Reseña: The Mauritanian

Diario de Guantánamo es un libro con las memorias de Mohamedou Slahi, un mauritano encerrado sin acusación por 14 años en la bahía cubana, señalado por Estados Unidos de ser un terrorista de Al Qaeda, y nada menos, como reclutador de los atentados del 9-11. El film The Mauritanian, o “El mauritano” para castellanizar, se inspira en esta historia para hacer un film legal y judicial de denuncia.
No soy un experto en temas judiciales ni mucho menos, ese tema voy a tratar de no tocarlo. Me voy a centrar en la historia. Mohamedou Slahi (Tahar Rahim) es capturado en su país natal por el gobierno de EE. UU. y encerrado en la cárcel de la bahía de Guantánamo sin cargos ni juicios. Poco a poco con métodos ajenos a la moral y la ética, nuestro protagonista languidece perdiendo la esperanza hasta que aparecen las abogadas defensoras Nancy Hollander (Jodie Foster) y Teri Duncan (Shailene Woodley). Mientras, el gobierno pondrá al fiscal militar Stuart Couch (Benedict Cumberbatch) para evitar la liberación del supuesto terrorista.

Dirigida por Kevin MacDonald, se nota la mano en la elección de cómo narrar esta cruda historia. De una manera inteligente, para mí, en un inicio, para quienes no conocíamos este hecho, se crea la sensación de si es o no terrorista. En la primera escena hay un halo de misterio hasta que aparece el conflicto real del film, cuando se aclara que nuestro protagonista, no sabemos si es o no inocente, no tiene acusación ni cargos. Quizás yo sea bastante lento y la mayoría se haya dado cuenta de entrada que no era culpable, pero bueno necesité la manera solapada de contar, el ir del presente al pasado con pintadas sobre la vida de Slahi y los primeros días, semanas y meses en la cárcel para hacerme una idea de lo que verdaderamente estaba ocurriendo.
Las subtramas de las abogadas defensoras y de la fiscalía en posiciones totalmente opuestas que se terminan encontrando dan un ángulo más que interesante a la película, a pesar de que parece obvio lo que hará el personaje de Benedict Cumberbacht por los rasgos religiosos y ese tono moralista y ético del “buen (norte)americano”. No quiero spoilear nada, perdón.
Ya que nombré a lxs intérpretes, me gustaría remarcar dos puntos fuertes en este apartado. Primero, la actuación de Tahar Rahim es muy buena con las sensaciones que logra transmitirnos. Podemos empatizar en su manera de tratar con sus captores o un circunstancial compañero de patio que nunca vemos, y sentir la desesperación en los maltratos, en los 70 días de tortura física y, por sobre todas las cosas, psicológica. Al loco no lo dejaron dormir en esos 70 días. No voy a ahondar en todos los tipos de tortura que le hicieron para que cada unx se sorprenda. Desde un principio me repetía “a este tipo lo tengo”, hasta que por fin lo saqué: hace poco escribí la reseña de la serie La Serpiente, donde hizo de un manipulador asesino en serie. Un nombre que habrá que seguir. El otro punto fuerte está en Jodie Foster, es solvente y rotunda en el papel de la abogada, en los gestos, en las miradas, en el tono de voz, en la postura. No descubro nada, tremenda actriz al igual que Shailene Woodley que logra contraponerse a su socia de defensoría como una abogada con menos experiencia y, por ende, con dudas y sentimentalismos más manifiestos. Cumberbacht, si bien convence, desde mi punto de vista no destaca. “Ya lo vi hacer el mismo papel” es lo primero que se les puede cruzar por la cabeza.

Si la película fuera un bote, el montaje sería el río porque hace fluir la narración. Maneja los tiempos justos, tanto en la calma como en los momentos de tortura y violencia sobre Slahi con tomas más dinámicas y cortas.
Algo que me llamó la atención, y mucho, es el formato 1:66 para las tomas del protagonista encerrado en Guantánamo y con un pequeño granulado que, sumado al montaje dicho más arriba, resaltan aún más la sensación de autenticidad e incomodidad que sufre el protagonista, la opresión a la que es expuesto.
Películas basadas en hechos reales que hacen denuncia de una injusticia tenemos miles, por lo general, de hechos sucedidos hace 50 o 60 años que indignan, pero esta lo hace en otro nivel porque es más cercano. Y porque sigue impune. Sabemos que los del Norte son los comisarios del mundo, y cuando surge un caso como este se lo atribuye a un Bush o un Trump, pero esto sucede durante el mandato del Premio Nobel de la Paz Obama. El material de archivo en los créditos con el Slahi real da una dimensión de la injusticia y barrida debajo de la alfombra que hace el gobierno yanqui.
En conclusión, una gran sorpresa. Una película potente, con un guion sólida y muy bien filmada. Sorprende que no haya sido nominada a los Óscar de este año (se estrenó en febrero), quizás porque el cupo de género judicial y legal estaba ocupado con El juicio de los 7 de Chicago, de Sorkin, pero bueno, un dato más para encabronarse.