Dick Johnson Is Dead: los varios duelos de papá

La documentalista Kirsten Johnson (Cameraperson, 2016) registra los últimos años de vida de su padre, quien había sido diagnosticado con Alzheimer, en tono de humor negro como estrategia para procesar no solo el avance de la enfermedad, sino también de la inevitable muerte.

C. Richard Johnson, alias Dick, es un psiquiatra viudo, que debe retirarse de la actividad debido a su enfermedad y, más adelante, se verá obligado (por las circunstancias) a mudarse de ciudad, cerca de su hija como forma de asegurarse su debido cuidado.

Desde las primeras escenas podemos ver que el hombre tiene un profundo sentido del humor que comparte con su hija cineasta y que, en conjunto, eligen esta vía para exorcizar los demonios que acompañan el aviso de una demencia en la vejez.

Kirsten va revelando algunos pocos datos del resto del contexto familiar que ayudan a explicar de una manera más completa la situación con su padre y las elecciones que van haciendo. El dato principal es que la mujer de Dick y madre de Kirsten también tuvo Alzheimer. Padre e hija conocen lo que les espera y saben que no hay forma de evitar los síntomas ni las consecuencias de esta enfermedad para quien la padece y para la familia que acompaña. Quizás ese sea el motivo principal por el cual pueden pararse, desde un lugar de mayor aceptación, para lo que trae la enfermedad y para la inevitable muerte que, claro, le llega a todo ser viviente, pero seguramente tenga más probabilidades de llegarle a Dick que al resto de la familia.

Este último punto es el que se toma con mayor humor. Kirsten elige varias formas (casi todas irrisorias) en las que podría morir su padre y él se suma a la joda e interpretación, entendiendo en todo momento que se trata de un juego; casi como Dumb Ways to Die: una caída en la escalera, el golpe con un tirante de una obra, aplastado por un aire acondicionado que cae de un edificio, y así…

Poniendo el foco en el arraigo espiritual de Dick, que es adventista, hay también una representación de la vida después de la muerte o una interpretación de lo que para él (o Kirsten, ya que no está muy claro quién crea eso) es el cielo o paraíso. Este punto remite (no creo que haya sido con intención) al After Life, de Hirokazu Koreeda, incorporando varios elementos teatrales y de la comedia musical.

El tono de comedia acompaña toda la película, pero oscila siempre en los momentos más sinceros y sentidos por parte de Dick y Kirsten, en especial cuando hablan acerca de la pérdida de memoria. Esa pérdida que empieza a ser una suerte de muerte de la persona que conocemos y que pasa a ser alguien más. Alguien que no solo olvida lo que pasó recientemente, sino que olvida quién era hasta ese momento, quiénes son sus hijos o nietos. Todo remite a pequeños duelos que se van materializando en dejar una casa, un auto, el consultorio e incluso en reencontrarse con un viejo amor antes que la memoria nos traicione.

No podría decir si este método podría servirle a alguien más que a esta familia tan particular. No es UN método, es SU método para sobrellevar una situación que no se puede revertir. La personalidad del padre de la directora es inigualable. Su sonrisa no desaparece ni aún en los momentos más desafiantes y, tal como dice ella, él estaría dispuesto a hacer lo que fuera por su hija, por eso es tan importante que sea Kirsten la que preste atención a no sobrepasar ningún límite con quien está más vulnerable. El cariño desde el que la directora hace todo me dio la tranquilidad de imaginarme que Dick fue cuidado detrás y frente a la cámara siempre.

El tema de la vejez, el deterioro y la muerte siempre me atraen, para leer, para aprender y para ver en la pantalla. Puedo verla en todos los tonos y formatos. Sin embargo, aún son temas tabúes en una sociedad en la que las tres situaciones tienen una connotación negativa, por lo que Descansa en paz, Dick Johnson (o “Dick Johnson ha muerto”) quizás no sea para todos los gustos. No obstante, me encantaría que cada vez más personas se animen a asomarse a estas temáticas antes que nos lleguen a través de un ser querido o por nuestra propia experiencia. Quizás, el tono de humor lo haga más amigable, sin alejarlo de la realidad.