Manuscritos de Tython, reflexiones sobre Star Wars I: The Bad Batch

Recuerdo allá lejos y hace mucho, mucho tiempo, cuando me llegó un mail de mi amigo Mariano Castaño para comenzar un proyecto sobre una revista de cine y series llamado “24 cuadros”, y en la que escribí por unos 10 años aproximadamente. Después seguí otros rumbos, dejé paso a nuevas generaciones de redactores y me dediqué de lleno a la docencia.
Entonces otro amigo, también llamado Mariano, me convocó para formar parte de un podcast en el que hablábamos de Star Wars, una pasión que tengo desde los 7 años, y durante las emisiones, me dio el mote con el que se me conoce dentro del mundo de La guerra de las galaxias: “El Profesor”.
Hoy retorno a mi primer amor, la revista 24 cuadros, aquella que se forjó con muchas ilusiones y que creció hasta ser, sin temor a equivocarme, la mejor revista de cine del país.
Con mucha emoción estreno una columna sobre Star Wars que, si todo tiene viento a favor, tendrá una salida mensual. Espero que la disfruten.
The Bad Batch: la excusa narrativa perfecta
En el año 2020, seis años después de que fuese cancelada, se estrenó la séptima y última temporada de la serie Clone Wars, narraciones audiovisuales de los eventos de Star Wars que unen el “Episodio II: El ataque de los clones” con el “Episodio III: La venganza de los Sith”. Los pedidos de todos los seguidores de la saga habían sido escuchados por Disney, los actuales dueños de la franquicia, y por fin se sabría cómo ocurría el fin de una era y el comienzo de una nueva.
Sus primeros cuatro episodios ocuparon un arco narrativo a cargo de The Bad Batch, traducido al español como “La remesa mala”, un grupo de cuatro clones, aparentemente defectuosos, que constituían la “Fuerza Clon 99”, en honor al clon 99 que había sufrido malformaciones genéticas en el proceso acelerado de crecimiento y fallecido como un héroe durante el transcurso de la guerra. Cada uno de sus integrantes posee habilidades superiores a las de los clones comunes y, trabajando en conjunto, son mucho más efectivos que un ejército entero. Ellos son: Hunter, el líder del equipo que además tiene un gran sentido de la estrategia y una percepción aumentada del entorno; Crosshair, el francotirador, con una visión insuperable y una puntería a prueba de nervios; Tech, el cerebro tecnológico del grupo, ningún artefacto se le resiste; y Wrecker, portador de una fuerza descomunal, fiel a sus amigos y con la inocencia de un niño. Durante esta secuencia episódica el grupo debe asistir a Rex y Cody, dos de los clones más queridos por todos los fanáticos, a descubrir qué se esconde detrás de un algoritmo que permite a sus enemigos, el ejército separatista, sacar ventajas en las batallas. Al término de esta secuencia descubrirán que Echo, otro clon al que se creía muerto desde casi el comienzo de la guerra, era el supuesto “algoritmo”; convertido en una especie de cyborg y esclavizado por los separatistas, será rescatado por el grupo de clones defectuosos para unirse a estos, ya que ahora tiene capacidades similares a las de los droides para ingresar a los sistemas operativos de cualquier tipo y es imposible que vuelva a formar parte de un grupo regular.

Estos personajes se encarnaron tan rápido en los seguidores de la saga que comenzaron, me incluyo, a pedir a gritos (si eso puede decirse por publicar mensajes en las redes sociales) más historias a cargo de este grupo. La respuesta no se hizo esperar y un año después, el 4 de mayo de 2021, para celebrar el día de Star Wars, la plataforma de streaming Disney + estrenó el primer capítulo de una serie dedicada a ellos.
Y en este punto comenzaron los inconvenientes.
Los fans de Star Wars estamos atravesando una época turbulenta que comenzó a gestarse en el año 2012, época en la que Disney compró Lucasfilm, y que recrudeció con el estreno de las secuelas. La serie The Mandalorian pareció aunar opiniones y echar paños fríos sobre las controversias, por lo que los dueños de la franquicia apostaron con los ojos cerrados a un nuevo producto de uno de sus creadores, Dave Filoni, también responsable de las Clone Wars y de la serie animada Rebels, cuyos personajes también se ganaron el corazón del público.
El primer episodio protagonizado íntegramente por el Bad Batch, titulado “Consecuencias”, como buen comienzo de toda serie, sentó las bases de los distintos eventos que se verían a lo largo del relato. El capítulo se encuentra ambientado en el planeta Kaller, en el cual la maestra Jedi Depa Billaba ha enviado a su padawan, Caleb Dume, en busca de ayuda contra los separatistas. Como era de esperarse, este auxilio llega personificado por el variopinto grupo de la Fuerza Clon 99 que en pocos minutos se despacha a todo el ejército enemigo que tenía en vilo a Billaba y sus clones subordinados. Mientras Caleb se une al Bad Batch para avanzar contra un nuevo destacamento separatista, se dispara la fatídica Orden 66, aquella programación dentro de un chip inserto en la sien de los clones que los obliga a ponerse en contra de los Jedi y, como era de esperarse, los subordinados de Billaba comienzan a atacar a su jefa y a Caleb Dume ante la mirada atónita del Bad Batch que no entiende qué es lo que está ocurriendo. En medio de tanta confusión, Hunter ayuda a escapar al joven padawan, quien en un futuro se convertirá en Kanan Jarrus, uno de los protagonistas de la serie Rebels.

Este episodio, que debería haber sido la continuación de una etapa en la que los fanáticos afirmasen más la unión que venía gestándose desde pocos meses atrás, volvió a partir aguas. El problema surgió a raíz de que los hechos que darán origen a la “desaparición” de Caleb y el “nacimiento” de Kanan fue relatado en la serie de cómics titulada “Kanan, el último padawan”, lanzada entre los años 2015 y 2016, certificada como canon por Disney y, por este motivo, para muchos, Filoni cometió el sacrilegio de tirar a la basura aquello que había sido grabado en piedra, o por lo menos en papel ilustración. También, al final del capítulo, se unirá un nuevo elemento al grupo, Omega, una niña clon que, en primera instancia, cumplirá la función de protegida. A pesar de que este episodio resultó muy intenso y presentó varias líneas narrativas que se recuperarán a lo largo de toda la serie, personajes sólidos y con motivaciones definidas, conflictos internos, externos y muchas incógnitas, no fue suficiente. Con el avance de la temporada, se sumaron las comparaciones con la serie madre, Clone Wars, y una gran mayoría adujo que Filoni se estaba repitiendo en los argumentos, que la trama principal no avanzaba y que las historias presentadas hasta el momento eran de relleno. Veamos si es tan así.
En su poética, Aristóteles menciona que una de las formas de narrar la tragedia puede hacerse sin acción, o lo que posteriormente los formalistas rusos llamaron “historias de situación”, o lo que el común de los espectadores llamamos “historias en las que no pasa nada”; pero en realidad pasa mucho, lo que ocurre es que hay que bucear en líneas temáticas más profundas. Si bien el grupo llamado The Bad Batch es el hilo conductor de la serie, en realidad sus integrantes forman parte de la excusa perfecta para hablar de otra cosa, ya que la verdadera protagonista de la trama es la situación, el contexto, que los rodea y presenta elementos muy jugosos.

El tema principal de toda la serie es el libre albedrío. A un nivel más superficial podemos apreciar que los clones defectuosos tienen el chip inhibido, por ese motivo no acatan la Orden 66, pero Crosshair comienza a sufrir los efectos de una activación a medias, puesto que su chip es, en apariencia, más eficaz que el de sus congéneres y, más tarde, cuando es reforzado por medio de la tecnología imperial, ya no puede rehusarse y dicta la sentencia: Un buen soldado es el que sigue órdenes; separándose del grupo y convirtiéndose en líder de una nueva camada de soldados imperiales, que no son clones sino personas reclutadas para la milicia, y quienes tampoco podrán tomar decisiones motu proprio, ya que si cuestionan las órdenes que se les imparten pueden ser eliminados. También, a lo largo de los episodios, veremos diversos clones que, por algún motivo, cuestionan la Orden 66 y empiezan a oponerse a sus nuevos amos, el naciente Imperio a cargo de Palpatine y sus subordinados. En un nivel temático más profundo, la amenaza de la activación del chip en la cabeza de la Fuerza Clon 99 estará latente durante varios capítulos hasta que puedan extirpárselos; pero ni siquiera en esas condiciones los integrantes del Bad Batch podrán ejercer su libre albedrío, ya que se convertirán en mercenarios a las órdenes de Cid, una traficante y mafiosa de la raza trandoshan; signados por su Ser, no saben vivir de otra manera que siendo combatientes bajo la dirección de un tercero. La única que lentamente comienza a mostrar su capacidad de tomar decisiones independientes es Omega, que va dejando de lado el ser una niña para demostrar una maduración precoz que avanza título a título y termina convirtiéndose en la voz cantante del grupo. En este punto se pone de manifiesto el arquetipo narrativo más importante dentro de la serie: el héroe colectivo. Cada componente de la Fuerza Clon 99 tiene su personalidad independiente, pero sus distintas capacidades los llevan a formar un grupo orgánico que funciona como una sola persona. Durante la guerra esta dinámica marchaba a la perfección, pero en medio de esta paz forzada y con la pérdida de uno de sus integrantes, el funcionamiento del grupo se ve comprometido, puesto que aquellas características que los hacen especiales y únicos tienden a chocar. Para suavizar, ordenar y posteriormente dirigir esta situación en la dirección correcta es que aparece Omega, una niña que poco a poco irá corriéndose de su lugar de protegida para convertirse no solo en la voz de la conciencia del grupo, sino también en la voz que dirá cuál es la dirección correcta que deben tomar. Omega adoptará finalmente el rol del libre albedrío que le está faltando al Bad Batch.
Como tema secundario podemos ver el ascenso del Imperio. En cada planeta que visitan los mercenarios, se aprecian cambios sociales que afectan la vida de las distintas poblaciones, de la tiranía no se salva ningún planeta independientemente del bando en el que haya participado durante la guerra, ya no existen ni la República ni los Separatistas, solo está el Imperio que se extiende como una rápida infección por toda la Galaxia. A todo esto debemos sumarle los temas propios de cada episodio, que son los más criticables, puesto que casi siempre se trata de la recuperación o el rescate; el punto más flojo de toda serie es lo parecidas que se hacen las tramas individuales.
Por último, no podemos dejar de lado el tipo de público al que está dirigido el producto final: los niños, no los adultos que la critican. Ellos aman la serie, aman al grupo de mercenarios y a Omega, disfrutan de las situaciones que les van proporcionando un conocimiento vasto de esa Galaxia tan lejana que hiciera las delicias de otra generación de niños cuarenta años atrás. The Bad Batch está consolidando un relato para las nuevas generaciones, por ese motivo debe ser lenta, para mostrar por primera vez todo aquello que los grandes ya sabemos por la mochila que llevamos puesta. El plano detalle de los ojos de Omega al final del primer episodio es la respuesta, veamos todo como niños, como si nunca hubiésemos tenido noticias de este Gran Universo que es Star Wars.