Caveat: no sigas al conejo (estás avisado)

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El vocablo inglés caveat deriva de un término latino que se emplea por lo general en el ámbito legal. El equivalente en castellano sería aviso, advertencia, en el sentido que, por ejemplo, se emplea en los carteles publicitarios cuando, con letra diminuta, se añade: “La imagen es ilustrativa y puede que no se parezca al artículo original”. Desde este punto de vista, Caveat —el título del primer largometraje del director irlandés Damian Mc Carthy, disponible en la plataforma Shudder— implica no solo que aquello que vemos es apenas la cara visible de algo más siniestro, sino también que el propio mecanismo narrativo está construido para ocultar lo inenarrable.

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Isaac (Jonathan French) ha perdido la memoria luego de un accidente. Moe Barrett (Ben Caplan) le propone un trabajo: cuidar de su sobrina Olga (Leila Sykes). Olga tiene problemas mentales y ha quedado huérfana recientemente. Moe no puede ocuparse de ella. Por ese motivo es que ofrece a Isaac esa tarea a cambio de dinero. Luego de vacilar un poco, Isaac acepta. Es entonces cuando comienza a aparecer la letra chica del contrato. En primer lugar, la casa de Olga está en medio de una isla. Isaac no sabe nadar. En segundo lugar, la casa se cae a pedazos. Apenas queda alguna cosa para comer o para mantener el calor. En tercer lugar, Isaac debe usar una correa que le permite moverse por toda la casa, pero que le impide el ingreso a la habitación de Olga. En la habitación de Olga hay un teléfono. También allí están las llaves de la correa. Isaac admite cada una de esas condiciones a regañadientes. Finalmente, cuando queda solo, comienzan a suceder cosas inexplicables. Olga, por su parte, manifiesta conductas erráticas. Afirma que ella conoce a Isaac. Que Moe y él ya habían trabajado juntos en el pasado. Que Isaac ya había estado antes en esa casa. Isaac no recuerda nada de eso. Moe, por su parte, insiste en que Olga no está en sus cabales. ¿Quién dice la verdad? La situación se irá poniendo cada vez más áspera. Olga considera que Isaac miente y lo ataca. Isaac debe encontrar la manera de comprender lo que sucede, reaccionar antes de que sea demasiado tarde. Pero la correa le impide escapar de la casa y su amnesia no le permite discernir lo real de lo imaginario, lo natural de lo sobrenatural. No agrego más nada. A ustedes les corresponde descifrar lo que sucede después.

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Caveat construye el suspenso con un puñado de elementos muy sencillos, elegidos con excelente ojo de narrador, y se combinan en una historia pequeña, dotada de dos o tres personajes extraños, poco fiables, encerrados en una casa polvorienta, de muros descascarados, invadidos de humedad y de moho. Por su modo de establecer las reglas del juego y de crear ambientes tétricos, Caveat tiene cierto sabor a videojuego de survival horror. Por su manera de componer el horror por medio de la conjetura, la insinuación, la sospecha creciente que apunta al trasfondo psicológico, pero que deja entreabierta la puerta a lo sobrenatural, Caveat evoca el terror sugestivo, refinado, de ciertos filmes de los años 70.

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Caveat es una pequeña obra maestra hecha para quienes gustan de las historias donde lo que se dice no es todo, y lo poco que se dice no despierta mucha confianza. Caveat es, en este sentido, un excelente ejercicio sobre lo siniestro: puede que aquello que vemos no sea en verdad como se muestra. O, dicho con palabras más precisas: cuando lo que no vemos se nos manifiesta por fin ante nuestros ojos, miramos para otro lado, no podemos soportarlo, nos arrepentimos. Algunas veces, es mejor aceptar la letra chica que nos avisa que la imagen probablemente no se parezca al original.