Cicatrices: el sonido del silencio

No es habitual que se exhiban en Argentina películas producidas en los países de Europa oriental. Lo contrario sucedió en los 60 y 70, cuando, por lo menos en Buenos Aires, se podían ver extraordinarias películas de esos países. Basta recordar a modo de pequeña muestra las checoslovacas Un día un gato (Az prijde kocour, 1963), de Vojtech Jasný; La tienda de la calle mayor (Obchod na Korze, 1965), dirigida por Ján Kadár y Elmar Klos y Trenes rigurosamente vigilados (Ostře sledované vlaky, 1966), de Jiří Menzel.; la coproducción ruso-japonesa Dersú Uzalá (1975), dirigida por Akira Kurosawa; la rusa La infancia de Iván (1962), de Andréi Tarkovski; la búlgara Cuerno de cabra (Kozijat rog, 1962); Cenizas y diamantes (Popiół i diament, 1958), película polaca dirigida por Andrzej Wajda. Fueron muchísimos los films de Europa del Este que se pudieron apreciar hasta mediados de los 70, es decir, hasta el comienzo de la dictadura en nuestro país. La distribuidora Artkino Pictures fue la encargada de traer estas joyas de la cinematografía. Su reducto fue el cine Cataluña, convertido en Cine Cosmos 70, ubicado en el off Corrientes, porque estaba situado en Av. Corrientes al 2000, fuera del circuito de cines “del centro”. Eran tiempos en los que reinaban los “tanques” de Hollywood, pero también momentos en los que el buen cine europeo se hacía lugar a los codazos y llenaba las salas.
A partir de los 80, el cine serbio, que es el que hoy nos convoca, nos trajo el cine de Emir Kusturica, director con una proyección internacional que trascendió su país, pero que lleva consigo la impronta de la cultura y la historia reciente del desmembramiento de la antigua Yugoslavia. Otro de los celebrados directores serbios fue Veljko Bulajić (La batalla del río Neretva -Bitka na Neretvi,1970).
Asistimos ahora al estreno de Cicatrices (Šavovi), film dirigido por el serbio Miroslav Terzic, producido en 2019, con guion de Elma Tataragic y dirección de fotografía de Damjan Radovanovic.

Cicatrices es un thriller psicológico con todos los ingredientes que el género convoca. Ana es una mujer que perdió a su hijo durante el parto, hace dieciocho años, pero nunca la convenció la explicación de que el bebé había nacido muerto. Está persuadida de que lo perdió porque se lo robaron y de que está vivo. No le mostraron el cadáver, no le explicaron si lo enterraron, y dónde. Ella Insiste una y otra vez, acecha y acosa a aquellos que cree que pueden darle una respuesta. La insistencia le trajo problemas con la policía y también alguna vez terminó en el servicio psiquiátrico del hospital. La burocracia no ayuda, la policía tampoco. Su marido y su hija adolescente no la acompañan en su búsqueda, todo lo contrario, le ruegan que abandone su empeño, que el niño nació muerto y que no queda más que seguir viviendo, superando la pérdida. Muchos creen que Ana ha perdido el equilibrio mental.
El espectador puede ir tomando partido por una u otra explicación, o Ana tiene razón y el bebé nació vivo y se lo robaron o, por lo contrario, la negación y la obsesión de esta mujer la van llevando paulatinamente a la enfermedad mental, a la locura.

Cicatrices es una película con un tempo “adagio”, con pocos diálogos y profundos silencios, como si el silencio fuera la única respuesta a la requisitoria de esa madre que busca una respuesta. La cámara se integra íntimamente con los personajes, los acompaña con planos cortos, con primeros planos que trasmiten el dolor y la angustia de la protagonista. Muy buen trabajo del director de fotografía de Damjan Radovanovic
Excelente actuación de Snezana Bogdanovic, destacada actriz de teatro, cine y televisión de la ex Yugoslavia, que emigró cuando se inició la guerra de los Balcanes.
Cicatrices participó en numerosos festivales internacionales.
Muy buena película.