Zola: la película sobre el hilo de Twitter

¿Se puede hacer una película basada en un thread de Twitter? Abro hilo.

Miles de obras literarias se han convertido en adaptaciones cinematográficas. El séptimo arte siempre encontró grandes historias en los géneros tradicionales de la literatura. Más tarde se empezaron a adaptar novelas gráficas, comics, mangas y notas periodísticas. Ante una actualidad cada vez más hipertextual, comenzó a desarrollarse cierta convergencia de lenguajes, formatos y géneros narrativos. Desde fanfiction, novelas podcasts, literatura progresiva, la tuit-novela, etc. El cine fue tomando estos nuevos formatos y convirtiéndolos en películas. Algunos con más destreza que otros.

Zola es el primer film en ser adaptado de un hilo de Twitter. Se estrenó en Sundance en 2020. Es de la productora A24, un sello que cuenta con uno de los mejores catálogos de películas independientes de los últimos años. Pero esperen (inserto un breve cuadro congelado aquí), permítanme retroceder y explicar cómo comenzó esta historia.

Azaiah “Zola” King, una camarera y bailarina de Detroit, decidió usar la red social para contar una anécdota que le ocurrió durante un viaje a Florida, un fin de semana en 2015. Con un gran desparpajo, humor, manejo de tensión e ingenio, la historia de Zola se hizo viral en un parpadeo. El legado online de Zola es significativo: este gran hilo de tuits se atribuye en gran medida a la inspiración de Twitter para crear hilos oficiales, una manera fácil de vincular tuits para una narración más completa.

La historia de Zola (Taylour Paige) comienza cuando conoce a Stefani (Riley Keough), una bailarina exótica, quien la invita a un road trip por clubs de Florida para ganar más dinero. Acompañándolas están su roommate X (Colman Domingo) y su novio Derrek (Nicholas Braun). En el transcurso del viaje, Zola irá descubriendo que Stefani, en realidad, es una trabajadora sexual y X su proxeneta. El viaje se vuelve cada vez más oscuro y las situaciones dramáticas van escalando.

En un principio Zola iba a ser dirigida por James Franco. Esa versión inicial de la película era con un tono aún más crudo y despreocupado. Pero no es por eso por lo que no se avanzó con esa dirección, sino por las denuncias que recibió Franco luego del movimiento #Metoo. Finalmente, la terminó dirigiendo Janicza Bravo, directora de Lemon (2017) y algunos episodios de la serie Atlanta.

El film mantiene un buen ritmo gracias a giros y digresiones en la trama. De manera que logra captar la cadencia vertiginosa con la cual Zola narró los hechos en primera instancia. Bravo apuesta por la extrañeza tanto desde la imagen como desde lo sonoro, agregando constantemente un sonido extradiegético similar al tono de una notificación de Twitter. Lo utiliza para subrayar los textuales de Zola.

Zola llega a hacer, de manera un tanto superficial, algunas críticas sociales como la explotación sexual, el racismo, la apropiación cultural y la violencia. Sin embargo, el tono en algunas escenas no logra ser el acertado. Sobre todo, cuando la narración va tomando ribetes más oscuros.

La película termina y no sabemos mucho de estos personajes. No se profundiza acerca de aquello que motiva a Zola a irse a otro estado con alguien que conoció ese día. Pareciera que la película finaliza cuando lo hace el ultimo tuit. Sin embargo, al igual que la historia y sus protagonistas, el film resulta hipnótico. Si bien la segunda mitad no cumple con las expectativas que se crearon al comienzo, no resulta aburrida en ningún momento, porque es una de esas historias reales que parece completamente ficción.

Si esta película resiste al paso del tiempo, lo sabremos dentro varios años. Pero seguro va a servir como una instantánea de ese momento que intentó capturar. Sobre todo, descubriremos si fue una adaptación aislada o el mundo del cine está mirando estas nuevas formas de narración.