Cine erótico nacional: explorando el Universo Coca Sarli

Al recorrer la plataforma Cine.ar llama la atención la sección dedicada especialmente al cine erótico. Adentrarse en este género significa aparecer en un universo sin reglas. Para ver estas películas es necesario abandonar conceptos, prejuicios y hasta ciertos principios y entregarse a la experiencia. Fue esta la misión que emprendí al comenzar a recorrer el Especial Coca Sarli, o como decidí bautizarlo, el UCS (Universo Coca Sarli, Marvel muere de envidia). El nombre no nace precisamente porque las tramas de las películas sucedan en un mismo espacio, tiempo, o sus personajes estén relacionados, sino porque Isabel Sarli fue siempre inseparable de su director (y pareja en la vida real, aunque su historia de amor fue siempre un secreto a voces), Armando Bó, y sería imposible hablar de una sin mencionar al otro. Juntos realizaron 28 películas, todas del género erótico (hoy embanderando la clasificación de sexploitation nacional). El hijo de Armando, Víctor, también protagonizó gran parte de estos films, usualmente actuando como interés amoroso del personaje de Isabel con ciertos tintes de príncipe azul. 

Después de varios días de maratón, me llevé una sorpresa y llegué a una conclusión que me resultó impactante. La sorpresa: la famosa e icónica frase “Canalla, ¿qué pretende usted de mí?” por la cual la mayoría de los millennials conocemos a la Coca, nuestra sex symbol argenta, nunca fue dicha por ella en ninguna de sus películas. La mítica oración parece haber sido una especie de efecto Mandela donde se mezclaron las líneas “Canalla, se va a arrepentir toda la vida de lo que hace”, pronunciadas en la película Carne (1968) y “¿Por qué me persigue? ¿Qué pretende de mí?” que salen de otro film del año 1960, Y el demonio creó a los hombres. Dato de color: la actriz sí grabó la frase del millón, pero no en la pantalla grande, sino como una participación en el video del tema “La Argentinidad al Palo” en 2004. 

La conclusión: estos films van mucho más allá de las simples fantasías sexuales. Sería necio no reconocer que el alto contenido erótico de los desnudos y las escenas de alto voltaje están ahí para despertar los más profundos deseos del público masculino, pero si se mira con más atención, existe allí una evidente libertad sexual femenina que irrumpe en los roles de la mujer en las producciones de la época. No es casual que estos largometrajes se hayan realizado en la época de los 60/70, una etapa revolucionaria, de fuerte carga social, en la cual se pensaba al tercer mundo como la pava en la que se estaba hirviendo el cambio, a punto de silbar. 

Se va la Ropa, entra la Liberación

La primera película de Isabel Sarli es El trueno entre las hojas y no es ni nada más ni nada menos que la historia de una revolución armada de los peones de un obraje en Paraguay contra un patrón explotador y violento, sediento de poder. Con la llegada de la esposa del antagonista (interpretada por la actriz), llega la explosión de la disconformidad, la huelga, la unión entre la clase obrera. Es en este film que Isabel protagoniza el primer desnudo en el cine argentino. Una morocha infernal, mezcla entre una estética naif y mega sensual, cuando en Hollywood empezaba la etapa de las rubias carismáticas (un año después, en 1959 se estrenó Una Eva y dos Adanes, con Marilyn Monroe). Aquella mujer bañándose desnuda en el río crea revuelo, crea discordia, crea consciencia. No es casual que su aparición sea acompañada con la unión de los trabajadores. Recomiendo muchísimo darle una oportunidad a esta película, porque si bien no es de las más populares (ni la de más alto voltaje), tiene una carga de contenido que yo como novata en el universo Sarli no me esperaba. También origina la tendencia que continuará en otros films de Isabel bañándose en distintas locaciones. “Me habían bautizado ‘la higiénica’ porque siempre aparecía bañándome”, confiesa ella misma. 

La Coca y Armando no seguirían el ejemplo de sus contrapartes estadounidenses. A medida que sus trabajos se proyectaban en las salas de cine, los desnudos y las escenas de sexo eran cada vez más provocadoras, así como algunos de los temas que subyacían en las películas. La censura fue inminente, pero el éxito rotundo. Isabel Sarli se convirtió en una estrella y un símbolo sexual, no solo en Latinoamérica sino también en Estados Unidos y Japón. A principios de los años 60, fue la primera figura no estadounidense ni europea a la que la revista Playboy le dedicó cuatro páginas. En 1968 se estrenó en EE. UU. Fuego, que sigue la historia de Laura, una ninfómana, y un hombre llamado Carlos (Armando Bó) que se enamora de ella e intenta “rescatarla” de su adicción. En algún momento de 1970 el director John Waters (representante de la escuela del Cinema of Transgression neoyorkino, escritor, artista visual e ícono dentro de la comunidad LGBT+) ve una proyección del film y queda fascinado. Tan es así que se inspira en varias escenas protagonizadas por Isabel para realizar la película Pink Flamingos, una de sus más controvertidas y conocidas creaciones que sigue siendo considerada hoy en día como una obra de culto, protagonizada por la drag queen Divine. No es sorpresivo que el trabajo del dúo Sarli-Bó se esté revalorizando en la actualidad por su estética kitsch y camp, cuando se piensa en cómo puede esta filmografía haber influenciado a uno de los directores que originaron este estilo, apropiado en estos últimos años por muchos artistas mainstream fuera del ambiente LGBT+. 

En Argentina la historia fue diferente. A las funciones a sala llena de cada uno de sus estrenos las acompañaban la censura y la crítica demoledora de los especialistas. Casi todos los proyectos de la dupla fueron prohibidos de alguna manera u otra por “atentar contra la moral y las buenas costumbres”. Armando Bó llegaba en ocasiones a pasar días encarcelado luego de las exhibiciones. “Si fuera por los acusadores argentinos, el David de Miguel Ángel no podría estar en la plaza de Florencia”, declaraba. Para evitar este tipo de problemas había extensas negociaciones con cada nuevo estreno y muchas escenas debían filmarse dos veces. Isabel cuenta que: 

En Fiebre, por ejemplo, yo me tenía que tirar desnuda y revolcar en la alfalfa. Armando me decía: ‘Coca, vos ahora te sentís yegua. ¡Sos una yegua! ¡Tenés que comer alfalfa, vamos, comé alfalfa! ¡Las yeguas comen alfalfa!’. Esa era una versión. Después filmamos otra, para la Argentina, en la que yo me retorcía entre gasas blancas. Para la versión nacional yo era una señora desesperada entre tules. Para la versión exterior era una yegua que comía alfalfa.

Es tal vez por esta censura que a mucha gente de mi generación las películas de la Coca le llegan tarde, como una especie de mito, “el porno nacional”. Quizás es por este motivo también que me senté a ver sus trabajos con ciertas expectativas, y terminé con otras completamente distintas. Llegué por el cringe, me quedé por la profundidad. 

Dentro del Universo Coca Sarli

La Coca encarnaba todos los tópicos estándares de la fantasía porno soft, pero traía consigo también una faceta de liberación. En sus películas el goce no solo pasaba por el protagonista masculino, sino todo lo contrario. Las mujeres que interpretaba no le temían a su deseo, en algunos casos como en La Insaciable (1979) eran ninfómanas, o disfrutaban del placer alternativamente entre un padre y un hijo (La mujer de mi padre, 1968), dándole un sutil toque incestuoso cuando uno piensa que los coprotagonistas eran Armando y Víctor Bó (padre e hijo en la vida real). En el universo Sarli, el deseo no se cuestiona, es un vale todo, libertad sexual en su máxima expresión, y alrededor de eso una mujer que no se deja llevar por la historia, sino que tiene agenda y libido propia. El sexo no solo les pertenece a las parejas hetero. En la previamente mencionada Fuego (1968), Isabel participa de una de las primeras escenas lésbicas filmadas en el cine nacional junto con la actriz Alba Mujica. 

El éxtasis absoluto tenía a su vez una contracara. Armando Bó supo representar, a veces en forma de comedia, de drama, o incluso fantástica, vivencias sociales como la violencia machista, el acoso, la homofobia y el estándar inalcanzable de masculinidad y la insatisfacción sexual de la mujer. Este es el caso de Embrujada (1969), una película sobre una esposa infeliz con un deseo de ser madre incumplido, que recurre a una solución un poco bizarra para la situación (que no voy a spoilear, pero tiene que ver con El Pombero, que tampoco se quería quedar afuera). En la mítica película Carne (1968), que es tal vez la que todos conozcamos, aunque sea de nombre, la protagonista es violada por un conjunto de trabajadores de un frigorífico en la parte de atrás de un camión, alentados por un patrón que ejerce constante abuso sexual. Son escenas salvajes, difíciles de ver, fuertemente criticadas hoy en día (tal vez con motivo). Pero más allá de los actos terribles que estos hombres cometen en el film, es notable analizar ciertas características sutiles que se les da a lo largo de la película. Se llaman “machos” los unos a los otros, aunque a la hora de enfrentarse con la mujer que están por violentar tienen reacciones muy diferentes entre sí que no son para nada casuales. La mayoría se aprovecha de su posición de poder, de manera asquerosa y desagradable, pero uno de ellos se arrepiente, por ejemplo, “usted sabe que yo quiero, pero no así”, le dice al personaje de Isabel. Por supuesto, luego de dejar el camión sin tocarla, se inventa una historia sobre su gran virilidad. Otro de los hombres reconoce que está enamorado de uno de sus compañeros y se lamenta tener que pretender vivir una vida que detesta. Todos estos personajes dentro de una banda de autodenominados “machos”. ¿Fantasía comercial masculina o comentario social? Tal vez un poco de ambas, pero queda en cada uno cómo interpretarlo. Lo más importante es que exista esa opción, esa conversación, esa posibilidad de ver algo más.

Años después del fallecimiento de Armando Bó, en 1996 Isabel Sarli vuelve a las pantallas luego de una larga ausencia con La dama regresa. La película fue dirigida por Jorge Polaco y trata de una mujer adinerada que luego de muchos años sin vivir en su pueblo de origen vuelve para salvarlo y vengarse de los habitantes que la humillaron en el pasado. A pesar de que el film tuvo una recepción bastante mixta, es importante notar que actuó como una especie de homenaje y despido a la Coca. El personaje principal está claramente basado en la actriz y representa una especie de resignificación de sus roles pasados, de la relación entre el mito y la mujer. En la actualidad la película no está disponible en la plataforma Cine.ar, pero puede conseguirse gratuitamente en otras plataformas como YouTube. 

Homenaje a una Mujer

Es indudable que la Coca Sarli es una actriz de leyenda en la historia del cine argentino, casi como una diosa griega de la que escuchamos historias, tanto de su vida profesional como personal, y las vamos transmitiendo boca a boca cuando hablamos de ella. Convirtió paisajes argentinos en postales eróticas, bañándose desnuda en ríos y lagunas locales, desnudándose con las cataratas de Iguazú de fondo o teniendo un orgasmo que coincide con el derrumbe del glaciar Perito Moreno. Isabel Sarli abrió el camino al erotismo nacional, un camino poco transitado tal vez, pero que hoy en día es revalorizado y la ha convertido a ella y a sus películas en obras de culto. Su producción es mucho más extensa de la que comenté en esta nota, pero el objetivo aquí era dar un pequeño empujón para que quien la lea se atreva a recorrer este universo en el orden que quiera, armando una experiencia propia, sin ningún tipo de guía (o spoiler, eso sí que no). 

Isabel Sarli falleció en 2019, a los 83 años. Aún en las entrevistas que dio al final de su vida reconoció a Armando Bó como su gran amor. Compartieron juntos 25 años de un romance tan eterno como clandestino, digno de cualquiera de sus films. Nunca tuvieron hijos, pero según Armando, “sus hijos eran las películas”. Así eligió también homenajearla el INCAA a través de la plataforma Cine.ar, con una colección que contiene sus films más populares y con diez títulos adicionales de distintos géneros además de los clásicos eróticos. El Especial Coca Sarli tiene disponibles: El trueno entre las hojas, Desnuda en la arena, Sabaleros, Los días calientes, Fiebre, Fuego, La mujer de mi padre, India, Insaciable, Éxtasis tropical, Carne y La burrerita de Ypacaraí. También se puede poner el nombre de la actriz en la barra de búsqueda para desplegar la totalidad de las películas. De más está decir que quien les escribe recomienda la experiencia. 

Esta y más notas disponibles en el especial #37 de la Revista 24 Cuadros