Val: la transformación y el legado

Toda repercusión y recomendación que se haga sobre este documental es atinada. Si de documentales biográficos se trata, abundan, son variados en calidad y originalidad, pero este tiene ese ingrediente especial que destaco cuando lo encuentro: que sea auténtico y se haya realizado con cariño.

Quien diga que unx artista es egocéntrico está asumiendo que otrxs artistas no lo son y ahí permítanme disentir. No sé si existe otra explicación que no pase por el ego para entender por qué una persona quisiera subirse a un escenario o pararse frente a una cámara y recibir aplausos. Puede haber otros factores, pero las ganas de recibir esa atención siempre están.

Si bien Val Kilmer explica que su motivación siempre fue la interpretación, tampoco niega que estén esas ganas del reconocimiento y atención por parte del público. Este es su documental y en ningún momento esboza una falsa humildad ni imita un corrimiento del centro de la escena. Este es un documental sobre él, sobre Val, el actor y la persona; la persona y sus personajes.

Los tres hermanos Kilmer: Mark, Val y Wesley se criaron en un rancho en California, cerca de Hollywood. Según cuenta Val, fueron de las primeras familias en tener una cámara filmadora en casa. Desde entonces, él y sus hermanos se encargaron de registrar no solo escenas familiares, sino miles y miles de horas de ficciones caseras, con pequeños efectos, guiones e interpretaciones. Wesley era quien jugaba el rol del director, mientras Val siempre supo que su lugar era frente a la cámara.

Su personalidad obsesiva lo llevó a continuar con la costumbre de filmar de manera casi constante, incluso mientras filmaba de manera profesional una película, por eso lo vemos hoy, con más de 60 años y una traqueostomía producto del tratamiento por cáncer de garganta, dándonos acceso a un depósito de millones de cintas de las filmaciones que lo acompañaron durante toda su vida.

Este Val que vemos hoy sigue siendo un obsesivo y amante de la actuación que ha perdido uno de los instrumentos más importantes de su trabajo, como es la voz. Su aspecto está lejos de quien en algún momento encarnó casi de manera mimética a Jim Morrison o quien supo ser uno de los Batman. Su espalda está más encorvada, su cara cambió y tiene que tapar un pequeño orificio en su garganta para poder hablar en frases breves, ya que no puede respirar y hablar a la vez.

Val ya no es el mismo, pero a su vez, lo sigue siendo.

Desde aquellos videos entre hermanos se podía ver su histrionismo y sus ganas de destacarse a través de la interpretación. Un talento acompañado por esfuerzo que lo llevó hasta la escuela Juilliard, el conservatorio de artes más prestigioso de EE. UU. Gracias a la costumbre de continuar rodando, podemos verlo con colegas que formaron parte de los elencos de las películas más taquilleras de los 90. La cámara lo siguió acompañando a lo largo de sus primeros trabajos profesionales y al estallido de su estrellato en Top Gun.

Todo lo muestra, todo lo explica. Qué significó haber participado de esa película icónica, qué consecuencias trajo, cómo hizo para conseguir el papel en The Doors, por qué no quiso hacer otra película de Batman, qué pasó con su vida personal entre película y película. Todo es narrado desde su punto de vista en el que se nota una base fijada en el amor u obsesión por la perfección en la interpretación, pero sobre la cual se ha construido una superficie más blanda gracias a los amorosos golpes de la vida.

Su transformación del hombre de rasgos perfectos y espíritu obstinado hacia una persona mayor que ha sobrevivido a una enfermedad con una de las cicatrices más dolorosas para su profesión es algo que se muestra con dignidad y compasión. Esta es la historia que quiere contar y no hay mucho que se pueda sospechar o quede oculto.

Uno de los gestos de mayor cariño y que ayudan a comprender que estos cambios los haya podido hacer desde un buen lugar es el rol de sus hijxs, en especial el de su hijo menor que pone su propia voz para narrar en off, la mayor parte de la historia. Val no es el mismo, pero ha sabido completarse con su legado que se observa en su rol de padre, así como en ciertos papeles icónicos y en el cariño que el público le sigue transmitiendo.

En este documental encuentra la forma perfecta para continuar frente a la cámara emocionándonos y escuchando los aplausos, aunque su ego esté un poco dolido y quizás haga todo esto para recibir una caricia. Val ya no es el mismo, pero a su vez, lo sigue siendo.