por Takanobu Mizuno y es un clarísimo homenaje al gran Akira Kurosawa. Con elementos estéticos y narrativos que remiten a dos de sus filmes icónicos, Los siete samuráis (1954) y Yojimbo (1961), presenta a un Ronin que se dedica a cazar Siths por toda la galaxia. Está íntegramente desarrollado en blanco y negro, salvo por las luces artificiales y las hojas de los sables de luz, únicos toques de color en toda la historia. El marco temporal, la época en la que se ambienta la historia, se ubica en un período post secuelas, evidenciado por algunas armaduras de stormtroopers de la Primera Orden que llevan los bandidos de turno, mientras que el marco espacial, el lugar, se sitúa en una aldea que recuerda a las del Japón feudal, y los distintos personajes, humanos, aliens y droides se presentan con las vestimentas típicas de los campesinos y samuráis de la misma época. Llama la atención que los sables de luz están presentados como si fuesen las tradicionales katanas y deben desenfundarse para utilizar en la batalla. La música, compuesta por Keiji Inai, recuerda por momentos a la banda sonora de Ghost in the Shell (Mamoru Oshii, 1995) y alterna con compases que evocan la música compuesta por John Williams.

La segunda historia, llamada “Rapsodia en Tatooine”, fue presentada por Studio Colorido, responsable del mediometraje Thypoon Noruda (Yoichiro Arai, 2015). Dirigido por Taku Kimura, es el único material de esta serie que presenta a algunos personajes clásicos de Star Wars en roles secundarios y terciarios, como Boba Fett, Jabba el Hutt y Bib Fortuna, entre otros. Ambientada en el planeta Tatooine, durante el período post Orden 66, la banda Star Waver debe rescatar a su líder, Gee, de las garras de Jabba el Hutt. Dibujado con el estilo de animación conocido como chibi, se trata de un cortometraje que presenta una ópera rock, cuya música, compuesta por Yoshiaki Dewa, es la verdadera protagonista de una historia sencilla pero atrapante y muy atractiva visualmente.

Situado en la época de la Trilogía Clásica, el tercer cortometraje, llamado “Los gemelos” y dirigido por Hiroyuki Imaishi, estuvo a cargo del estudio Trigger, creadores de la serie anime Kill la Kill (2013), del mismo director. La historia presenta a dos hermanos creados para servir al Lado Oscuro, Lord Karre y la Maestra Am, que se verán enfrentados reviviendo mitos antiguos como los de Rómulo y Remo o Caín y Abel cuando Karre traicione todo aquello para lo que fue concebido y que, al igual que las tragedias griegas, aborda el tema de la inevitabilidad del Destino versus el Libre Albedrío. La música, compuesta por Michiru Oshima, acompaña un argumento que remite indefectiblemente a qué hubiera pasado si Luke y Leia hubiesen servido a la Oscuridad en lugar de al Lado Luminoso de la Fuerza.

“La novia del pueblo”, dirigido por Hitoshi Haga, es el título del cuarto cortometraje a cargo de la compañía Kinema Citrus, quienes estuvieron detrás de la serie anime Tokyo Magnitude 8.0, entre múltiples proyectos. Ambientada en el período post Guerras Clones y situada en un planeta donde sus habitantes viven en comunión con la naturaleza, se oculta una padawan (aprendiz de Jedi) tratando de escapar al exterminio impuesto por el Imperio. La narración habla de la tecnología versus la naturaleza, del crecimiento personal, del sacrificio por el bien de los demás, pero sobre todo de la aceptación del destino como parte de la vida. Los dibujos, simples pero cuidados hasta el mínimo detalle, los colores en tonalidades pasteles, junto con la banda sonora, compuesta por Kevin Penkin, proporcionan la ambientación y la emotividad justa para hacer de este corto un poema visual incomparable.

En el quinto lugar se encuentra “El noveno Jedi”,dirigido por Kenji Kamiyama. Fue llevado adelante por Production IG, uno de los estudios más veteranos dentro de este proyecto y creadores de, nada menos que la genial, Ghost in the Shell (Mamoru Oshii, 1995), entre tantos proyectos memorables dentro del anime. La historia sitúa al espectador en un futuro miles de años después de los eventos de las películas, en el que los Jedi son perseguidos y los Sith dominan la Galaxia. Lo más interesante que presenta es una mirada curiosa sobre los sables de luz, que deben ser forjados por un maestro armero capaz de templar los cristales kyber, el alma de estas armas, para que aumenten su intensidad y color según su dueño vaya avanzando en el camino de la Fuerza. Además, si el que lo empuña fuese un Sith, su color adopta la tonalidad roja típica de los sables de usuarios del Lado Oscuro. Esta historia es, tal vez, una de las más originales en cuanto postulados dentro del Universo de Star Wars, y se transformó rápidamente en una de las favoritas de gran parte del público que está pidiendo a viva voz que salga una continuación. En un reportaje efectuado a su director, salió a la luz que su proyecto era mucho más largo y espera que le den la aprobación para poder llevarlo a cabo.

El más novel de los estudios, Science Saru, presentó dos cortometrajes, la sexta y la novena entregas. A pesar de ser el que menos experiencia tiene en la producción de animes, ha llevado adelante la serie Devilman Crybaby (Masaaki Yuasa, 2018) que puede verse en Netflix.

El primero de los cortometrajes, titulado “T0-B1”, dirigido por Abel Gongora, es una aventura ecológica en la que un pequeño droide identificado con ese código que, mientras sueña con convertirse en Jedi, trabaja junto a Mitaka, un científico que intenta llevar la vida a través de la vegetación a un planeta desértico similar a Tatooine. La estética utilizada para la creación de ambos personajes remite indefectiblemente a serie Astroboy (Osamu Tezuka, 1963), mientras que su argumento lleva al espectador a recordar a Pinocho (Luske; Ferguson; Kinney; Jackson; Hee; Roberts; Sharpsteen, 1940), siendo T0-B1 un alter ego de ambos “niños” y Mitaka un anciano a medio camino entre Geppetto y el Dr. Elephant. Además, el nombre del droide es un homenaje a Obi Wan Kenobi, siendo su lectura en inglés “The O Be One”. La banda sonora, a cargo de A. Bee y Keiichiro Shibuya, se aleja por completo de la tradicional música de Star Wars, creando una ambientación musical propia del género de animación japonesa que acompaña de manera excelente los distintos estados de ánimo del protagonista.

El segundo de los cortometrajes, el que más me ha gustado si me permite expresarlo, estimado lector; se titula “Akakiri” y fue dirigido por Eunyoung Choi. Se trata de un homenaje más al director Akira Kurosawa y, al ser la última de las entregas, cierra el ciclo de Visions, que también comenzase con un homenaje a su obra. El argumento ha sido tomado y adaptado de La fortaleza escondida (1958), aquella película que el mismísimo George Lucas hubiera reconocido como fuente de inspiración para la creación de Star Wars. La ambientación, al igual que el film del que bebe su influencia, ocurre en la época feudal japonesa, por lo que las similitudes estéticas, de planos y encuadres son una muestra de respeto a la genialidad de su director. La historia habla de amor y sacrificio, y el giro del final agrega un motivo narrativo que cierra la trama de forma excelente y presenta el toque de originalidad de los autores. Su banda sonora, compuesta por U. Zhaan, es muy sutil y aparece solo en momentos claves para generar tensión y emoción en los espectadores; también se aleja de la clásica música de la ópera espacial y está interpretada por los tradicionales tambores taiko japoneses.

Trigger tuvo la responsabilidad de llevar a cabo la séptima entrega, siendo el otro estudio que presentó dos narraciones. Dirigido por Masahiko Otsuka, “El anciano” narra la clásica historia de los Jedis contra los Sith, sus protagonistas son un maestro llamado Tajin Crosser y su padawan, Dan G’vash. Tanto la caracterización de ambos personajes como la dinámica humorística entre ellos hacen acordar al espectador versado en el Universo de George Lucas a la relación que presentan Qui-Gon Jinn y Obi Wan Kenobi en La amenaza fantasma (George Lucas, 1999). Michiru Oshima, quien también compone la banda sonora de este cortometraje, utiliza instrumentos japoneses como la flauta, shakuhachi, o el shamisen, instrumento de cuerda, combinándolos con los instrumentos de una orquesta clásica para crear un hermoso híbrido entre la música tradicional japonesa y la orquestal típica de John Williams.

“Lop y Ocho” es el título que corresponde al octavo episodio, dirigido por Yuki Igarashi y a cargo de Geno Studio, empresa que produjera la serie Golden Kamuy entre los años 2018 y 2020. La historia lleva a los espectadores a la época en la que está surgiendo el Imperio y está ambientada en el planeta Tao; recordemos que esta palabra en la cultura oriental significa “el camino de la naturaleza”. Tao es un mundo que se ha mantenido alejado de las influencias de la República y mantenido su cultura, su identidad y su medio ambiente; aspectos que están siendo violentados sistemáticamente por el Imperio. La narración habla de la familia, la identidad y la herencia cultural, personificadas en el conflicto que surgirá entre Ocho, una humana que prefiere la “ayuda tecnológica” que trae el Imperio y cuya familia ha adoptado a Lop, una muchacha de raza Lepi, alienígenas que se parecen a conejos humanoides, que intenta proteger las tradiciones y las enseñanzas de su padrastro. Yoshiaki Dewa también compone la música de este cortometraje que, de manera similar a la música de Williams, acompaña la narración en todo momento, creando una ambientación sonora acorde con la tensión presentada en cada segmento de la trama.

Si este proyecto se trató de un experimento de Disney, como especulan muchos, para ingresar definitivamente en el mercado oriental, o una apuesta por historias nuevas que lleven a la realización de proyectos más largos, todavía está por verse. Lo que resulta indudable de todo esto es que la aceptación del público y de los fanáticos más acérrimos, salvo raras excepciones que siempre existen, ha sido positiva. Sin dudarlo queremos más relatos como estos, que aporten una mirada nueva sobre un universo de historias que, como ha ocurrido con todos los géneros narrativos en algún momento, está empezando a desgastarse y necesita de un revisionismo que lo saque de una posible decadencia.