Los invisibles #13: el bloqueo creativo

El punto de inserción titila sobre la hoja en blanco. Parece hacerse más grande con cada parpadeo mientras uno se empequeñece y busca excusas para alejarse del documento de Word que continúa en blanco. Un ratito buscando videos musicales, música clásica, blues o instrumentales de Hans Zimmer y Ennio Morricone, pero la barrita vertical continúa parpadeando y la hoja sigue en blanco. Hasta el blanco parece más blanco. Decís “ahora sí” y escribís una oración. Un escracho en un paredón parece, pero ahora hay menos blanco en la hoja. Sin embargo, te quedás ahí y el punto de inserción de texto amenaza donde se estacionó y titila. Bueno, ponés un toque algún videojuego, vamos con el Nioh, te distraés y marcás un horario para retomar la escritura. Nada. Titila y la oración ahora parece un grano de pimienta en un mar de sal. Picás algo y como ya es tarde te decís “mañana si me pongo las pilas”. El documento con una sola oración va a la papelera convencidx de que al otro día habrá un Word de mil palabras, quizás millones, pero al otro día se repite la historia y una vez más la barrita vertical titilante se alía con la hoja en blanco, y ganan. ¿Cuántxs pasaron por esto, especialmente en el último año y medio?

¿Por qué pasa esto? No sé, ni voy a dar lecciones como si fuera un psicólogo ni vender un mantra tipo “10 pasos para superar un bloqueo creativo”. Puede ser por muchas razones, desde un mal pasar económico hasta un mal de amores, estrés laboral por un deadline hasta falta de motivación, puede ser exceso de perfeccionismo o falta de confianza, o por no tener una planificación o ni siquiera saber cómo arrancar. Cada persona es un mundo y debido a la pandemia y la cuarentena, en mucha gente esto se intensificó hasta en algunos casos, lamentablemente, llegar a la depresión. Pero, me quiero alejar de esto y en un intento de hacer funcionar la maquinaria (cabeza, dedos, teclado) es inevitable volver sobre este tema, más cuando pienso que cada oración que escribo es mala, que no está a la altura. Entonces se me dio por pensar los tipos de bloqueos creativos que puede haber. Y me refiero a bloqueos creativos con una historia en particular; de aquellos bloqueos que derivan de un estado de ánimo, que se encarguen lxs psicólogxs que son lxs que saben.

Bloqueo de ejecución: tenés la idea, pero no podés plasmarla y llevarla a cabo. Es complicado ya que unx puede pensar que no tiene el talento suficiente para escribir, cuando en realidad puede ser que la idea no cuaje con tu persona o forma de escribir. Me pregunto ¿qué hacer en esta situación? Lo primero que se me ocurre es puntear la historia, dividirla y estructurarla para ver cuál es el problema que nos tiene bloqueadxs, si no, lo más fácil, es dejar la historia de lado y quedarte con las cosas buenas para usar en otra historia. Si es difícil desistir, que duerma en una carpeta de la computadora y no hacerse mala sangre. Una historia que dejamos hoy puede servir mañana, lo más probable es que sea con otra visión, y quizás con otra cabeza.

Bloqueo del callejón sin salida: te das cuenta de que cometiste un error a la mitad de la historia cuando ya estás por terminar. Un ejemplo zonzo y simple para graficar: mataste a un personaje secundario al inicio del segundo acto, pero dicho personaje que olvidaste muerto tiene incidencia hasta el final. ¿La solución? Fácil, reescribir la historia desde el punto donde te equivocaste. ¿Fácil? Ahí entra la frustración al notar el tiempo y esfuerzo que perdiste, y el simple hecho de reescribir y repensar tanto se convierte en tu principal boicot para seguir el trabajo. No es imposible de retomar, aunque lo mejor sería dejar descansar la historia unos días y volver cuando se tengan nuevas energías para corregir el error.

Bloqueo por los personajes: es sabido que lxs personajes son lo primordial, hacen que la historia marche y se desarrollen los conflictos que nos atraerán. A lxs personajes deben sucederles cosas, deben accionar, y si no ocurre nada de esto tenemos un problema, y ahí es donde surge el bloqueo. También puede ser que por tener demasiados personajes y perderse en los detalles resulta traumático. Supongo que será lo que le pasa a George R. R. Martin que escribe un capítulo en lo que Stephen King escribe un libro. O a la inversa, nos acontece de tener pocos personajes y con poco que decir. Para evitar esto o solucionarlo lo mejor es hacer una biografía de cada personaje, quiénes son y su historia, establecer sus motivaciones, su psicología y su vida. En fin, lo que hablé en el #4 de esta columna.

Bloqueo por exceso de ideas: parece más una bendición que un bloqueo. Pero muchas veces cantidad no es lo mismo que calidad. Eso, por un lado. Pero por otro, el tener tantas ideas, aunque sean todas de calidad, nos bloquea para saber por dónde comenzar. Acá a veces lo mejor es organizarse, puntear todo en un papel y olvidarse por unos días, semanas o meses, y con más frescura se puede dilucidar que la mayoría de las ideas no funcionan necesariamente en tu argumento.

Bloqueo por estructuración: muchxs escritorxs y guionistas trabajan de una manera muy organizada y efectiva donde arman un esqueleto o índice y avanzan punto por punto. Pero ¿qué pasa si hay un error en ese esqueleto que cuesta admitir? Se comienza a revisar punto por punto, se deben hacer desvíos, y alejarse del proceso que unx diseñó lleva a un bloqueo creativo, porque el bloqueo no diferencia entre guionistas organizadxs y desorganizadxs. Cuando toca, toca. Si es que toca.

Bloqueo por falta de final: quizás el más común de todos los bloqueos. Puede suceder porque la historia se come al guionista/escritor y este no sabe cómo terminar, alargando más y más la historia. Por más que escribas no ves el final, no sabés cómo continuar. Puede ser que ya tengas el final, pero no sabés cómo llegar y enganchar con ese final. Ahora solo hay dos opciones: tomar un rumbo drástico en la historia o simplemente cambiar el final que tenías pensado. Es mejor que estar escribiendo hasta la eternidad esperando por un Godot que nunca llegará.

Bloqueo por tener un crítico interior: es muy común el miedo al qué dirán, pero si pensás mucho en eso podés congelarte y no hacer nada. Pasa mucho con aquellxs que son perfeccionistas o insegurxs. Quizás lo mejor sea hablar con psicólogx, creo, pero hay que intentar centrarse en escribir y no pensar en potenciales lectores o público. Siempre hay que revisar y reescribir, y aceptar tu forma de escribir. Después, lo que digan los demás… gustos son gustos.

Bloqueo por revisión: viene atado con el anterior. Al revisar una y otra vez lo escrito hay algo que no gusta, y no pasa por errores de ortografía o gramática. Notás que falta algo en la historia o no te convence algún que otro personaje. Es un bloqueo muy difícil de superar porque te situás en la dicotomía de reescribir las partes donde pensás que hay que mejorar, o reescribís por completo el guion. Esto me hace pensar en el chicle embarrado en el pelo de Lisa Simpson, por eso, desde mi perspectiva en este caso, una posible solución es darle la historia a otrxs para que lean y revisen. Pero, en fin, es un bloqueo complejo.

Bloqueo imaginativo o el miedo a la hoja en blanco: es sentarse frente a la computadora y creer que no hay ninguna idea lo suficientemente buena para desarrollar. Es el más común de todos los bloqueos. La frustración crece y cualquier excusa es buena para hacer otra cosa que te aleje del Word, hasta la vibración del celular se siente como un auxilio para romper el silencio de no tener ideas. Para salir de este tipo hay mil blogs o videos con “sencillos pasos para…”, o hacer una lluvia de ideas, para mí, lo que más sirve es “escribir como borracho, corregir sobrio”. Volcar sobre la hoja en blanco todo de una, escupir las palabras y darle sin parar hasta que se llene al menos la primera hoja. Luego, leer tranquilo y acomodar las ideas. No es el mejor consejo, pero es lo que me funciona.

Bloqueo por falta de palabras: sucede mucho a veces de no saber expresar con las palabras adecuadas aquello que queremos transmitir. Y no dar en el clavo nos produce frustración y estanco que derivan en dejar de escribir o irse por las ramas. Querer decir algo y no encontrar las palabras o la descripción nos lleva al bloqueo o a pensar que no tenemos la formación necesaria. Lo más cómico es cuando te das cuenta de que la solución era cambiar el orden de las palabras, o meter un sinónimo, o viene por una casualidad a la mente la frase famosa “la tenía en la punta de la lengua”.

Con todo esto no quiero decir que acá van a tener las soluciones ni nada por el estilo, solo intento dilucidar los tipos de bloqueos que podemos llegar a conocer y al mismo tiempo, tener una excusa para volcarme sobre el teclado de una manera furiosa para romper mi propio bloqueo creativo. A mí me ayudó escribir esto, ojalá a alguien le ayude leerlo. También me lleva a pensar que es hora de traer a la columna las palabras de algunx guionista-escritor profesional que dé un mejor enfoque de lo que es trabajar, enseñar, escribir, en fin, vivir en el mundo de las palabras.

En fin, será para analizar otro día, en otra columna de Los invisibles.