Patria, y los dos demonios

El nacionalismo vasco existe hace más de un siglo, sin embargo, después de la guerra civil española en los 30 y la instauración del franquismo, el movimiento separatista e independentista del País Vasco se intensificó con la creación de la organización ETA a fines de los 50. Con el correr de los años, con lineamientos socialistas y volcándose más y más a la extrema izquierda, se adoptó la guerra de guerrillas para enfrentar la dictadura de Franco. La violencia en crecimiento generó una separación ideológica y xenófoba entre ambos bandos hasta el día de hoy. Es el tema que abarca el best seller literario llamado Patria, de Fernando Aramburu, que ahora se adaptó en una producción para HBO España.
Patria arranca tras el anuncio de ETA de dejar la lucha armada en 2011. Bittori (Elena Irureta) vuelve a su pueblo para saber quién mató a su marido Txato (José Ramón Soroiz) por orden de ETA, 20 años atrás. Esta vuelta no es bien recibida por Miren (Ane Gabarain), matriarca de la familia del principal sospechoso y acusado, ni tampoco por el pueblo porque piensan que quiere abrir viejas heridas que solo causarán más dolor.
El arte promocional ya depara lo que intenta ser la serie: provocadora e incómoda. El sentir de los dos lados. Por uno, tenemos a la familia de una víctima de ETA. En el otro extremo, nos encontramos con el dolor de la familia de un militante de ETA con algunos asesinatos encima. En medio, la sociedad y las fuerzas policiales. Pero tuve la sensación de que lo provocador e incómodo queda en la promoción de la serie, no la sentí como tal. Quizás si fuera vasco, lo hubiese sentido de tal forma.

Los 8 capítulos se mueven entre el drama familiar y una representación de la relación sociedad-ETA, en especial en los 90, uno de los picos más altos de violencia del conflicto armado, aunque hay momentos que tienden mucho al melodrama y me quedan escenas colgadas, dejando de lado una implicación más psicológica de lxs personajes. Tampoco hay mucho lugar para el subtexto, con Miren que cuenta todo lo que piensa en voz alta a Dios y con Bittori que habla a la tumba del marido. Es algo ya visto, por lo menos me dio esa sensación, en el libro quedará muy bien, pero es otro formato narrativo.
Más allá de esas apreciaciones, la serie es muy ganchera y te atrapa para verla entera de un tirón. Cada inicio y final de capítulos funcionan a la perfección. En especial, el inicio del primer episodio con el asesinato del Txato, que sucede en fuera de campo, desde la auricularización de Bittori. El asesinato será reconstruido a lo largo de la serie desde distintos puntos de vista hasta que al final sepamos bien qué sucedió, y eso es lo que nos engancha de manera especial, porque nos permite sacar especulaciones de quién fue y por qué.
Otra cosa para destacar es el tiempo, ya que la historia transcurre en la actualidad, sería 2011, y en 1992 cuando sucede el asesinato, pero unos meses antes cuando recibe la amenaza para pagar a la causa y en adelante a partir del hecho. Es importante el tiempo porque nos muestra cómo corre para cada unx, y a la vez, cómo el pueblo pareciera quedar en el tiempo. Se resalta el “de eso no se habla” o “algo habrá hecho”, muy conocidos en nuestros pagos hace unas décadas, y al ser un conflicto tan complejo, pareciera equiparar a los asesinos con la brutalidad policial, pero porque está más centrado en qué sucede con las familias. Habrán leído o escuchado sobre la teoría de los dos demonios donde se quiere equiparar lo hecho por la dictadura con lo que hicieron montoneros y el ERP.

Me gustaría destacar las actuaciones, porque enaltecen aún más la producción. Bittori y Miren llevan adelante la narración, dos mujeres que habían sido amigas pero que se separan debido a la elección del hijo de Miren.
- Bittori, desde su lado de querer saber la verdad sobre si Joxe Mari fue o no quien disparó, quiere cerrar heridas.
- Miren, como la mujer cerrada y temperamental que defiende a muerte a su hijo.
- Joxian Garmendia (Mikel Laskurain), esposo de Miren, un hombre introvertido que se debate entre el dolor de perder a su mejor amigo Txato, y con la vergüenza de que tal vez haya sido su hijo el instigador, y no querer hablar más del tema y el dominio hogareño de la imponente Miren. Uno de los personajes más empáticos para mí.
- Txato Lertxundi (José Ramón Soroiz), noble, trabajador y orgulloso. El sostén emocional de la casa más allá de lo material.
- Xabier Lertxundi (Iñigo Aranbarri), hijo de Bittori, luego de la muerte de su padre, relega su vida en pos de acompañar a su madre. Tiene un aire nostálgico y melancólico.
- Nerea Lertxundi (Susana Abaitua), de relación tirante con su madre Bittori luego de la muerte de Txato, simpatiza con la causa vasca hasta que ocurre lo de su padre.
- Gorka Garmendia (Eneko Sagardoy), en algún momento admira a su hermano, pero su autodescubrimiento e inclinaciones artísticas lo ponen de frente con la realidad del pueblo para alguien como él.
- Joxe Mari Garmendia (Jon Olivares), fiel a la causa independentista, sin importar si debe apretar el gatillo. El principal sospechoso de la muerte de Txato.
- Arantxa Garmendia (Loreto Mauleón), única hija de Miren, en 2011 la encontramos postrada en silla de ruedas y con imposibilidad de hablar, salvo por un teclado digital. En ella se manifiesta el sentido de culpa por lo hecho por Joxe Mari.
Si bien pareciera medio estereotipado que la familia del empresario sea adinerada y culta y la familia del etarra humilde y temperamental, las relaciones entre lxs diversxs personajes dejan interesantes matices y una dinámica que refuerza ese gancho de querer ver qué pasa. También hay escenas que no solo están bien filmadas, sino que transmiten distintas sensaciones, como la muerte bajo la lluvia de Txato, la escena del autobús donde Miren reconoce a su hijo o la escena de la bomba mientras están en la panadería. En fin, Patria es una serie que engancha de principio a fin, pero que deja un tufillo a teoría de los dos demonios.